sábado, 23 de enero de 2010

UN CANTANTE COMÚN Y SILVESTRE

COLUMNA CARCAJ

El cantante de vallenatos, Silvestre Dangond, se escucha hasta en las malas pesadillas de sueños imposibles de conciliar. Hasta ahí está.

Quizás nunca imaginó Silvestre que tantos ratos amargos pasados y las tantas veces que le tiraron en la cara la puerta de las diferentes casas disqueras que tocó donde le decían que se dedicara a otra cosa, o siguiera su ingeniería, que dejara de joder, hoy fuera melodías para sus oídos. Hoy todos lo quieren tener en el portafolio de sus casas de grabación, hoy todos quieren tenerlo animando parrandas y eventos y en programas de radio, televisión o prensa.

Hoy hasta se quedó sin enemigos porque se reconcilió con locutores y con todos con los que se dio trompadas y donde ninguno ganó. Hoy todo es vergel para su jardín. Su agenda está llena y tiene que hacer un campito para estar con los suyos porque así como va de aquí para allá y de allá para acá, cuando vuelva a su casa ya su hijo menor no lo saludará para pedirle la bendición e irse a acostar sino a pedirle permiso para irse a parrandear

Ojalá que siempre tenga en un lugar muy especial a sus más allegados y no se deje absorber por la fama y demás banalidades que trae el éxito como la chequera llena y la popularidad.

Silvestre dice que encontró su madurez musical con el actual álbum del que se escuchan y le corean sus seguidores hasta los saludos. Debe desmarcarse de su inclinación de en los escenarios imitar constantemente a Diomedes Díaz, (ya hasta forma escándalos como Diomedes y eso no está bien) Lo que falta es que se vuelva adicto a algún vicio, incumplido y repudiado por algunos, se quede sin amigos o tenga amigos parásitos que todo se lo aplaudan y se haga meter a la cárcel para que la emulación sea completa. Y lo conseguirá si sigue así.

Lo que Silvestre y otros cantantes hicieron fue aprovechar el vacío que dejó Diomedes Díaz cuando estuvo encarcelado. Poncho Zuleta no lo pudo decir mejor: “Aprovechen muchachos ahora que el tigre está enjaulado”. Algunos escucharon las palabras del cantante del clan Zuleta, entre ellos Dangond.
Sus amigos dicen que ya Silvestre no necesita copiar a Diomedes porque lo diferencian del resto por su carisma, su propio estilo, su energía y sus triunfos a toda prueba. Ojalá...

Alguna vez al ver la magnitud de su triunfo y en un momento de lucidez le dijo a su compañero: “Yo no sé hasta donde vamos a llegar con esto, Juancho. Estoy asusta’o”. Lógico que tiene que estar a punto de orinarse los pantalones del susto porque no es fácil asimilar que se acueste siendo un don nadie y se levante siendo ídolo indiscutible de multitudes.

Este momento de efervescencia y derroche de talento debe saberlo canalizar para que no sea flor de un día, para que su canto prevalezca y demuestre a sus férreos críticos que él está hecho para rato y no es el producto del desespero de la Sony BMG, la casa disquera que andaba a la caza de algún cantante que se perfilara con algo bueno para ella resarcir sus pérdidas y tapar el hueco que están dejando sus figuras de siempre, que algunas han optado por irse de su casa de siempre.

Hasta sus hoy colegas, los mismos que antes de su boom lo miraban “como gallina mirando sal”, le suplican que graben a dúo algún tema para que pueda ser éxito. Él gustoso a todos les dice que sí. Ha grabado hasta porros y fandangos.
Pero es bueno que Silvestre sienta algún contrapeso musical (de hecho lo tiene) y no piense que es “el único toro del corral” ni “la única yuca del sancocho” porque después hace lo que le dé la gana. De eso hay algunos ejemplos en el vallenato.

Este difícil mundo vallenato a donde todos quieren llegar y sueñan con triunfar es a veces desagradecido, porque el mismo público que los lleva al cielo los baja a los mismísimos infiernos por alguna falta o porque no le gusta lo que su artista ha grabado.

Todos los cantantes aficionados de esquina, de colegios, de universidades, desean seguir los pasos de los hoy grandes y dejar de pasar hambre, llevar en su muñeca un rolex original, tener un montón de seguidoras, montarse por fin en un avión y salir en la televisión, sólo para echarle vaina a sus amigos y vecinos. Todos quieren ser un poquito de Silvestre con un poquito de Diomedes, y otro poquito de Poncho y Villazón, no importa que sea una ensalada difícil de digerir hasta que consigan su estilo propio como han hecho todos los cantantes. Es que en la costa los cantantes se dan silvestres todos los días, pero no todos los días triunfa un cantante silvestre.

Yo no sé si será suerte o trabajo y constancia, o todas a la vez, lo que ha hecho que Silvestre sea hoy la figura vallenata más popular y más querido o más odiado. Hoy Silvestre es de todo el mundo. Es el fenómeno que revolucionó el vallenato. Hoy por hoy es el rey Midas de empresarios, de su casa disquera, de su familia. Es el personaje de quienes todos están pendientes para ver qué dijo o dejó de decir. Hoy está en un pedestal. Hoy es inalcanzable y se da el lujo de hacer y decir lo que le dé la gana. No sé mañana.
FABIO FERNANDO MEZA

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