domingo, 31 de enero de 2010

EL HONORABLE SENADOR

COLUMNA CARCAJ

Honorable Senador, amo y señor de lo habido y por haber por decisión soberana del pueblo, no le preste atención a esos comentarios malintencionados que afirman que usted ha llegado al congreso porque lo favorece la compra de votos, Honorable Senador.
Honorable Senador, no escuche, se lo suplico, a aquellos necios cuando dicen que gracias a su infinita misericordia usted fue quien impulsó siendo senador, la famosa ley de transferencias, Honorable Senador; no haga caso Honorable Senador, cuando sus enemigos dicen que se ha rodeado de personas de tres en conducta, Honorable Senador; el Honorable Senador sabe que eso es pura envidia de aquellos quienes no pueden esconder debajo de la curul situaciones que no debiera, Honorable Senador, así como sí lo hace usted, Honorable Senador.
No, Honorable Senador, no escuche, se lo ruego, no sea le dé una indigestión, cuando de usted se dice que sigue en sus funciones desde la cárcel, que desde allí decide lo que pase o deje de pasar en su departamento, que la verdad que no dicen esos periódicos infames es que usted, Honorable Senador, está, digamos, de vacaciones en una casa de campo a la que mal llaman Picota.

No siga contaminando Honorable Senador, su alma pura y prístina con esos comentarios sucios y lejos de la realidad que se escuchan, Honorable Senador, y dicen, ¡María Santísima!, que usted ha decidido que su esposa, su hijo, su suegro, su abuelo, su tío, su hermana, su cuñado, su amigo del alma, lo reemplace en el congreso, mientras usted se da una descansadita porque esa Fiscalía y la Corte Suprema se la tienen montada a usted, Imagínense, una persona transparente que no sabe qué es eso de grupos paramilitares o cosas así. Usted, Honorable Senador, es un santo barón.

Honorable Senador, póngase cera en los oídos para que no lleguen a usted esa sarta de blasfemias, Honorable Senador, que dicen que usted es el congresista más politiquero de todos los tiempos, Honorable Senador; que de la Honorabilidad del Congreso solo queda “la letra H” Honorable Senador, porque el resto de letras tuvieron que irse apenadas, Honorable Senador, no preste atención a esos comentarios de desocupados, Honorable Senador.

Yo no sé por qué, Honorable Senador, los colombianos somos tan desagradecidos, Honorable Senador, cuando deberíamos estar orgullosos de un Honorable Senador que se saca el pan de la boca para dárselos a los más necesitados y se desvela por aquellos que duermen a sol y sereno y llora por ellos, Honorable Senador; eso sí es ser un legítimo Senador, Honorable Senador.

No hay mentira más grande, Honorable Senador, que aquella que dice que usted cuando ve su reelección en peligro, Honorable Senador, se agarra de cualquier estrategia, Honorable Senador, que a veces no son muy éticas ni legales que digamos, pero qué carajo!!, Honorable Senador, todo sea por el bien de la patria, Honorable Senador, que no es patria si usted no está en ese recinto sagrado de la democracia, Honorable Senador; cuando lo que hay es que estar agradecido de que usted en el arduo trabajo legislativo todo lo deje para los domingos, Honorable Senador , porque el que venga atrás que arree y viva Dios, Honorable Senador.

Yo no comprendo a aquellas personas cuando comentan, sin fundamento, por supuesto, Honorable Senador, que se pueden contar con los dedos de la mano los congresistas a los que se les puede llamar con mayúsculas con esta distinción, Honorable Senador, y que usted no hace parte de ese selecto grupo, Honorable Senador, porque se la pasa en los tribunales defendiéndose de no sé qué persecución política injusta de sus adversarios, entre otras denuncias, Honorable Senador. Si por ejemplo, hay grandes Padres de la Patria como el Honorable Senador…Ah no, ese está preso; pero está el otro doctor, el Honorable Senador…perdón a ese lo destituyeron; no, pero sí hay uno que trabaje en las sesiones, que no va a roncar, claro! es el Honorable Senador…qué pena, ese está rindiendo indagatoria… Caramba! Pero hay uno que fue reelegido por ser muy buen político, el Honorable Senador… No, lo siento, ese nunca va, se la pasa de turista parlamentario…

Que Dios perdone a aquellos que de una forma tan vil dicen, sin razón, claro está, Honorable Senador, que de las famosas promesas electorales al otro día de su elección ni usted se acuerda, que vende su voto en el congreso al mejor postor por puestos y dádivas olvidando todas las necesidades de su región, Honorable Senador. Esa gente como que vive en otra Colombia, Honorable Senador, porque no escuchan los gritos suyos en la plenaria Honorable Senador, en las que usted con la verdad de Jesucristo dice trabajar día y noche por el bienestar de su pueblo, Honorable Senador.

Qué calumnia más grande contra la dignidad del Honorable Senador, aquella que dice que el Honorable Senador está allá en el congreso gracias al apoyo de grupos armados ilegales, Honorable Senador, cuando el Honorable Senador no conocer a ningún jefe de grupos ilegales con el que lo quieren involucrar, cuando usted es un alma de Dios, Honorable Senador, y que si el sol sale todas las mañanitas en su provincia, Honorable Senador, es porque así lo dispuso usted en una ley de la República, Honorable Senador; no pare bolas, Honorable Senador, a aquellos habladores de paja que dicen, ¡¡válgame Dios!!, que no ha conseguido sus infinitas reelecciones al congreso por obra y gracia del Espíritu Santo, Honorable Senador, cuando usted ha hecho tanto por su pueblo, que hasta los muertos le regalan su voto como muestras de su infinito agradecimiento, Honorable Senador, eso sí es democracia, Honorable Senador.

Que mal informados estamos los que los que murmuramos que este congreso no ha podido acabar con la histórica mala imagen de su recinto, Honorable Senador, si desde que el Honorable Senador ostenta el poder, Honorable Senador, esa piedra desapareció del zapato del Honorable Senador; porque gracias al Honorable Senador, eso de la corrupción y tráfico de influencias en el congreso es historia, honorable Senador.

¿Por qué mas bien no decimos que desde que el Honorable Senador está mandando desde la capital, Honorable Senador, todos nos acostamos con el estómago bien apretadito, Honorable Senador, gracias a las bondades de las políticas sociales que tanto impulsa y defiende el Honorable Senador?.

No preste atención a ninguna de esas calumnias Honorable Senador, son puras persecuciones políticas, Honorable Senador. Ya quisiéramos nosotros los mortales, Honorable Senador, tener el poder de manipular, de corromper y de robar, como lo tiene usted Honorable Senador, pero somos tan brutos, que Dios no nos ha dado de esa clase de entendimiento ni de habilidades que sólo les obsequia a los escogidos como usted Honorable Senador. Usted perdone, Honorable Senador, que todavía haya en Colombia personas correctas, sensatas, honradas y por eso somos pobres, Honorable Senador, y a lo único que aspiramos es a repetir esas virtudes y ojalá no la condición. Usted perdone que todavía existamos, Honorable Senador.

FABIO FERNANDO MEZA
www.columnacarcaj.blogspot.com
fafermezdel@gmail.com

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