jueves, 26 de mayo de 2011

LA PARRANDA VALLENATA SE CANTA.

No hay códigos ni leyes que lo obliguen. Pero la fuerza de la costumbre lo ha impuesto así: la parranda vallenata se canta, se saborea, se disfruta. No se baila. Quizás por eso el desaparecido Alejo Durán en una presentación a un grupo de amantes del vallenato en pleno Festival Vallenato les dijo: “si van a bailar, me voy. La parranda se canta”.

Todos hemos pasado en algún momento por la pena y hacemos el ridículo al bailar una parranda memorable cuando todos los que saben de vallenato la saborean en silencio o la cantan. O si no pregúntenle a Daniel Samper, cuando hacía sus pininos como periodista de El Tiempo y fue a cubrir uno de los Festivales Vallenatos. Pero Daniel tuvo a alguien que se condolió de su ignorancia de este código musical y lo haló de la camisa. Juan Gossaín se lo recordó:” Daniel, la parranda vallenata no se baila”. Daniel no ha olvidado la lección.

Algunos artistas y grandes figuras del folclor vallenato creen, y con razón, que es una falta de respeto que mientras ellos estén exponiendo sus virtudes otros no le paren bolas y bailen o hablen de otros temas. Todo esto ocurre cuando la presentación es lo que ahora llaman “Privada”. Ahora se estila que cuando un juglar se presenta a la multitud, pues se lo bailan sin remedio.

García Márquez, quien como pocos conoce al dedillo los secretos del encanto vallenato, en un homenaje que le hicieran en el Festival Vallenato en 1983 tuvo que salir corriendo y atajar a unos amigos cachacos para que no “metieran la pata” en pleno corazón del vallenato y los sentó para que acompañados de un buen trago degustaran las notas alegres de un acordeón y corearan embriagados de folclor cada canto. A tiempo detuvo una debacle.

Es que al final de cuentas el vallenato es eso: una persona que tiene la virtud de decirnos cosas maravillosas vueltas canto en pocos minutos. Y es de elemental cortesía que se le escuche sus relatos fantásticos. La urbanidad de Carreño dice que hay que escuchar con respeto al que tiene algo importante que decir.

Si lo que se quiere es brincar y saltar pues vayan a los grandes conciertos que ofrecen los empresarios con los llamados “Nueva Ola” quienes todo lo que tocan lo convierten en brincoteo y desdibujan hasta más no poder esta música. A ellos poco le importa ya que hay otros intereses de por medio.

Menos mal, carajo, que todavía existen los Emiliano, los Enrique Díaz, los Alfredo Gutiérrez, Los Lizandro Meza, los Miguel López, por nombrar algunos, que cuando tocan, todo el que sabe y quiere aprender de vallenato debe hacer silencio, o cantar cuando el mensaje de la canción vallenata le llegue al alma y para quedar en paz con su conciencia tienen que exteriorizar tanta alegría al compás de un acordeón que invita.

FABIO FERNANDO MEZA
23.04.2009

miércoles, 25 de mayo de 2011

RAFA MANJARRÉS: CANCIONES LINDAS

Era de tarde y Rafa estaba en el baño de su casa en La Jagua del Pilar pensando en su reciente conquista amorosa, cuando en la emisora del radio de la casa vecina escuchó algo que lo dejó sembrado en el piso del baño. Salió corriendo, así, enjabonado, y comenzó a gritar y a bailar de alegría montado en la mesa de la sala de su casa. No era para menos, Diomedes Díaz le acababa de grabar la canción titulada ‘Simulación’.
Atrás quedaban las decepciones que sufría cuando en Barranquilla se acercaba a las pocas disco tiendas que al final de la década de los 70`s promocionaban los álbumes de música vallenata, y en ninguno venía una de sus canciones ¡Qué vaina, hombe!

Sus amigos y compañeros de habitación como el periodista Luis Mendoza Sierra y el también compositor Roberto Calderón, lo animaban a que siguiera enviando los cassettes a cuanta agrupación se enteraban que entraba a los estudios de grabación.

Artistas como Otto Serge, Héctor Zuleta, Daniel Celedón, Silvio Brito, y Miguel Herrera entre otros comenzaron a pelearse sus canciones. Pero él quería más. Y la esperanza reverdecía cuando Beto Zabaleta le grabó por primera vez. Allí supo que la temática de sus composiciones tenía su gente, tenían su público, y la empezó a explotar. Luego Jorge Oñate, Los Hermanos Zuleta, Diomedes Díaz, los Pechichones, Miguel Morales, Iván Villazón y el Binomio de Oro, entre otros se interesaron por las canciones del muchacho de hablar pausado, buena gente, mujeriego, buen amigo, bohemio, de sonrisa fresca y sincera, sencillo y humilde.

Rafa Manjarrés plasma en sus cantos los aconteceres de la vida de los pueblos, de las ciudades y de sentimientos contaminados a veces, de modernismo.

Sí, este compositor, que en muchas canciones ha plasmado historias pueblerinas que por lo general terminan en tragedia, adquirió su estilo propio describiendo cuadros urbanos en sus canciones revolucionarias para la época en que fueron grabadas.

Como compositor ha vencido en franca lid en numerosos festivales, llevándose los primeros lugares. Para reafirmar su talento, ganó el primer lugar en 1986 en la modalidad de canción inédita en el Festival Vallenato con ‘Ausencia Sentimental’, utilizando el seudónimo de ‘Uno de Tantos’.

Rafael Enrique Manjarrés Mendoza, a puro pulso de verso y sudor y a veces desencantos, se ha ganado un lugar destacado en el muy reñido grupo de compositores de este tan golpeado folclor.

A estas alturas de la vida, Rafa no sabe por qué La Guajira se mete hasta el mar así, no le importa que en su vida se metan sus amigos por que sabe que lo aprecian y son sus amigos, no le importa que la muchacha que lo acompaña no es la que cause sus penas. Aún este abogado le pregunta a la duda, a la bendita duda, qué camino sigue.

Rafa sigue siendo aquel que llora cuando su guitarra dice: yo tenía un amigo/ un gran amigo/ como mi hermano/ y el que aprecia a un amigo/ es puro y digno, sincero y sano. Es el mismo que sabe que la niña linda canta vallenato aunque dice que no gusta de él. Es ese tipo que dice cuantas cosas vivió viviendo al margen de aquel prejuicio, querer callarlo fue su suplicio y por su amor luchó hasta el fin. Es quien grita: ¿por quién pregunto yo ahora que llegue? ¿A quien voy a visitar en tu barrio? ¿A quién le digo cositas chéveres emociona’o cuando esté cantando?. Es Rafa quien nostálgico le dice al mes de diciembre:

Quien tiene una pena la vida le amargas, más fuerte la siente, y del que está alegre, también te contagias. Fue quien le pidió a una preciosa mujer que no le pidiera que en ella mirara a una amiga, no lo podía hacer. Es quien dijo alguna vez que hoy podía ser un diablo y amanecer mañana hecho un Jesucristo, por amor. Cuantos recuerdos, cuantas vivencias, por Dios!
Este notario segundo de Riohacha es todo un profesional, intelectual, competente y está a la altura de los mejores del país.

Con el álbum titulado con una de sus canciones, Cien días de bohemia, los Hermanos Zuleta se ganaron el Grammy en el 2006.
Toda esta cadena de sucesos extraordinarios y de buenas noticias las compartió Rafa el pasado 30 de mayo en San Fernando con todo el pueblo que lo quiere y le corea las canciones, tanto, que se las sabe más que él y Rafa, feliz.

De pronto dice un chiste, narra una anécdota, “echa un cuento” y se queda seriote, como si no fuera él el de las ocurrencias, mientras la licenciada Isyoli Meza, el médico Edgar Ruiz Aguilera y el abogado Juancho Royero Martínez ríen a carcajada limpia, celebrando las ocurrencias de Rafa, y entonces toma su guitarra y de la nada sale un verso, bien sutil y dirigido, delicado y sensitivo...de esos que siempre quiso componer de madrugada cuando el gallo canta y las brujas vuelan por los aires.

FABIO FERNANDO MEZA

miércoles, 18 de mayo de 2011

SAN FERNANDO, MAGDALENA: 30 DE MAYO DE 1750

Allá al sur del Departamento del Magdalena, haciendo parte del Municipio de Santa Ana, se encuentra el corregimiento de San Fernando.
Es un pueblo de cinco calles largas y misteriosas, otrora de arenales, tres de ellas tienen nombre, menos las números tres y cuatro: la primera se llama La Albarrada, la segunda, La Calle del Medio (aunque no lo es) y a la calle quinta le dicen La Calle de Atrás. Pero hemos progresado: hay un barrio de invasión ubicado en la parte norte del pueblo, que por quedar ahí, pegado al colegio que fundó el profesor Caamaño, tiene su mismo nombre: barrio San José. Asediado por la creciente del río y por la creciente corrupción, politiquería e insensibilidad de algunos de sus habitantes hoy se encuentra mi pueblo, tu pueblo, nuestro pueblo...
Ese es San Fernando: un pueblo lleno de bellezas naturales,de contrastes, de poesía, de talentos, de personas emprendedoras, de sueños, de mujeres preciosas e inteligentes, y también de alguna que otro perezoso que no quiere trabajar.

San Fernando fue mal fundado por Fernando de Mier y Benítez, un sanguinario español que sembró el terror por estas tierras ribereñas del brazo de Mompox, aniquilando a los ya pocos indígenas que quedaban. El señor Mier y Benítez, era tan despiadado, que le decían Mier y Guerra, como más se le conoce. Este señor llegó por aquí antes de ir a fundar o a saquear a Santa Ana, o sea, venía del interior acabando con todo lo que encontrara a su paso en nombre del Rey, con cuyo nombre bautizó al pueblo donde llegó un 30 de mayo de 1750. Eso es lo único feo que tiene este pueblo, el nombre. Ningún pueblo debiera llamarse como este rey de España que junto a su esposa jamás en su vida se bañó, y al que le han dado poderes y bondades que nunca tuvo fuera la de ser cruel y avaro como todo español de la época.

Para colmo de males, en la iglesia hay una estatua de tamaño natural al que veneran como San Fernando, pero gracias a Dios esa figura de yeso no corresponde a la imagen del rey, sino a San Luís Gonzaga, por fortuna, y los sanfernanderos hemos aprendido a convivir con ese error religioso desde hace mucho tiempo.

Hoy, la mayoría de los habitantes de este pueblo no recordamos que nuestros antepasados fueron pastores errantes que buscando comida para su ganado vagaban por toda esta región, y al llegar aquí se amañaron y construyeron casas y comenzaron a domar las montañas y a convertir sus tierras fértiles en sembrados abundantes y en pastizales para su ganado. Cuentan los abuelos, que alcanzaron a llegar familias atraídas por la fama de su rica tierra desde San Juan Nepomuceno, Bolívar, entre otras regiones, y también familias del otro lado del mar que venían huyéndole a la guerra que libraban árabes y turcos.

El río que antes se recostaba para dormir su siesta en los patios de las casas ubicadas en la calle de La Albarrada, paulatinamente se fue alejando y hoy está a dos kilómetros del pueblo. Todo por culpa de un sacerdote que en una noche de inspiración sacó al San Fernando de tamaño natural y lo redujo a cenizas en el puerto del río. Desde entonces el río se ha ido alejando del pueblo, resentido.

San Fernando, como la mayoría de los pueblos de la costa, vivió su plenitud hasta mediados de la década de los 80, donde todo abundaba y la gente se daba el lujo de pescar bocachicos inmensos sólo para tirárselo a los puercos. Era la época en que deambulaban bovinos cimarrones por las calles del pueblo sin su marca de hierro candente, común y silvestre, y dormían en el puerto de la cieneguita. Todo eso acabó.

Hoy pasan sin pena ni gloria sus fiestas de año nuevo, sus carnavales y la devoción de Semana Santa no existe; si se tiene en cuenta que todo eso lo hizo famoso entre todos los pueblos junto con el casabe y el suero con yuca. Debemos rescatar todo esto. Ese es San Fernando. El pueblo que en algunos textos aparece como San Fernando de Oriente; en otros, como San Fernando Rey de España; en otros, como San Fernando Abajo; en otros, como San Fernando de Tolentino. Yo me quedo con el San Fernando, a secas; y ya eso es mucho aceptar en un pueblo que no debió nunca llamarse así. Y la paradoja más grande es que el rey de España ha sido elevado a santo en el santoral católico, debe ser por sus múltiples asesinatos e injusticias con la población indígena y sus depravaciones palaciegas que fue lo único bueno que hizo.

San Fernando, es el pueblo que a veces se detiene en el tiempo, que no quiere progresar o la oligarquía municipal no lo deja, o sus hijos somos apáticos. Pero ahí está, sumido en la pobreza y en la desigualdad social por culpa del desempleo y la falta de oportunidades pero lleno de ilusiones y esperanzas.

Ojalá las nuevas generaciones marquen la diferencia y ayudemos a resucitar al pueblo, sus sitios más representativos, su gente que se destaca en algún arte, su paisaje hermoso.

El 30 de mayo está cumpliendo 261años, sí, señores, el 30 de mayo es un día especial para este pueblo lleno de personajes irrepetibles, con anécdotas únicas como la contada por el ingeniero sanfernandero Bashir Yacub Bermúdez: “el señor Martín Álvarez, que ya falleció, estaba preocupado por la mujer que había elegido su hijo, Temístocle, como esposa. Se va a casar con una mujer con la que no le puedo dejar una razón, se quejaba don Martín. Al preguntarle el doctor Yacub el porqué de su preocupación contestó desesperado: ¡es que es muda!

Feliz día, San Fernando. Te quiero así, con todo lo malo que no debieras tener, con todo lo que no debieras sufrir, con todo lo que te hemos quitado, con todo lo que te hemos calumniado, con todo lo que te debemos y ya nos estás reclamando. Pero también tienes, San Fernando, muchas cosas bellas y únicas. Feliz día y que mañana sea mejor tu amanecer. Y que valga la ocasión para deponer odios, para dejar atrás los rencores, para querernos y respetarnos como personas civilizadas que somos. Y sobre todo, perdonar para poder vivir tranquilos, y trabajando con alegría como todo sanfernandero que se respete.

FABIO FERNANDO MEZA

jueves, 12 de mayo de 2011

RAFAEL ESCALONA: UN HOMBRE GRANDE

¡Pero no fue por otro hombre! Esa respuesta tajante la dio Rafael Escalona cuando entraba al patio de la casa de su comadre Consuelo donde se reunían para cada Festival Vallenato en sus albores, diferentes personalidades que aman este folclor. Escalona había alcanzado a escuchar lo que al periodista Juan Gossaín le comentaba su también comadre Consuelo: “Está alicaído, compa. La novia, su última conquista, lo dejó…” Entonces ¿Cómo fue la vaina, Rafa?, Preguntó Gossaín. A lo que Escalona replicó terminándose de sentar en el taburete:” Sí me dejó pero porque se metió a evangélica ¡y eso es muy diferente!”. Para los dos amigos de Escalona estaba claro que no iba a reconocer que le habían pisoteado su ego. Pero este personaje del que García Márquez había dicho en una ocasión que “era el hombre más enamoradizo y hazañoso que hubiera conocido” no aceptaba una derrota, sólo de un poder celestial.
Un rebelde. Ese era Escalona. Comenzó a tamborilear con los dedos letras y melodías en la mesa antes de que le sirvieran la comida y las guardaba para siempre en su memoria para ofuscación de sus padres y deleite de sus amigos. Protestó contra el hambre del liceo Celedón con la única arma que disponía: Una canción. La verdad él no quería estudiar. Él quería tener un medio para ganarse la vida, parrandear con trago fino, enamorarse para que la musa no se le fuera con otro y tener más de un millón de amigos. Todo eso lo consiguió.
La mayoría de sus canciones las ensayaba cantándolas guiándose por la melodía que llevaba dándole golpes a la cabeza de la silla de montar con una vara de totumo cuando paseaba por su hacienda “Chapinero”. Lo único que lo sacaba de ese ensimismamiento era que algún campesino de la zona se le acercara para pedirle el favor de que le vendiera un centavo de hora. Él se la regalaba: son las 10 y 10 de la mañana le decía medio deteniendo la mula que le gustaba montar. Como campesino que al fin y al cabo era, no creía mucho en lo que le decía el reloj brillante que adornaba su muñeca izquierda y regalado por algún amigo contrabandista. Antes de regalar la hora y rechazar el centavo, Escalona primero miraba el sol y luego comparaba ese dato con el reloj circular inmenso y nunca se equivocaba. Era la hora exacta. De eso también se ufanaba. Siempre tenía que pasarle cosas diariamente para poder alimentar su memoria y sobrevivir. En su larga vida siempre pasaba algo, algún detalle, y lo aseguraba en el acto para poder llegar el fin de semana siguiente donde sus amigos no sólo acompañado de una botella de whisky sino de versos sueltos al que el acordeonero de turno le tocaba acomodar. Escalona era de esas personas que siempre quería ser el centro de atención. Quizás por eso inventaba cualquier locura para salir de la cotidianidad de la parranda y algunas veces llegaba callado y cuando le reclamaban contestaba: He resuelto no hacer más cantos. Sus amigos de parranda protestaban: ¿y eso por qué, Rafa? Porque Sabitas me demandó, respondía. Pero ese detalle era el comienzo de otra canción que ya traía compuesta para la parranda siguiente. Escalona tenía la particularidad de parrandear de día. Comenzaba a las 8 de la mañana y ya a las 5 de la tarde se estaba recogiendo. Cuando se le preguntaba el por qué de su horario de gallina respondía: “Jamás nadie dirá que vio a Escalona borracho de noche”. Sus amigos de infancia y de muchacho ocuparon siempre un lugar especial en su corazón porque nunca lo vieron como la celebridad con que otros lo miraban sino como “el compañero que echa vainas” y el que en vacaciones de colegio estaba a la caza de algún suceso en el pueblo para volverlo canto. “Yo no salgo con ese reloj de pared debajo del brazo para la calle a mandarlo a componer”, dijo el Coronel, de García Márquez. “Si por ahí está Escalona y me ve con semejante escaparate me hace un canto…”. Algunos dicen que cuando se fue para Bogotá se le acabó la inspiración. Él se defendía diciendo que no componía cuando la gente quería sino cuando él lo disponía. “Ajá, compadre, le reclamó Consuelo ¿cuando le va a hacer la canción que le prometió de regalo a mi compadre Gabo por el Nobel?”. Él no le respondió. Pero casi un año después los Hermanos Zuleta lanzaron ese bombazo en forma de merengue vallenato llamado Vallenato Nobel, pero antes le había pedido a su ahijado Poncho que le regalara una copia antes de salir al mercado el disco y se la mandó a su comadre Consuelo para que dejara de fregarle la paciencia.
Escalona decía que la primera impresión era la que valía. Por eso siempre andaba impecablemente vestido, hasta dormido. Y solamente él era capaz de tener tantos trapos envueltos encima además de una corbata elegante en el sol inmisericorde de Patillal como le dijera Juana Arias, para sacarse con él sus rencores almacenados en la bilis porque por su culpa el doctor Molina no le había querido servir de abogado para el caso de Luis Manuel.
Todo el mundo sabía que las mujeres eran la debilidad de Escalona y era capaz de todo con tal de conquistarlas, pero por sus constantes devaneos ese romance duraba la mayoría de las veces los que demora una canción vallenata: cinco minutos. Además, Escalona era consciente de que al igual que el sanfernanderísimo Juancho Ruiz Meza, no había nacido para ser como los fósforos suecos que sólo prenden en su propia caja.
Cuando sintió que en el mes de mayo alguien había cogido sin su permiso su maleta llena de pinturas, gabardinas, recuerdos, canciones y sombreros, y que al igual que a él lo había embarcado sin su consentimiento en un vagón cuyo tren no dejaba de pasar desde la orilla del río de aguas diáfanas donde él cuando niño le bañaba el caballo al maestro Tobías Enrique Pumarejo hasta la ciudad sitiada por cerros donde ni en Semana Santa dejaba de llover, sintió la imperiosa necesidad de reconciliarse con el también compositor Armando Zabaleta. No tuvo tiempo.
En el año de 1994 para el Festival del Porro de San Pelayo, Córdoba, Escalona fue invitado como jurado y en plena inauguración de tan magno evento un despistado miembro de la junta directiva que estaba a su lado lo miró despectivamente y le preguntó a quemarropa: ¿Y quién carajos es Escalona? El cronista que decía que lo que extrañaba en Bogotá de su Patillal del alma después del almuerzo era un pedazo de panela para la sobremesa, le dijo mirándolo a los ojos sin tiempo de pensarlo e hiriendo de muerte por siempre y para siempre al osado personaje con el puñal afilado de su respuesta: Un hombre grande.

FABIO FERNANDO MEZA
fafermezdel@gmail.com
15.04.2010

¿TINTO…OBESO?

El año pasado en el marco del programa de la Recuperación de la Memoria Literaria en Colombia fue declarado el año de los poetas negros por el Ministerio de Cultura, y hubo varias manifestaciones para recordar la obra, entre otros, del momposino Candelario Obeso.
Particularmente tuve noticias del poeta negro cuando en mis épocas de estudiante de bachillerato en San Fernando, el profesor de español y literatura, Ramón Delgado Caicedo, nos leyó emocionado “La Canción del Boga Ausente”.
Este poeta bohemio e inteligente, pobre y repleto de penurias, no pudo con todas esas penas para un solo corazón y a sus 44 años se suicidó. Su cuerpo para fortuna de sus seguidores reposa en el cementerio de Mompós. Pero teniendo en cuenta que era un hombre corroncho en la Bogotá del presidente Mosquera, se abrió paso a trompadas en ese mundo cerrado de la intelectualidad cachaca y logró ser admirado y querido y eso es digno de admiración.
Este hijo natural de un rico hacendado y abogado liberal y una lavandera negra jamás olvidó sus orígenes y le cantó a ese pueblo de sus entrañas que es más que piel. Era polémico y rebelde como la sangre de su raza pero de un noble corazón. Quizás aprendió de María de la Cruz Hernández, su madre, que ya era hora de levantar la cabeza y no poner siempre la otra mejilla.
Como todo intelectual que se respete, pasaba los últimos años de su vida las verdes y las maduras y sufriendo en carne viva los desprecios de las damas santafereñas y el repudio de la sociedad ultraconservadora de ese tiempo quizás porque era costeño, o peor, por negro.
Qué bueno que a este negro que lo heredó todo de su madre, ella lavando la inmundicia que tienen por fuera y por dentro los blancos de ayer y de hoy, lo llevara con todos los sacrificios del mundo a estudiar al muy encopetado y elitista colegio Pinillos de la época de donde salió becado para la capital. Las ciencias políticas y el derecho en la universidad Nacional los cambió por las traducciones perfectas que hacía de los autores famosos de ese entonces como Shakespeare, Musset, Tennyson, entre otros. A lo mejor no era extraño que enfrentando al frío de la lúgubre capital fuera a recibir sus clases calzado con abarcas de la artesanía local y llevara para comer en el campus de la universidad suero con yuca o carne de armadillo comidas propias de estas tierras.
Obeso fue quizás un poeta maldito porque su corazón latía en contravía del de alguna mujer hermosa. Sufrió hasta el final de sus días de amores no correspondidos, pero jamás pidió ayuda a los dioses poderosos de sus antepasados africanos ni a la santería cubana para doblegar al corazón cerrero de alguna dama de la calle real del medio de la muy señora ciudad de Mompós.
Un 3 de julio de 1884 se suicidó en Bogotá dejando por ahí todos sus poemas, cuentos y traducciones que fueron recogidos en 1950 y publicados con mucho éxito.
Candelario Obeso llegó a ser amigo personal del presidente de entonces, Tomás Cipriano de Mosquera, quien le ofreció un consulado en Francia pero no se amañó y regresó pronto.
En una ocasión el poeta estaba de visita en su natal Mompós, aquí cerquita de San Fernando, Magdalena, mi tierra, y fue a una cafetería donde acostumbraba pasar mucho tiempo leyendo, conversando, mamando gallo y tomando tinto cerrero por lo que las mesoneras lindas y serviciales del lugar ya lo conocían. Una de ellas le preguntó ¿Tinto… Obeso? Él haciendo gala de su humor implacable cogió al vuelo la confusión de su apellido con el añorado deseo y le respondió con el corazón en la mano: lo último mi querida señorita…lo último.

FABIO FERNANDO MEZA
fafermezdel@gmail.com
07.07.2009

miércoles, 11 de mayo de 2011

A UN CANTANTE DEL ALMA: DIOMEDES DÍAZ

“A mí me gusta el arroz con fideo, y si es con queso rallado por encima y acompañado con bollo de yuca y agua de panela hervida, más ligero”. Yo, en cambio, detestaba esta comida, pero cuando mí ídolo dijo alguna vez por la emisora La Voz del Cañahuate de Valledupar que le encantaba, ésta comida se volvió la preferida para mí.

Cuando la adolescencia tocó a mi puerta lo hizo acompañada de una cerveza águila y del álbum “El Regreso del Cóndor” de Diomedes. Pero yo no lo quería escuchar, al emborracharme con esa sola cerveza, pedía que me repitieran, al igual que pedía mi ídolo, “esas canciones que traen recuerdos gratos/que son más bellas si las toca Colacho…” Sí, “Una de mis Canciones”, se llama.

Diomedes con sus cantos ha estado en los momentos más importantes de mi vida, incluso, hasta donde yo esperaba que no estuviera. Cuando me enamoré por vez primera, la muchacha no me paraba ni cinco de bolas, y como último recurso, le dediqué una canción que canta y compuso él, aunque como siempre me pasa, dedico canciones que han sido grabadas mucho antes del momento en que las dedico. Confieso que me dio resultado y pude disfrutar de los besos y caricias de aquel amor. ¿El nombre de la canción? Se llama Te Necesito.

Cuando niño, acompañado de mi hermana Isyoli, nos íbamos de tarde montados en un burro chueco a encerrar las vacas a Batatal, y tanto en el camino de ida como en el de venida, gritábamos una canción interpretada por Diomedes, y desde allí fue donde comencé a idolatrarlo, porque fue la primera canción que me aprendí aunque había sido grabada mucho antes: Señor Gerente; composición del maestro Escalona.


En plena adolescencia era tanto mi fervor por Diomedes Díaz, que cuando yo cantaba una de sus canciones, me acompañaba de sus ademanes, de sus gestos, y llegué al extremo de dejarme crecer el cabello sólo para parecerme más a él en la carátula del álbum “Mi Vida Musical”. Hoy mi devoción ha cambiado. Mis amigos y hermanos van más allá: Esa devoción se ha acabado.

Cómo me gustaría hoy seguir siendo el mismo muchacho aquel con respecto a mi actitud frente a Diomedes. En muchas ocasiones me lo han preguntado y he contestado lo mismo: me quedo con aquel que me enseñó a amar la música vallenata, con el que crecí oyendo sus lindas melodías por todos los rincones del pueblo cuando mi gran amigo y sanfernandero a morir Juancho Ruíz Meza amanecía parrandeando cualquier miércoles. Hoy todo ha cambiado, tanto Diomedes como yo.

Lo que muchos de sus actuales y numerosos seguidores no saben, es que Diomedes fue famoso primero por sus composiciones. Yo escuchaba a Rafael Orozco solo por Cariñito de mi Vida; a Luciano Poveda por La Negra; a Gustavo Bula por Mi Dolor de Cabeza; a Jorge Oñate por Mañana Primaveral; a Armando Moscote por Canción de mi Alma; a Poncho Zuleta por Bendito sea Dios; a Beto Zabaleta por Tronco Reverdecido; a Otto Serge por Corte Parejo; a Juan Piña por La Morriña; a Rafael “el cachaco” Jiménez por Flor de Papel; a Farid Ortiz por Mi Sentir; a Marcos Díaz por Buena Mujer; a Jairo Serrano por Pecado Original; a Iván Villazón por La Sombra; y todo porque Diomedes es el autor de esas melodías.
Llegué a mover cielo y tierra para tener el disco de 45 rpm que mi ídolo grabó como homenaje a la selección de fútbol del año de 1986, se llama “Vamos a Ganar” con letra de Daniel Samper Pizano y música de Calixto Ochoa; al igual que la grabación de un variado de esa misma época, donde está incluida la canción del maestro Mateo Torres interpretada por Diomedes llamada “La Monita”. Claro que los conseguí!!!

Exactamente no sé cuándo comencé a analizar a Diomedes con la cabeza. Debió ser después de la muerte de Juancho Rois, su compañero en el acordeón, cuando se descarriló tanto, que él mismo no sabía dónde estaba parado. Siempre he comprendido a sus seguidores cuando le festejan y le aplauden todo porque yo también lo hice. Yo también le festejaba que demeritara a los demás en sus cantos, que se autoproclamara el mejor, que le cantara a quien le daba la gana. Era el tiempo que parecía un caballo desbocado en las sabanas inmensas de la música vallenata, y nadie se atrevía a ponerle un bozal y mucho menos un freno porque no tenía amigos sinceros. A Diomedes lo rodeaban personas que sólo parasitaban en él.

Diomedes ha pasado por momentos difíciles, a él también se le ha puesto el barro duro, pero todo eso lo ha sabido sortear, y en eso tienen un papel preponderante sus fanáticos. Dios quiera que la madurez que trae el paso de los años haya hecho mella en él, porque la verdad es que quiero ser uno de sus seguidores en su nueva era, como cuando yo cantaba fuera de tiempo y de lugar, cuando nadie recordaba, la melodía “Surgió Una Voz”. Ojalá todos los impases los haya dejado atrás. Pero sigo respetando al ser humano que siempre habrá en él como buen guajiro, como buen costeño, como buen colombiano que es.
Lo que no ha perdido Diomedes es su don de gente: le importa un cipote quedarse sin comer y sacarse toda la plata de todos sus bolsillos en un arrebato de humildad cuando alguien le ha dicho que está pasando hambre. Lo he visto llorar pesares ajenos y ayudar en secreto a mucha gente. Eso hay que reconocerlo. No soy nadie para criticar su vida privada. Espero no hacerlo nunca. Sí he criticado su vida profesional porque estoy convencido que puede dar más, como en aquellos tiempos cuando yo lo seguía a todas partes y me volví adicto a escuchar sus parrandas.

No me arrepiento de haber sido uno de sus enfermizos fanáticos, es más, no sé qué hubiera sido de mí sin aquellas canciones de Diomedes que siempre están y estarán presentes en mi corazón.

Aunque ni él mismo me lo crea, y tiene toda la razón al no hacerlo, quiero decirle desde lo más profundo de mi ser y de manera sincera, que por ayudarme a sobrellevar la vida con sus viejos y hermosos cantos, por dejarme escucharlo tomándome el tinto de las cuatro de la madrugada antes de ir a ordeñar, le estoy muy agradecido a un cantante del alma: al famoso Cacique de la Junta.

Si alguna vez se nos llegaran a cruzar los caminos y yo le dijera para saludarlo: el Cantor de los Cantores…!!! Sé que me respondería: Sinvergüenza… carajo!!!

FABIO FERNANDO MEZA.
(fafermezdel@gmail.com)
SAN FERNANDO, MAGDALENA.
15.06.2009

martes, 3 de mayo de 2011

EN EL MUNICIPIO DE SANTA ANA TODO PASA SIN QUE PASE NADA

En la página Web de la Alcaldía de Santa Ana, Magdalena, en el aparte designado a Órganos de Control, se encuentra el link de la Personería. (http://www.santaana-magdalena.gov.co/orgcontrol.shtml?apc=gIxx-1-&m=p para que se actualicen los que deseen ver la defensa que hacen de los intereses ciudadanos, tanto, que esta página no es actualizada desde el 15 de septiembre de 2009)
Allí se lee textualmente en Misión: “Defender los intereses de la sociedad, Vigilar el ejercicio eficiente y diligente de las funciones administrativas municipales, Defender los intereses colectivos en especial el ambiente, interponiendo e interviniendo de las acciones judiciales, populares de cumplimiento y guvernativas -( se escribe con esta B, al menos eso me enseñó la seño Amanda en tercero de primaria, pero así aparece en la página Web)-que sean procedentes ante las autoridades competentes”. Se sigue leyendo textualmente: “Funciones Constitucionales :Dentro de la amplísima gama de funciones atribuidas a los personeros que le vienen siendo otorgadas en infinidad de disposiciones de todo tipo se puede resaltar específicamente las que tienen que ver como Agente del Ministerio Público o Veedor Ciudadano y como Defensor de los Derechos Humanos”.
Hay que reelegir al señor que está como titular de ese despacho de Santa Ana, Magdalena, que es el ex alcalde más recordado y querido de todos los tiempos, se ganó el premio al mejor alcalde del país por sanear las finanzas y satisfacer las necesidades básicas del municipio tanto que el municipio está en la ley de quiebras, además el funcionario de la personería es quien ha peleado, ha luchado, y hasta se ha adelgazado, de tanto velar por el cumplimiento de las leyes y de sus funciones en nuestro municipio, tan es así, que los sanfernanderos a quienes el pasado invierno sacó de sus casas se han cansado de pedirle les ayude con las empresas de servicios públicos para que no le cobren un servicio que no utilizaron, y él, como buen funcionario público, no les para bolas.
Es que personas como esta sí merecen nuestro respeto. Deben perdurar más allá de su periodo porque el pueblo los admira, como es el caso de la cabeza visible de la Personería de Santa Ana. Tanto, que San Fernando, por ejemplo, no ha salido muy bien del pasado invierno y ya está ad portas de otro, y el señor Personero jamás ha preguntado si las ayudas le han llegado. (No, señor Personero, si le interesa saberlo)

Observa uno con admiración la labor que realizan las Personerías en los demás municipios donde el pueblo siente que alguien los defiende, los asesora, los ayuda, los respalda, pero la personería de Santa Ana es la excepción. En algo debe diferenciarse, ¿cierto, señor Personero?

Ha sido el funcionario que se ha atrevido a rescatar las riveras de los cuerpos de agua en San Fernando, ya que los propietarios de las tierras vecinas a estas costas la han cercado hasta la mitad de estos cuerpos y hoy el responsable de la Personería nos ha devuelto la libertad de caminar por esas orillas que han vuelto a ser un bien público. Así es: Ha luchado tanto que caminar por esas franjas de tierra que están entre los límites de las tierras y las costas de los cuerpos de agua no es posible porque están cercadas con alambre de púas y nadie tiene derecho a caminar por estas tierras de la nación. Este respetado funcionario dirá que eso lo arregle el que le suceda en el cargo, que “él no tiene velas en ese entierro”

“Para el alcantarillado del corregimiento de San Fernando, la construcción del acueducto del corregimiento de Germania y la reposición de tuberías de la Cabecera, según lo que escribe el Honorable Concejal, Julio Álvarez Yacub, en la página de Facebook de Germania, el 17 de octubre de 2010 a las 16:20 horas: fue aprobado por el Concejo Municipal una solicitud del Señor Alcalde, para que haga un crédito por agua potable (transcripción textual) por 4.708.000.000 millones de pesos”. Al parecer el crédito fue aprobado porque en San Fernando comenzaron a hacer zanjas. Más no sé si están trabajando en Germania o en la cabecera
Es que nadie sabe siquiera si se llevará a feliz término todas estas obras, cosa por lo demás poco probable porque por lo general todo proyecto queda a mitad de camino y nadie dice nada en este municipio.

Pero al parecer el alcantarillado en San Fernando sólo es la primera etapa, ¿y las otras etapas? Debemos los sanfernaderos darle las gracias al ilustre profesional que está sentado en la silla de la Personería porque él ha estado muy pendiente de este proyecto, tanto, que no ha preguntado siquiera si dicho proyecto cumple con los requisitos ambientales que exige la Ley, y no tanto que los cumpla, si no que el respetado y loado profesional ha exigido que lo practiquen antes, durante y después de concluida la obra. Y después nos quejamos que no tenemos Personería. ¡Qué injusto somos! ¿O será simplemente que exigimos? Porque a decir verdad este respetado funcionario no ha dicho “esta boca es mía”, como dicen los abuelos, respecto a este proyecto, ni ha preguntado por su posible impacto ambiental.
Ha sido el funcionario que se ha preocupado porque en San Fernando los niños no sean los únicos clientes asiduos de los billares, incluso, lo hemos visto a él, personalmente, inspeccionando estos sitios para que no admitan menores de edad. Sí, así como lo leen: es más, le ha prestado tanta atención a este delicado tema, que nunca ha hecho nada. Sin nombrar que en las llamadas casetas de baile son esos cuasi niños quienes consumen licor, pero él dirá que mientras no sean sus hijos, vaya y venga.

Hay que rendirle un homenaje a este magnánimo señor porque Personería como la actual jamás habíamos tenido la oportunidad de tener en Santa Ana: cumplidora de su deber, defendiendo a rabiar nuestros derechos. Como cuando estaba dispuesto el responsable de ella a darse trompadas con el alcalde porque a éste no le daba la gana de solucionarle el problema del agua a San Fernando, a pesar de una tutela, y lo hizo al finalizar el plazo que el juez le concedió para demostrar lo mucho que nos ama. Menos mal que ahí estaba el representante del ministerio público, que se apersonó de la situación de tal manera, que nunca le importó si contábamos con ese servicio vital y mucho menos preguntó así fuera por hipocresía si nos estábamos muriendo de sed.
Pero estos son los funcionarios que deben perdurar: eficaces y eficientes.

FABIO FERNANDO MEZA