miércoles, 18 de enero de 2012

¿Y DIOMEDES VOLVIÓ DE NUEVO A GRABAR CON JUANCHO…DE LA ESPRIELLA?

La anunciada y quizás esperada separación de Silvestre Dangond y Juan Mario De la Espriella, tal vez tiene un protagonista que nadie se ha detenido a pensar: El Gran Martín Elías. Tengo la impresión de que Silvestre quiere atajarlo, o lo pensó hacer, sonsacándole a su acordeonero, Rolando Ochoa. Parece que nada le salió al cantante prepotente como quería y se ha quedado sin el pan y sin el queso.

Todo este espectáculo tan deprimente deja claro que el mundo del folclor vallenato gira alrededor de la hipocresía, del chisme, de la mentira y de las apariencias, por este y otros sucesos desafortunados. En este mundo nadie tiene asegurado nada y se ensañan compañeros contra compañeros, y más cuando se desmarcan del resto y comienzan a triunfar

La competencia más inmediata del Silvestre cantante no es Peter Manjarrés, ni Jorge Celedón, ni Felipe Peláez, ni el largo etcétera: es Martín Elías y Silvestre lo sabe. A lo mejor pensó que nadie podía hacerle cosquilla en mucho tiempo y se seguiría autoproclamando como el mejor. Pero llegó un muchacho lleno de más energía, de juventud y de ganas, y, sin proponérselo le está quitando el sueño a Silvestre y la atención de medios y de la gente que gusta de este folclor y que antes Silvestre degustaba sin nadie en el horizonte que lo acechara. Por supuesto que no lo reconocerá pero quien siga de cerca los intríngulis del entramado vallenato sabe que tengo razón. Martín Elías, el hijo de Diomedes, tiene todo para triunfar, hace rato dejó de ser una promesa para convertirse en una realidad dentro del vallenato, y lo más interesante es que ya no necesita anunciarse como el hijo de Diomedes. Hoy tiene vuelo propio a diferencia de su hermano Rafael Santos, de quien también ha recibido ataques y ofensas cuando han coincidido en presentaciones a través de versos sueltos, pero Martín Elías ha sabido sortear todo eso y lo toma con clama.

En cuanto a Juancho de La Espriella sería bueno verlo oxigenar la agrupación de Diomedes Díaz, especialmente en el área del acordeón que tanta falta le hace. Además pertenecen a la misma disquera y ya se conocen porque hicieron una regular grabación juntos.

De esta separación quien sale perdiendo es Silvestre porque la gente sabe las cualidades y calidades humanas y profesionales de De la Espriella, y que los dos tenían una empresa que ofrecía un producto de calidad como era su canto y su melodía. Hoy los empresarios lo pensarán dos veces y quizá la gente exija a Juancho al lado de Silvestre como aquellas épocas cuando le gritaban a Beto Villa que volviera con Iván Villazón.

Al parecer, y es especulación, que Silvestre quiso ponerle un palo en la rueda del éxito de Martín Elías tratando de quedarse con su acordeonero pero le salió mal. Ahora, nadie puede decir que esa unión no se vaya a dar hoy o mañana. En el vallenato nada está escrito. O mejor hay algo escrito: el mundo del vallenato es una farsa.

A medida que pasa el tiempo se nota que en ese mundo nadie es amigo de nadie así los vea uno abrazados en la tarima, todos desconfían de todos y la competencia es feroz y a veces poco ética y falta información veraz y abunda la charlatanería y la falsedad.

No extrañaría que Martín Elías cada día se posesione más como el cantante joven que todos los empresarios quieren tener en sus espectáculos como lo ha sido Silvestre. Pero aquél no necesitó para llegar a la cima echarles encima a sus seguidores a otros cantantes ni vivir creando polémicas para que la gente se fijara en él como lo hizo en sus comienzos. Tan meritorio es el triunfo que está cosechando Martín Elías que cuando le planteó al papá que lo ayudara a grabar su primer disco, el cantante ofuscado le dijo que no, que estaba financiando el de su niño consentido pero siguió adelante con la plata que le prestó la mamá de Harold Zabaleta.
Cuando uno se sumerge en el mar turbulento del vallenato y escucha y ve tantas cosas feas y sucias dan ganas de vomitar y el común denominador de todo eso es el afán desmedido por fama, dinero y reconocimiento continuo, y el folclor en sí parece que ya no importa, siendo que es el vehículo en el que se han montado y lo han desdibujado para que les provea todo eso, desafortunadamente.

FABIO FERNANDO MEZA
fafermezdel@gmail.com