domingo, 5 de diciembre de 2010

PARA EL CANTANTE FARID ORTIZ ES MÁS RENTABLE SALUDAR QUE CANTAR

“Por cada saludo yo cobraba por persona entre 5 y 6 millones de pesos y llegué a un monto que por poquito no pisé los 200 millones de pesos…Me acaba de llamar un joven que pagó y el papá es el alcalde de Sincelejo y quiere que le devuelva el dinero”. Son declaraciones de Carlos Alberto Redondo, representante del cantante Farid Ortiz, quien se inmutarse le cuenta al periódico El Pilón, de Valledupar, algo que raya en lo censurable y vergonzoso.

¿Cómo es posible que se ventile esto sin una pizca de pudor y de manera pública? ¿Será este el común denominador de todos los representantes de los grupos vallenatos? ¿Es que no tienen vergüenza, carajos?

O sea que al cantante Farid Ortiz poco le importa si canta o no canta, si graba o no graba bien, si las canciones son dignas de su cd, a él lo que le interesa es reunir millones y millones vendiendo saludos a diestra y siniestra. Para él, al parecer, eso es más rentable. Qué tristeza, señor Farid Ortiz, porque me imagino que su representante actúa así de esa manera tan “formidable” con su consentimiento.

Y una pregunta idiota ¿Ese es el amor por nuestra música señor Ortiz? ¿Es que para usted todo tiene que ser 6 ceros a la derecha? Está bien que ha pasado hambre pero ventilar esos asuntos no creo que lo engrandezcan ni como cantante ni como persona ni a usted ni a su avaro representante.

La casa disquera a lo mejor no le incluyó los saludos porque no tenía un pedazo de su pastel, dele un poquito de los casi 200 millones para que vea como le arreglan el asunto, “respetado cantante”.

En una entrevista al periódico El Espectador, el cantante Poncho Zuleta dice: “cuando empezamos no teníamos el signo pesos pegado en la frente, uno mostraba en las parrandas lo que componía. Eso valía una ‘pea’, un sancocho, una novilla, unos zapatos o un sobrero…un cariño. Eso nos generó un sentimiento, no teníamos el afán comercial. Claramente llegó el momento en que tenían que pagarnos, pero 15 años después…Ahora, incluso, hay una faceta delicada y fea…Eso de los saludos lo inventamos nosotros. Ahora están cobrando por eso. Es feo e indigno…”

Cantantes que se ganan un promedio de 30 millones por cantar un promedio de 2 horas y que según se ve no le deben nada a nadie, es lo que hoy abunda en la música vallenata. Cantantes que no saben qué es vallenato engrosan las filas de este hermoso folclor sólo porque no tienen sentimiento sino asquerosas chequeras.

El saludo se inventó para de cierta manera agradecerle a alguien algún favor, o a un sitio o una circunstancia. Todo gratis. El mejor pago era la alegría de la persona aludida.

Hoy Farid Ortiz cobra, según su desvergonzado representante, entre 5 y 6 millones de pesos (depende el marrano). Él se hizo sólo y nadie le ayudó a nada. No le debe un saludo gratis a nadie.

Me imagino que detrás de este polémico cantante se van muchos de sus colegas en cuanto a cobrar por nombrar a alguien se refiere. La triste y decepcionante diferencia radica en que son, si se quiere, un poco más recatados, lo manejan con un perfil bajo y no lo viven diciendo a los cuatro vientos.

Yo le sugiero a este cantante y a los que lo imitan en los cobros tan exagerados, que no le ponga letra a las melodías que grabe, que sobre la pista salude a todos los que tengan 5 ó 6 millones y llene las canciones de saludos. Así tendrá toda la plata del mundo a expensas de idiotas útiles. Además, si este cantante y quienes lo secundan le cobra a los amigos para saludarlos, no es amigo de nadie.

A veces uno se pone a escuchar canciones clásicas, vallenatos hermosos, y hasta el saludo hace juego con lo que expresa la canción y se nota que sale del alma del cantante. Hoy todo eso ha cambiado: saludos simples, pagos, y sin garbo”, que no dan ganas de escucharlos

Farid, ¿Y si alguien desea que lo saludes en la canción que rompe el cd, es más caro que si lo haces en la última? ¿De cuánto estamos hablando? ¿Si no vendes los saludos no tienes para el suero que te complete la yuca para el desayuno?

Lo que falta ahora para completar este acto tan bochornoso es que salga alguna denuncia desde Sincelejo diciendo que la plata que le pagaron al cantante para que salude al hijo del alcalde es dinero público. Sería lo último.

Qué asco. Qué decepción. Hasta donde han llegado algunos llamados “cantantes vallenatos”. No tienen dignidad ni orgullo. Tienen es hambre de 6 ceros a la derecha y nada de amor por lo que hacen ni mucho menos respeto a sus seguidores.

FABIO FERNANDO MEZA

miércoles, 1 de diciembre de 2010

DIOMEDES DÍAZ: ‘EL PIPÓN’

“Maestro, vamos a cantarle la última a esta gente…”. Sí, es Diomedes Díaz, cuando “no tenía la panza como bangaño”, suplicándole al ‘gran Colacho’ que no se bajara de la tarima y lo acompañe con una canción más para complacer a esa gente samaria que ha estado embobada escuchándolo toda la noche.

No eran otros tiempos. Todos los tiempos han sido para este cantor de penas y desencantos, de subidas y de bajadas. De alegrías. Los mismos como él con sus actos los moldea. Aunque a veces han sido más de bajadas.

Su timidez a enfrentarse con la realidad lo vuelve agresivo y más cuando no acude el verso espontáneo en su ayuda para sacarlo de aprietos. Tranquilo, hermano, tranquilo. Quizás cuando enfrente todos esos monstruos que no dejan ser ni hacer lo que de verdad es y les lance un jab y los mande a la lona, volverá a sonreír como aquella tarde cuando vio su nombre en letras de molde plasmado en la caratula de su primer disco. Y siguió sonriendo aunque fue un fracaso su primera incursión en el canto.

Debo confesar que millones de personas todos los días desean oír su voz, yo, en cambio, corro para mi casa de San Fernando donde en un rincón están guardados los casetes piratas de sus cantos y de sus presentaciones en vivo y mi alma se funde con ese ambiente y hasta lo acompaño a cantar un verso que sale de la noche y que sabe a madrugada: “miren cómo es la vida/ para mí esto es un detalle/ Diomedes se va p’al Valle/ Jaime Pérez pa’ Barranquilla…Y al despedirse, el eterno presentador del ídolo de multitudes dice: “Adiós, amigos, adiós, Rio Hacha, caramba, ese adiós, ese adiós que inventó la tristeza…”

¿Por qué hoy no lo haces, Cacique? ¿Por qué no haces de cuenta que estás otra vez en Rio Hacha “muy malo de la garganta debido a la profesión, yo canto de corazón y sin tantas arandelas, que viva Rio Hacha entera aquí dejo mi Corazón?”
Es que no han pasado los años. Tú eres como las tejas Ajover, Cacique: “No te pasan los años, únicamente la luz”

¿Es que no te escuchas? Vuelve a oír tus discos de antaño ¡Eres el mismo de siempre! Eres el ‘pela’ o’ aquel que se encerraba en la habitación de su casa con el casete de ‘El Cóndor Herido’ recién salido del horno a escucharlo y a volverlo a escuchar y le transmitías esa alegría y ese triunfo a todos los que te rodeaban. Ese eres tú. “Este es Diomedes, este (y te golpeabas el pecho) y no el que dicen los periódicos, decías en una presentación en Barranquilla. ¿Por qué no te lo repites tú mismo de vez en cuando? Sería bueno para tu autoestima que te golpearas el pecho con esa verdad de a puño como aquella vez en Barranquilla. Tú eres inmenso. Saca a flote ese ser humano noble y sensible que hay en ti.

¿Quién dijo que no te puedes equivocar?. Pero si eres un ser humano, Diomedes, alguna vez tú decías en guajiro limpio: “El que no trompica, no alza el pie”. Tú no eres menos que eso: una persona que cada día que se levanta, se levanta con él todo un legado, toda una herencia, todo un pueblo a respirar, a soñar. Tú tienes derecho a soñar, a realizar tus deseos, a pedir perdón, a cada día ser mejor persona, a superarte, hasta de reírte de esas vainas raras de la vida como lo hacías antes: “Ja, ja, ja…¡vaya al carajo Señor Abogado”!. ¿Te acuerdas? ¿Acaso no sabes que todo fracaso deja una enseñanza? ¿Olvidaste aquellos tiempos cuando los cantantes vallenatos de moda de cuando comenzabas te tiraban la puerta en la cara o se negaban a recibir “al indio ese, voz de chivato, que sí jode”; para no escuchar la canción que acababas de componer y que al final terminaban grabándote?. Tú, Cacique, no te dabas por vencido, que yo recuerde. Al contrario: eso te daba más bríos para seguir y demostrar lo que es capaz un cardón guajiro en tierra mala. Y mira que hoy eres más que aquellos que de ti se burlaban y no daban un peso por ti. Eres más que aquellos que te decían que “más lejos llego yo montado en un burro fumándome un tabaco”

Hey, tú no tienes que volver a vivir. ¡Si siempre has vivido, por Dios!. ¿Es que no te has dado cuenta que sólo tú a través de tus cantos hiciste comprender qué es dormir en los pañales de una canción vallenata y levantarse a las 4 de la mañana tarareando “una de las canciones que canto yo?” ¿Olvidaste, Cacique, que el día no es igual si no se amanece con una totuma de tinto caliente en la mano y una canción tuya en los labios, silbándola?

¡Pellízcate, tú estás vivo!. No te pongas a contar en cuántos corazones amaneces cada día porque nunca terminarías, amigo. No mires para atrás ¿Para qué?. No vale la pena. Más bien sigue cultivando los valores que tus padres te inculcaron, sí, esos que te han hecho grande. Recuerda que “el hombre importante es aquel hombre que por su sencillez todos los tratan”. Eso no lo digo yo. Lo dices tú. Tú cargas el terrón del talento en la mochila y tú con ese barro moldeas cantos impresionantes que incluso han reconciliado millones de corazones.
Además, piensa que tú no has ganado nada todavía por muy importante que parezca el Grammy. “Los mejores días están por venir, primo”, como te diría un guajiro de hacha y machete.

Tú no sabes hacer otra cosa bien que no sea cantar. Ni siquiera sabes sembrar bien un palo de yuca porque lo siembras con los botones para abajo.

Alguna vez cuando alguien te preguntó para qué carajos habías nacido, respondiste: “el que nace pa’ pipón, ni que lo fajen chiquito”. Tú, Cacique, naciste para cantar…Para eso…Pa’ pipón’… Si nunca dejaste que te fajaran ¿por qué te dejarás ahora?

FABIO FERNANDO MEZA
fafermezdel@gmail.com

lunes, 22 de noviembre de 2010

Los tres amores que dejó Juancho Rois

Dieciséis años de su partida

Por Juan Rincón Vanegas
juanrinconv@hotmail.com

El rostro de Dalia Esther Zúñiga sigue recibiendo con estoicismo las lágrimas que comenzaron a derramarse desde la noche del lunes 21 de noviembre de 1994, cuando murió su hijo Juan Humberto Rois Zúñiga, Juancho Rois.
En su casa de San Juan del Cesar, La Guajira, todo gira en torno al célebre acordeonista que impuso su estilo y que en vida dio la más grande muestra de calidez humana. Tiene un cuarto, museo lo llama ella, con cuadros de la vida y obra musical del artista.
Están los momentos gloriosos al lado de familiares y amigos. Todo hace indicar que en San Juan del Cesar, y en ese rincón ubicado en la carrera 10 número 4-27, Juancho Rois está aún vivo.
A la entrada de la casa descuella una imagen a escala de Juancho, dándoles a todos la bienvenida. Tiene un ademán de “todo bien”, la camisa, el pantalón y las botas que más le gustaban.
Dalia se acomoda en su mecedora y comienza a hablar de lo que nunca ha dejado de hablar: de su querido hijo.
“De Juancho Rois tengo todos los recuerdos, principalmente su hijo. Para mí, Juancho Rois no ha muerto. Él sigue viviendo, por eso en este espacio que es mi casa se nota su presencia en todos lados”.
Despacio va sacando todas las reliquias que guarda de su hijo. Y en medio de fotos, discos y centenares de detalles expresa “el último recuerdo que tengo de Juancho fue el día de su matrimonio, que fue el día más feliz de su vida. En esa fecha pasó lo más bonito, nos unimos más nosotros. Cuando él me vio que llegué a Montería, me dijo: me has hecho feliz, porque creí que no venías. Nos abrazamos largamente y me dio un beso”.
En ese preciso momento el dolor se estaciona en su garganta y las lágrimas toman forma de testimonio silencioso en sus ojos y no puede hablar más.
Arrebatando de un tajo el dolor replica: “con Juancho se me fue más de la mitad de mi vida. A Juancho me lo regaló Dios un 25 de diciembre”.
Cuenta que, siendo Juancho niño, ella tuvo que irse a trabajar a Venezuela y dejarlo bajo el cuidado de su familia. “Cuando me fui a trabajar a Maracaibo el primer regalo que le mandé fue un acordeón. Le mandaba ropa y juguetes, pero nunca faltaba el acordeón. Yo pensaba que sería músico por su gran capacidad, pero nunca que alcanzaría la dimensión que tuvo”.
En medio de su relato indica que para su hijo, San Juan del Cesar era lo máximo. Además de ser su patria chica, era su refugio cuando sus compromisos se lo permitían. “Él adoraba a su pueblo. Se caminaba sus calles, jugaba con niños y jóvenes y se iba para los puestos de venta de fritos y les daba empanadas y papas. Ese era su deleite mayor. Ponía en fila a los ‘chanceros’ y le apostaba a cada uno y jugaba hasta con los locos”.
Habla entonces del matrimonio de Juancho y sus ojos se llenan de lágrimas. “Estuve de acuerdo con ese matrimonio porque sabía que con ella iba a conseguir su felicidad. Iba bien casado porque se llevaba una gran mujer y una gran familia. Me duele en el alma que no hubiera disfrutado por mucho tiempo su felicidad y que llegara a su plenitud, que era el nacimiento de su primer hijo. Dios lo llamó sin dejarle conocer a su hijo, del cual se sentía orgulloso y hablaba sin parar de él”.
Después del deceso de Juancho, doña Dalia ha sufrido constantes quebrantos de salud, e incluso el médico le prohibió visitar la tumba de su hijo. A pesar de eso, le envía las flores y pide que le recen, pero en medio de la charla manifiesta que Juancho hace milagros.
“A mi casa llega mucha gente de todas partes a decirme que le pidieron a Juancho Rois y les hizo el milagro. De Barranquilla llegó un señor a conocerme y a decirme que me daba las gracias por haber tenido un hijo tan bueno. Me contó que tenía una grave situación económica y él se la solucionó pidiéndole y pidiéndole a través de oraciones. Yo creo todo eso, porque mi hijo era muy humanitario”.
Sigue hablando y anota que había soñado con su hijo y que le dijo que su vida iba a cambiar. “Me dictó los números 935 y 358, pero nunca le he apostado a la suerte. Para qué, si con Juancho perdí el premio mayor”.

Jenny, su amor

En la vida de Juancho Rois se apareció una bella joven monteriana para llenarlo de enormes ilusiones. La responsable del estreno del más intenso amor en su corazón fue Jenny Cecilia Dereix Guerra, quien recuerda los hechos que hicieron posible el noviazgo y posterior matrimonio con el artista.
El amor nació de una mirada de Juancho a Jenny en una caseta de Montelíbano, Córdoba, y que con el paso de los días se afianzó a pesar de algunos tropiezos. En medio de esos avatares del sentimiento y ante la oposición de los padres de su amada, Juancho no encontró otra salida que decirle en un canto que no entendía, que su amor era más grande que las fuerzas de Sansón y que estaba dispuesto a entregarlo todo para llevarla al altar. Sus razones las enmarcó en un título: ‘Por qué razón’, y le colgó unos versos donde hablaba su corazón.
Jenny estudiaba ingeniería en Bogotá y hasta allá llegaron las muestras de amor de Juancho Rois. Un amor tan inmenso que era capaz de colmar de detalles a su amada. La canción y las palabras sinceras del acordeonero lograron su afecto, y con el viento a favor se casaron –felices y con la bendición de todos– el domingo 16 de octubre de 1994. La iglesia San Pablo Apóstol de Montería fue el lugar donde Juancho y Jenny se juraron amor eterno, pero el destino los separó.
“Fueron 33 días de matrimonio, y recuerdo que cuando le dije que estaba embarazada se puso feliz. Él estaba en grabación y yo fui a darle la noticia. Ese día recuerdo como detalle especial que me compró todas las flores que tenía una vendedora”.
Después de este relato, Jenny se queda callada recogiendo pedazos del ayer, arma el rompecabezas de lo que sin duda son sus mejores recuerdos, acomoda el dolor en su alma y continúa. “Los días eran normales. Caminábamos juntos, nos bañábamos, me acompañaba a la universidad. Éramos muy felices”.

El retoño de Juancho

El niño nació el sábado seis de mayo de 1995 y se le puso el nombre de su padre, Juan Humberto.
Los recuerdos de Juancho siguen revoloteando y su hijo relata que su mamá le cuenta que su papá fue un hombre noble, bueno, amoroso, excelente acordeonista y que le hizo a ella unas bellas canciones. Guarda silencio y de repente sorprende con una sincera declaración: “Yo tenía derecho a conocer a mi papá, nadie sabe el vacío con que he crecido”. Y recalca que “según me cuenta mi mamá, mi papá estuviera orgulloso de mí, porque desde el día que supo que ella estaba embarazada se volvió loco y dijo que quería que yo fuera acordeonero o futbolista”. Jenny corrobora esas palabras diciendo que en el apartamento había acordeones y Juancho le compró un balón al hijo que venía en camino.
Juancho, le gusta que lo llamen así, como a su papá, y dice que le gustaría aprender a tocar acordeón, pero solo por hobby.
Jenny toma la palabra y dice: “El niño desde siempre ha sido muy apegado a su familia. Juancho, su papá, cuando supo que estaba esperando un hijo me sobaba la barriga y le decía “Mi mochito”. Esos fueron momentos bellos de la vida, pero ahora ese niño ha crecido y tiene muchas cosas de su papá. Por ejemplo, a Juancho le gustaba que le rascaran la espalda, incluso pagaba, y al niño todas las noches hay que rascarle la espalda. Mira que aunque no conoció a su papá hay cosas que las lleva en la sangre. Mi hijo es mucho de su papá. Él tiene muchas ilusiones en la vida, quiere ser un reconocido administrador de empresas o ganadero. Y pensar que su papá decía que el monte era para las vacas”.
A Jenny se le derrumbó la vida, especialmente las ilusiones que comenzaba a construir con su Juancho. No entendía cómo un ser bueno, noble y amoroso la dejaba sola y con un hijo en sus entrañas.
Juancho Rois Zúñiga partió dejando regados miles de recuerdos por la vida que transitó durante casi 36 años. A su mamá Dalia le regaló el más grande amor de hijo, a Jenny le dejó a Juancho, a Diomedes una imagen de la Virgen del Carmen y a sus seguidores y amigos sus notas, que hoy y siempre sonarán sin descanso porque con el acordeón era El Fuete.
Ese que en sus últimos años de vida escribió gloriosas páginas vallenatas al lado de Diomedes Díaz, quien en su obra 'Canto celestial', le dijo: "Compadre Juancho no fui a su entierro, porque no quise verlo enterrá, porque así yo me hago la idea, de que usted esta viajando lejos, que está con Dios allá en el cielo".

Un cuento de la abuela

Juancho Rois vivió mucho tiempo en San Juan del Cesar, en la casa de su abuela paterna, Rosa María Fernández de Rois.
En cierta ocasión Juancho quería ir a Valledupar al baile de lanzamiento del primer disco de Beto Zabaleta con Emilio Oviedo, pero sabía que su abuela no lo iba a dejar viajar.
Entonces, con su astucia sanjuanera, se puso de acuerdo con sus amigos Joseito Parodi Daza y Armando Sarmiento y se acostó a las siete de la noche, Tres horas después, cuando todos dormían, se escapó para Valledupar.
Esa noche le dieron la oportunidad de tocar en la tarima y demostró su sabiduría musical. Como a las tres de la mañana retornó a San Juan del Cesar y se acostó como si nada hubiese ocurrido.
En las horas de la mañana, por la emisora Radio Guatapurí hicieron el comentario del baile y de la actuación especial de Juancho Rois. Cuando su abuela Rosa María escuchó el comentario expresó: “Vee, ese radio está loco, y que Juancho tocó anoche en Valledupar. Mucha mentira esa, si se acostó temprano y mira que todavía es la hora y está durmiendo”...

miércoles, 17 de noviembre de 2010

¡LA FUETERA…! : RECORDANDO A JUANCHO ROIS

Después de una apoteósica presentación en el club El Rosal en la ciudad de Caracas, Venezuela, todos los integrantes del conjunto de Diomedes Díaz y Juancho Rois se fueron al hotel a descansar ese 19 de noviembre de 1994.
A Juancho Rois lo contacta esa noche un ganadero del Estado Anzoátegui para que vaya a su finca porque quiere parrandear con sus canciones y deleitarse con su acordeón. Diomedes regaña a Juancho y le dice al acordeonero que él no tiene necesidad de eso, que en Bogotá lo espera su esposa bella, que mande esa presentación al carajo. Pero Juancho le dice que esa plata que se ganará en El Tigre es para comprarle regalos de navidad a muchos niños pobres. Juancho invita a Diomedes y éste se niega a ir por lo que contrata a Enaldo Barrera para que le cante. El 21 de noviembre se accidenta el avión donde viaja el grupo y el acordeonero fallece. En esa discusión amigable del 19 de noviembre fue la última vez que se vieron los artistas que en mayo de 1988 se habían reencontrado gracias a los buenos oficios del venerable Claudio Mendoza al ver el guiño y el interés de ambos artistas.

Juancho antes que artista era un humano con alma de niño. Cuando los habitantes de la calle de Bogotá se enteraban que andaba por ahí, lo buscaban y el artista nunca les dio la espalda y le regalaba plata o comida. Así era cuando estaba por San Juan del Cesar: los vendedores de chance hacían filas inmensas y él a todos les compraba un número. Igual pasaba con las vendedoras de fritos.

Su tía Carmencita Rois, fue quien estuvo con él durante su niñez, adolescencia y parte de su vida adulta. De ahí que no quería ver sufrir a niños con los mismos padecimientos que quizás tuvo el autor de la canción primera grabada por los hermanos Zuleta, “Que te vaya bien”.

Todavía nadie comprende cómo carajos hizo Juancho para decirle a Jenny Dereix que ella le gustaba ya que era impresionantemente tímido. Porque cuando la veía se le quería salir el corazón por la boca y muchas veces salía corriendo cuando la veía salir de la Universidad, pero después de darle vueltas al asunto sacó fuerzas de donde no tenía y se lo confesó cuando culminó la grabación del álbum “El Regreso del Cóndor”. La desarmó cuando le dijo que ella le tenía el corazón tan herido como “el palo que se pone de soporte debajo de la astilla cuando se va a hender con el hacha”. A partir de ahí se volvieron inseparables y él la enamoraba cada día más con sus detalles inesperados como la vez que compró todas las rosas que encontró en su camino para regalárselas a ella porque había aceptado salir a pasear con él las calles lúgubres de Bogotá. Fueron los días en que se le vio comiendo mote de queso y suero con yuca, para según él, acostumbrarse a la comida que su futura esposa degustaba.

Su muerte causó una honda herida no sólo en su joven y bella esposa sino en muchas personas que de una u otra manera sobrevivían de la benevolencia de Juancho.

Sus amigos más cercanos sabían que la unión de Juancho con Diomedes llegaría a su fin ese mes de diciembre que nunca llegó para el acordeonero, ya que tenía pensado radicarse con su esposa en los Estados Unidos e incursionar en el vallerengue y en un proyecto que estaba bastante adelantado con el dominicano Wilfrido Vargas. Nada de eso se cumplió. Los niños de muchas partes también se quedaron sin sus regalos de navidad ese año y lo más triste, sin su ángel guardián.

Juancho hablaba con el acordeón o el acordeón hablaba por él. En 1981 el cantante Jorge Oñate estaba en la población atlanticense de Sabana Larga para cantarle en su feria pero Chiche Martínez, su acordeonero, no pudo llegar. Oñate desesperado llamó a amigos en Valledupar para que le consiguieran un acordeonero de emergencia y su esposa, Nancy Zuleta, se acordó en medio del desespero que en San Juan había un muchacho de escasos 20 años que tocaba su acordeón de manera muy particular y adornaba el canto del gran Elías Rosado.
Juancho fue a Sabana Larga pero sólo a sacar a Jorge del atolladero. No pretendía más. Pero Dios le tenía deparado otra cosa porque cuando terminaron de tocar ya Jorge Oñate no quiso desprenderse de él.

Mamador de gallo cuando estaba con sus amigos de la Flotica, la Tropilla y de la Esquina Caliente en San Juan. Incluso, al mismo Diomedes su jodedera le sacaba la piedra hasta en plena sala de grabación. En épocas de la cosecha de mangos se ponía a comerlos y no se limpiaba las manos para cuando sus amigo llegaran a saludarlo, él estrecharles la mano, así, sucia, después soltaba su carcajada.

El corazón de Juancho llegó a suplir incluso a Colacho la vez que en Valledupar, en la famosa caseta Aguardiente, Colacho estaba tocando su acordeón y Diomedes no subía a la tarima por estar mamando gallo. Colacho se molestó, se bajó y se fue. Juancho que estaba allí con Jorge Oñate, salió al auxilio de Diomedes aún con la molestia de Oñate quien le decía que dejara solo a Diomedes para que respetara al Consagrado. Era la época en que todavía “el viento le alborotaba la melena a Colacho”. Y Juancho con su alma noble terminó tocando su acordeón para los dos cantantes. Él era así. Y Se reía por todo.
Incluso, le gustaba vestir tan bien que hasta diseñaba su propia ropa como con la que aparece en la fotografía de la carátula del álbum “El Regreso del Cóndor”.

Ser Rey Vallenato no lo desvelaba pero se presentó para complacer a sus amigos. Perdió la batalla pero fue algo así como una insubordinación de su propio acordeón quien estaba resentido porque lo había prestado a un competidor que en ese año de 1991 había dejado el suyo empeñado por una noche de amor en un bar de mala muerte en Valledupar.

Al muchacho de 19 años que Israel Romero descubrió en el festival del Fique en la Junta, Guajira, lo llevaron para Medellín a grabar con Juan Piña; luego se encontró con Diomedes en una parranda y decidieron grabar La Locura, que de por sí todos decían eso de esa unión: que era una locura. La juventud, la inmadurez y otras circunstancias hicieron que no se soportaran y se separaran.

14 años han pasado desde que a doña Delia Zúñiga, su madre, le fueron con fatal noticia de la cual no se ha podido recuperar y el pueblo sanjuanero tampoco. El dolor era tanto en el corazón del San Juan de esa época que declararon a Diomedes persona no grata por su ausencia cuando Juancho Rois más lo necesitaba.

Juancho Rois murió de una manera que no se merecía. Murió pidiendo que no lo dejaran morir, que su esposa, “Yeno”, como amorosamente le decía, lo esperaba en Bogotá para que la fuera a buscar a la Universidad, y para que le volviera a regalar todas las rosas que cultivan en la sabana de Bogotá…La muerte no quiso esperar que la monteriana volviera a verse con ese sanjuanero que había nacido un 25 de diciembre, que le había robado su corazón y además sus gustos musicales se los había cambiado: porros y fandangos por las notas alegres de un acordeón…sí, el de Juancho Rois.

FABIO FERNANDO MEZA

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jueves, 11 de noviembre de 2010

‘¡CESÁREO ME DIJO QUE LOS GALÁPAGOS ERAN A 1.500 PESOS!’: ANITA

Sí, era una tarde de Semana Santa cuando Rosiris Ruíz se quedó embobada mirando esos cuatro monstruos que Anita vendía por la calle. Era tanto el apremio de Rosiris que desde lejos le gritó: Anita, te doy 4.000 pesos por esos galápagos. Anita en señal de rechazo tomó su mano derecha y la puso en el pliegue del brazo y de su antebrazo izquierdo en ademán de rechazo: “¡Ve…, le dijo mostrando su mano derecha en su brazo izquierdo, Cesáreo me dijo que eran a 1.500 pesos…!”

No hubo poder humano ni divino que le hiciera comprender a Anita que 4.000 pesos eran más que 1.500. Siempre fue así. Nunca dimensionó el valor real del dinero. Para ella 500, 1000, 2000, 5000 ó 10000 pesos eran lo mismo.

Rosirirs se devolvió para Santa Marta sin probar los galápagos esa Semana Santa
Esta mujer menuda, quemada por los años y la miseria, la conocí igual desde que tengo uso de razón. Nunca la veía más vieja o acabada. Era la misma Anita de siempre: con su voz apagada pidiendo favores por las calles de San Fernando, su mismo vestido, sus pies descalzos, su ingenuidad, su dulzura y su sonrisa eternas sin dientes…

Yo no sé que hacía tantas cosas que la gente le regalaba porque siempre andaba así. Dicen que se la robaban y se las vendían allá donde vivía, en la parte sur oriental del pueblo, en el barrio Las Colombias, en un rancho que se llovía.
Ana Guerra!!!, Buenos días… le dijo una mañana mi mamá, la Seño Gloria, cuando fue a buscar un poquito de leche por caridad. Yo estaba por allí y sonriendo feliz me dijo: “Hasta a mí se me había olvidado que me llamaba así…”

Esta Anita, la misma que cuando uno se la encontraba por la calle decía: “voy pa’ San Fernando…” porque para ella salir del rincón donde vivía era ir al pueblo; sí, la Anita que no se cansaba de bailar cuando la mandaba su esposo, Cesáreo, a hacer mandados y ella en vez de ir a la tienda se iba para donde escuchara música, y ahí exorcizaba todas sus desesperanzas olvidándose del café, la panela y los tabacos; esta Anita ha muerto…Tal vez de inanición, de neumonía, o de tristeza al dejar por primera vez su casa por culpa de la creciente, quién sabe…

Yo creo que Anita no nació en el pueblo, alguna vez le escuché decir que tenía hijos profesionales en mompós que se cansaron de rogarle que se fuera con ellos. Ella nunca quiso, porque a su decir esas camas de allá eran muy bonitas y blanditas y ella no sabía dormir en esos chócoros…

Ya no la regañará más Cesáreo: “te voy a dar un al revés con el filo de la mano, carajo, que vas a caer allá en la ciénaga y quedar hecha picadillo lista para que te coman los puercos”, le decía, cuando Anita se demoraba con los mandados, o cuando, -como casi siempre- no llevaba completo los vueltos.

Anita quizás le echaba la culpa a los famosos arenales del pueblo, pero ya no. Los arenales se fueron y no nos quisimos dar cuenta cuando nos decían poco a poco adiós. Y culpaba al colchón de arena porque las monedas se le enterraban allí y ella decía que no las encontraba.

Confieso que había resuelto no escribir por un tiempo, pero es que a veces en San Fernando pasan unas cosas que no me puedo quedar callado. El médico Édgar Ruiz me llamó a decirme la triste noticia y no me entristecí. Me alegré por Anita. Porque ya descansó de tantos ratos amargos con los que estuvo pincelada su vida. Al menos cuando su esposo la amenace con pegarle, ya no podrá. Aunque sea por lo mismo de siempre: los famosos vueltos de algún billete que siempre faltaban y ella con su alma noble y buena lo explicaba desde hace mil años a su manera, aunque Cesáreo se quedó calvo de la rabia de tanto escuchar la misma explicación: “esa moneda que te di, esta que te estoy dando, y esta que te voy a dar, son un peso con cincuenta centavos del billete de 5000 mil…”

Anita, de todo corazón te deseo multiplicado por un millón ese “peso con cincuenta centavos” pero de felicidades allá donde sé que estás porque Dios existe, Anita. No lo olvides.

FABIO FERNANDO MEZA

lunes, 8 de noviembre de 2010

AL SALUDO VALLENATO NO LO PUEDEN MATAR

Al folclor vallenato no se le debe desmembrar a uno de sus miembros preferidos porque queda como viudo con mujer viva.
A la música vallenata poco a poco se le ha ido quitando parte de su herencia, comenzando con la modernización continua de sus aires representativos. Se mira con preocupación cómo se está tratando de borrar de la piel del folclor vallenato su tatuaje indeleble como lo es el saludo espontáneo de sus intérpretes para alguien o algo especial para ellos.
Desde antes de que la música vallenata existiera como tal, cuando lo que expresaba el campesino al inspirarlo una tarde de sol de los venados en su acordeón sin acompañantes era dedicarle su canto lastimero a quien estuviera por allí, el saludo es la sangre que corre por las venas de la música vallenata. Es quien la nutre de autenticidad.
Desafortunadamente hoy con la excusa inaceptable de internacionalizar nuestra música se tiene que matar y enterrar tres metros bajo tierra a su hijo más dilecto dizque porque no encaja en el nuevo mensaje que se quiere mostrar al mundo. Eso es un tremendo error. ¿Qué vaina es esa?

Si al mundo le ha llamado la atención esta música con arraigos bucólicos bien definidos se le debe de seguir mostrando así tal cual como es. Como es ella. Porque de otra manera, se estaría entregando al mundo para su deleite una música que le falta el centavo para el peso y eso no es autóctono, y ese algo que le falta es el saludo vallenato, su razón de ser.

Si se observa por ejemplo, la música ranchera que Méjico orgullosamente le muestra al mundo, no ha dejado de ser lo que es. Y el mundo así la acepta, así la quiere y así la canta. No ha sufrido cambios. Entonces a nuestra música vallenata por qué tenemos que cercenarla para mostrarla inválida, porque le falta lo mejor, como si nos sintiéramos avergonzados de la canción y del cantante que saluda a un amigo campesino en la población de Garrapata, Magdalena; o de la canción y el cantante que saluda muy cariñosamente al Cojito Palmar en el caserío de Guarero, en la frontera; por decir sólo dos ejemplos de los tantos que hay. Al contrario: se debe seguir saludando a todos los campesinos de todas las Garrapata, Magdalena; y a todos los miles de Cojito Palmar de todos los Guarero. No debemos sentirnos avergonzados por eso. Es nuestra cultura, es nuestra cédula de ciudadanía, nuestro pasaporte para mostrar al mundo, y así nos quieren y nos admiran.

Las casas discográficas cuando remasterizan temas inmortales de grandes grupos vallenatos además de distorsionar su grabación original añadiéndole toda clase de instrumentos ajenos al vallenato, le quitan de un sablazo los saludos contenidos en cada canción.

Hay canciones vallenatas que se recuerdan más por la manera como el cantante saluda a un determinado lugar o persona que por la canción en sí.
Debiéramos dejar que el mundo sea quien diga si le gusta el vallenato con todos sus encantos o si lo desean como algunos pocos se lo han embutido por los ojos: así, sin uno de sus componentes esenciales con el único deseo mezquino de vender, lo demás no importa. Algo así como el que venga atrás que arrée, desdibujando de lo que ya está nuestra música.

No es necesario invitar a cantantes de otros géneros, todos respetables por supuesto, para que nos ayuden a “internacionalizar” nuestra herencia musical. Es como si tuviéramos dos caras: la que mostramos aquí en el patio de la casa y la que queremos mostrar fuera. Es lamentable porque el vallenato se abre puertas solito por donde quiera que vaya, con sus mensajes, su autenticidad, su cadencia musical, su estilo característico, y, por supuesto, con su saludo inmortal.

La música vallenata pura, la que contiene sin vergüenza alguna saludos hermosos, debe seguir siendo esa que el hijo del embajador de Francia en Colombia le pide a gritos que por favor le lleve a su natal París, que es lo único que quiere escuchar; debe seguir siendo esa que el pueblo Guatemalteco ovaciona, y la ciudad de Monterrey, Méjico, ha aceptado como suya; la que el expresidente estadounidense Clinton silba todas las mañanitas recordando nuestro mar caribe; la que en España se escucha por doquier y Rusia canta, aunque en álgebra, pero la canta.

No hay necesidad de mutilar al vallenato, de matarle el saludo, de irle limitando su mensaje, de inventar tonterías, para decirle al universo que en un rincón de Colombia está la música más bella del mundo.

El saludo vallenato espontáneo no debe morir. Así como es el alma de las parrandas debe seguir estando presente cuando se graba una canción. Los cantantes deben ayudarnos a conservar esa herencia.

El saludo vallenato no puede desaparecer. No tiene por qué. Somos más quienes lo añoramos y lo queremos. Eso no debe suceder nunca.
Si no, pregúntenle al cantante Iván Villazón cómo le fue con su álbum “El desafío”, al experimentar lanzarlo sin un saludo. Fue un desastre.

Es cierto también que la espontaneidad del saludo se está perdiendo. Hay cantantes que venden el hecho simple de nombrar a alguien en una canción. Antes, eso salía del corazón.
Ojalá se vuelvan
a escuchar saludos maravillosos y llenos de folclor como los que se escuchaban antes, como por ejemplo: “Y ahí le mandamos un abrazo a Chimichagüa, la tierra de Camilo…” (Diomedes Díaz); Oye, Mono Daza, ¿no se conseguirá un chivo en Río Seco? (Poncho Zuleta); para mi viejo Pancho Zabaleta, en El Molino, (Beto Zabaleta); Darío José Pavajeau Baute, allá en el Valle, (Rafael Orozco); oye, Nabo Cogollo, en Cereté, (Jorge Oñate); por decir algunos…

Isyo, que no asesinen al saludo vallenato, si eso pasa ¿cómo queda Patillal si se muere el Chema Guerra?.
Un saludo bien vallenato para el mundo entero de parte de esta música bella, de esta música nuestra.

jueves, 21 de octubre de 2010

¿LA MISMA VAINA?

Tranquilo, señor. Le voy a escribir un telegrama pero no para reclamarle lo mil veces reclamado y vuelto a reclamar. Me enteré que estuvo en Santa Marta y decidí escribirle un telegrama desde acá desde este pueblo olvidado hasta por los santos a ver si llegaba antes de que usted se devolviera a la capital.

No se preocupe. En esta ocasión no le voy a pedir que se pronuncie sobre la situación que vivimos los pueblos olvidados e inundados del sur del Departamento del Magdalena; no le voy a fregar la paciencia con el cuento de que no hay alimentos ni servicios de salud para los miles de damnificados por el invierno; no le voy a decir que sea serio al decirme que esos reclamos debo hacerlos al Gobernador o al Alcalde como muy amablemente me respondió, porque, según usted, respetado señor, ellos son idóneos y competentes; no le escribo el telegrama para decirle que extraña que ahora que San Fernando tiene agua hasta en las pestañas se aprobó un proyecto en el Honorable Concejo Municipal de Santa Ana para la construcción de su alcantarillado y al parecer ya se envolataron 500 millones y el proyecto no ha arrancado, comenzará sólo cuando venga el verano, pero no, no le escribo para eso, al fin y al cabo no es extraño esa situación, falta ver si construyen el alcantarillado y ese dinero no corra la misma suerte del que han destinado para la vía Santa Ana-San Fernando; ni siquiera le escribo, respetado señor ‘bogoteño’, para decirle que mi amigo ‘Tuco’ desea ser concejal por San Fernando, pero creo que es demasiado humano, demasiado transparente y sincero para esos menesteres. No. No le escribo para nada eso.

No le escribo para ‘echarle este cuento’: la señora Nora estaba rabiosa la vez que a su hija se la llevó el novio para la Guajira, ese tipo del que ella no gustaba. Al preguntarle un vecino por la hija, ella le respondió que “se la llevó el cara de burro comiendo maíz en pretil alto ese…y me imagino que ahora la pobre hija mía estará ‘como mojarra en pulla de fritar pesca’o…”

Tampoco le escribo el telegrama para reclamarle que el sur del Departamento del Magdalena no es sólo el Municipio de El Banco, que entre éste y el Municipio de Plato hay muchas poblaciones ahogándose, señor. No, no le escribo un telegrama para decirle que un periódico de circulación nacional sí le está haciendo un “sincero y sentido homenaje a ese otrora importante medio de comunicación como lo fue el telegrama”, es que las noticias y los artículos se reducen a eso. Qué tristeza: Publican el titular y nos mandan a leerlo a su página web como si todos fuéramos como sus dueños y directivos: millonarios y soberbios.

No le escribo un telegrama para joderle la vida con la denuncia eterna de que la vía La Gloria-Santa Ana es una trocha intransitable desde siempre en verano y en invierno, y que es absurdo escuchar quejarse a un Diputado de lo deplorable de las vías del sur cuando él tampoco hace un carajo por aliviar siquiera la situación. No, ese no es el motivo de mi escrito en forma de telegrama.

Mi telegrama señor respetado lo escribo para preguntarle:
¿Quién es el Presidente? Punto Porque al que estaba antes que a usted como que nadie le ha dicho que ya su periodo expiró Punto Que ahora los desayunos en Palacio son de changüa y no de arepa con agua de panela Punto ¿O es que en verdad aquél es el verdadero y usted es el de ‘embuste-embuste’? Punto
Si usted es el verdadero ¿Por qué tiene que enviarle a sus funcionarios ‘al que ya no es’ para que le corrija hasta la ortografía a los proyectos que usted le presenta al congreso? Punto ¿O es que usted no sabe escribir? Punto ¿Sus funcionarios tampoco? Punto
¿Puedo dirigirme a usted como Señor Presidente o esa dignidad sólo es potestad únicamente para su señoría el anterior que no quiere aceptar que es un "Ex”? Punto
Puedo preguntarle con todo respeto, ¿usted cuándo se va a amarrar los pantalones y va a gritar con su ‘educación rola’: Ala, mi chino, yo soy el que mando, carachas, disculpe que se lo recuerde? Punto
Dígame una cosita respetado señor ¿ es a usted a quien hay que dirigirse para denunciar algún caso de corrupción o violación de los derechos fundamentales tan comunes acá en la costa, o es al señor que vive en una guarnición militar que se le atraviesa como mula muerta cuando usted desea tranquilo respirar aire puro? Punto
Una última preguntica señor respetado ¿Usted le baja la cabeza “al que no es, pero es como si lo fuera, o que siempre ha sido pero que ahora no lo es, o algo así” por respeto o por miedo? Punto ¿Usted cuándo se va a posesionar? Punto ¿O se lo debo preguntar al otro señor? Punto
Saludos por allá Punto
Como sé que no me responderá mi telegrama, respetado señor, me imagino que usted me contestará mentalmente, de la misma manera como lo hace el Alcalde militar del cuento de García Márquez, cuando un dolor de muela lo obliga a ir donde el dentista quien después de sacarle a la autora de sus tormentos le pregunta que si le manda la cuenta a él o a la Alcaldía y el Alcalde le responde:

Es la misma vaina

FABIO FERNANDO MEZA

jueves, 14 de octubre de 2010

EL BALAY, EL TORO INMORTAL DE DON ARTURO CUMPLIDO.

El toro hijo de una casta de toros españoles nació en la finca Santa Teresa y fue herido de muerte con una banderilla envenenada en una corraleja en la población cordobesa de Carrillo, por el hermano de una de sus 40 víctimas que el balay había matado días antes en una corraleja en Corozal, Sucre.

Estuvo varios días en cuidados intensivos rodeado de los mejores médicos veterinarios quienes luchaban por salvarle la vida a él, y de paso a don Arturo, porque para nadie era un secreto que el toro famoso era su niño consentido. Todo ese esfuerzo científico fue infructuoso porque el Balay murió en San Pelayo.

Pero el Balay no ha muerto. Don Arturo Cumplido lo embalsamó con
su efigie cachi encontrada, valiente, de color bayo, parecido, según don Arturo Cumplido, su orgulloso dueño, al recipiente artesanal que tejen los habitantes de San Andrés de Sotavento y que sirve para todo, hasta para echarle los malos pensamientos. Hoy es toda una atracción este toro valiente y ligero como un rayo en su finca en las afueras de Sincelejo, San Cayetano. Mucho menos morirá el Balay cuando el compositor Julio Fontalvo le hizo un porro alegre y a la vez sentimental. El autor de temas como Río Seco, Río Crecido y Mírala Cómo Va, entre otros, quiso que el Toro Balay figurara en el cuadro de honor de temas como El Toro Negro, El Diablo, El Arrancatetas, entre otros. Toros que por sus excepcionales virtudes fueron premiados con un porro “bien jala’o”.

Don Arturo recuerda al Balay como un toro sencillo, bayo, cuyos cuernos eran su principal fortaleza. Las lágrimas lo traicionan cuando recuerda aquel nefasto día de un año que por fortuna olvidó para que no hiciera más estragos en su corazón la visión del toro que con la mirada le imploraba que no lo dejara morir.

El periodista Alfonso Hamburger, dice que Julio Fontalvo se inspiró para hacer esa hermosa canción cuando visitó una de las haciendas de don Arturo y él no le hablaba de otra cosa que no tuviera que ver con el toro muerto. En un viaje en bus de Sincelejo a Bogotá, Julio Fontalvo comenzó a tararear el porro que a la hora y media cuando iba llegando a Planeta Rica ya tenía música y letra y fue grabado a las carreras en los estudios de la otrora CBS apenas llegó

Confieso sin vergüenza y muy humildemente que no tenía idea de la existencia de este porro obligado en toda corraleja que se respete. Cuando lo escuché por vez primera en la casa del médico Edgar Ruiz Aguilera, me dejó petrificado, sembrado en el taburete, fascinado por la historia del toro contada en un porro de poco más de cuatro minutos. Y como en esos días estaba de buena suerte, en una reunión familiar en San Fernando, Magdalena, escuché la canción en la voz del cantante vallenato Beto Zabaleta ayudado con el coro de mi hermana Isyoli a quien también cautivó, primero que a todos. Me propuse rescatar los añicos de esta leyenda para remendar los pedacitos en forma de crónica, porque me parece toda una proeza de este toro, desde su nacimiento, pasando por su dueño, como por muerte trágica y la composición del maestro Fontalvo que alguien debe conocer y propagar para ser conocida por las futuras generaciones y jamás ser olvidada.

Cuando se escucha esta canción, ella con su poder respaldado en bombardinos, bombos, redoblantes y clarinetes, lo arrastra a uno, así no quiera, a un corral de ganado que expele fragancias exquisitas revueltas con el olor inconfundible de bostas frescas de vacas lecheras. Esta canción tiene la extraña virtud de dejarse saborear junto al tinto de las cuatro de la mañana cuando la totuma se agarra con las manos todavía sucias de tetas de vaca.

El Balay, como buen valiente no llegó a viejo y no dejó descendencia, solo sus proezas y sus arrestos. Pero ahí está en el corazón de un ser humano que desde niño ayudaba a armar la corraleja con guaduas en la plaza principal de Sincelejo donde hoy está el monumento a Santander con la ayuda de un sacerdote dominado por las artes misteriosas de la tauromaquia criolla por allá por los años 30.

A pesar de tanto dolor, don Arturo Cumplido, la leyenda viva de las corralejas, no deja de asistir a las seis tardes de toro en Sincelejo y mucho menos a la del 20 de enero que han sido instituidas solo para su ganadería; y sólo le ruega a Dios que haya en España otras vacas con otros toros, así como los padres del Balay, para él volver a importarlos y nazca otra leyenda, porque don Arturo, a sus 90 años todavía tiene vida para verlo triunfar. Porque, qué carajo, ahora es cuando el lobo cava y la concha de Hobo pela, ¿o no don Arturo?

FABIO FERNANDO MEZA

martes, 12 de octubre de 2010

AQUELLOS CORISTAS DE LA MÚSICA VALLENATA

Cómo cambian los tiempos arrastrando todo con ellos. De aquellos días lejanos donde al acordeonero del conjunto vallenato que oficiaba de cantante, le hacían los coros quienes tocaban la caja y la guacharaca, ya no queda sino la añoranza.
A medida que el vallenato se fue vistiendo de saco y corbata, cuando su mensaje salió de las murallas de las sabanas del Cesar y la Guajira, comenzó a evolucionar el grupo vallenato como tal, y se dio cabida a nuevos integrantes. Fue así, como por ejemplo, el acordeonero dejó de cantar (En una ocasión Emilianito le dijo en un verso a Poncho y a Diomedes: "Voy a tratar de cantar/y lo juro por mi Dios/yo les dejo el canto a ustedes/que cantan mejor que yo/"), dándole paso al cantante propiamente dicho.

En sus ansias de innovación continua, al gran Alfredo Gutiérrez se le ocurrió adornar sus estribillos con voces diferentes y notó que los coros le daban otra presentación a la canción vallenata. Esto enseguida fue seguido por todos los grupos vallenatos que se iniciaban a finales de la década de los 60’s, y se ha ido perfeccionando hasta la actualidad.

A los amantes del buen vallenato, cuando escuchamos las grabaciones de esos tiempos, nos alegra el alma volver a oír los coros por ejemplo de Gabriel Chamorro (“Chamorrito" como cariñosamente le llamaban sus amigos), Ángel Fontanilla, Julio Morillo, Álvaro Molina, Juan Piña, Marcos Díaz y Jairo Serrano.

Hay que anotar y valorar la entrega de estos grandes coristas y los apuntes que quedaron para la historia en sus grabaciones. Qué alegría produce en el corazón el escuchar esos diálogos espontáneos que brotaban del alma, entre cantantes y coristas enriqueciendo de paso a la canción.

Me propongo rescatar para esta crónica algunas de esas anotaciones espontáneas que se hacían en esa época gloriosa:
“Oye Poncho, ¿y qué te inspiró a hacer este merengue tan lindo?”, pregunta el corista en la canción Muero con mi Arte, incluida en el álbum "Una voz y un Acordeón". -Motivos Chamorro, motivos-, le responde Poncho Zuleta emocionado, al inolvidable "Chamorrito”. Los motivos que Poncho no dice, los canta, son motivos musicales, de llevar el vallenato corriéndole en las venas. ¡Que buen motivo!

Al corista Ángel Fontanilla no se le puede olvidar, es uno de los precursores del coro en las canciones vallenatas, en la grabación de la canción Invitación Parrandera, incluida en el álbum "Una Voz y un Acordeón", a Poncho Zuleta el autor de la canción le pide:" tráete a Jike Cabas lo mismo que a Fontanilla/esa gente buena que le gusta el acordeón/ pa' que coman chivo y beban bastante ron...". Se nota en esta estrofa la importancia de los coristas dentro del grupo, y los amigos de los cantantes son conscientes de ello y los solicitan para que se sumen a la parranda como piezas fundamentales dentro del engranaje musical. En este álbum, en la canción “Fortuna y desdicha”, el corista pregunta: ¿y por qué cantas así, Poncho?, y el intérprete responde: “Sentimiento, `Fonta`, sentimiento…Y es verdad, porque hasta lo siente uno que lo está escuchando. En la hermosa canción Uno es así, del álbum “Volumen 15”, Ángel Fontanilla pregunta: ¿y para quién es esto Poncho?, y el cantante le responde emocionado: “para mi compadre Herbacio Valdeblánquez y la niña Clara”. Aquí se encuentra el valor y el sentido profundo de la amistad que el corista recuerda nostálgico.


Julio Morillo y Álvaro Molina. Estos tradicionales coristas tienen un sitial bien ganado en los anales de la música vallenata. ¿Quién no recuerda a Diomedes en la canción Sol y Luna incluida en el álbum "La Locura", cuando el cantante dice: oye...Julio..., y el corista le responde: Sentimiento, Diomedes ay...!.? Era necesario que el corista expresara lo que el cantante sentía al momento de interpretar la canción. Había mucha compenetración y derroche de juventud.
En la composición que me mate el dolor del álbum "Tu Serenata", Julio Morillo dice:” y nos vamos pa' la Junta, pa'l festival del fique”; y Diomedes le responde con el alma en la mano: ¡“claro "Jullo" vámonos pa`lla`!”. En esos tiempos se aprovechaba para darle publicidad a los festivales que se realizaban en la zona, y qué mejor que lo recordara un corista y lo reafirmara el cantante que empezaba a perfilarse como uno de los grandes. En el paseo la egoísta del álbum “La Locura” Julio Morillo dice: “¿Y a qué te sabe esto Diomedes? “ Y el cantante le responde herido: a la gillette, a la cuchilla, Julio. Lógicamente que se refiere en sentido figurado a la mujer que le está haciendo daño. En la canción No se justifica del álbum Tres Canciones”, Diomedes anima al gran corista: “Compadre Julio Morillo, pa’lante hermano mío”.
En el hermoso merengue la carta, del álbum "La Locura", Álvaro Molina dice:”compadre Diomedes, ¿y para quién es esa carta?”, “para la mujer que yo más quiero en el mundo, Álvaro”, responde el cantor. Son mensajes de amor que quedan como el compromiso del cantante con la mujer de la cual está enamorado; es una forma de hacer público el romance, a lo que el corista aporta su grano de arena.

Por supuesto que no olvidamos a Jorge Oñate cuando en la canción Oye Tu del álbum “Noche de Estrellas”, Julio Morillo dice: “y en Bogotá…”, Jorge contesta: “Perdomo Ché”, ¿y en Barranquilla, Jorge?, le dice Julio, y el Ruiseñor responde: “Edgar Perea”. Observamos en este diálogo que la razón es saludar a dos personajes de trascendencia nacional para mostrar que el vallenato ya se extiende por todas las regiones del país. Y en la canción Amor Comprado de la grabación titulada “El cambio de mi vida”, Julio Morillo interviene: “Oye Jorge, y es que amor comprado no vale”. “¡Claro “Jullo!”, le responde el Jilguero de América. Se hace gala aquí de las paradojas de la vida costeña.

A mi hermana Isyoli le agrada mucho escuchar cuando en la canción Nació mi poesía, del álbum "Ruiseñor de mi Valle", Jorge Oñate le dice a Julio Morillo: “oye Julio, y así como esta melodía... “y el corista le responde con toda la sinceridad y una verdad de a puño: “¡es Valledupar, Jorge!”. No creo que haya otra manera de confesarle a esa región lo hermosa que es, y cuánto la añoramos. También se entusiasma ella cuando Julio Morillo dice: “Oye Beto vámonos pa’ Ciénaga…”, y el Cantor Triunfante le responde: “Claro “Jullo”, a parrandear con los Hermanos Dangond…”. Esta anotación nos muestra que el vallenato es eso: una parranda de amigos, unos versos al amanecer, un sancocho de gallina y un abrazo sincero. Esta anotación se encuentra en la canción La Tiendecita del álbum “Lo Máximo”.

Además de destacarse como corista, Marcos Díaz se destaca como excelente compositor y cantante. Hicieron historia sus coros acompañando a los grandes del vallenato como a Diomedes Díaz, Beto Zabaleta, Alejo Durán, Emiliano Zuleta Baquero, Luís E. Martínez, Abel A. Villa, aparte del Binomio que fue la agrupación que lo vio crecer en el ámbito artístico. En la canción el que espabila pierde del álbum "Clase Aparte", Rafa canta:” Chiche Ovalle espabiló/ y Marcos se la quitó/…”, refiriéndose a sus coristas.

Hablar de Juan Piña es rememorar aquellos tiempos que ojalá volvieran. Hoy gracias a la magia de los discos compactos, podemos escuchar a Diomedes en la canción Cristina Isabel del álbum "Tres Canciones" donde Juancho le colaboró en los coros cuando dice: “como quiere mi compadre Juancho Piña”; o en la canción Surgió una Voz Cuando Juancho Piña le dice a Diomedes: “Bueno, Diomedes Díaz, ¿nos vamos Pa´l Difícil?, y el Cantante le responde: “Allá nos vemos Juancho”. Qué tiempos aquellos donde todos los cantantes vallenatos se aventuraban a cualquier pueblo llevando sus mensajes en cada canción, y muchas veces un amor escondido queda de recuerdo, aquí Juancho se lo recuerda alegremente al Cacique.
Juan Piña Valderrama también acompañó a su compadre Rafael Orozco en los coros. Se puede escuchar en la canción Despedida de Verano en el álbum "Los Elegidos": “Juan Piña, la pelo mocho...” o en la canción Muere una Flor del álbum "De Caché": “muchas gracias Juan Piña, ay Janeth!”, le dice Rafa. En la canción Mosaico en Vivo del álbum “Internacional” donde puede escucharse: “y como siempre mi compadre Juan Piña y Janeth…Juuupa…!” dice Rafa.
En la grabación que hiciera Daniel celedón al lado de Israel Romero, se puede apreciar también el coro inconfundible de “Juancho”. En todos los apuntes que hacen Rafa y Juancho se observa la hermandad, la mamadera de gallo, entre el cantante y el corista, pero sobre todo el respeto y la admiración mutua.

A pesar de no haber nacido en tierras vallenatas, al opita Jairo Serrano se le metió el vallenato en la sangre, y su espectacular voz sirvió de coro a los grandes intérpretes del vallenato como el Binomio de Oro, Diomedes Díaz, Otto Serge e Iván Villazón.
En el merengue De la Junta a la Peña incluida en álbum "Fiesta Vallenata, Vol 8" Diomedes Dice: “mis compañeros, Jairo Serrano y Julio Morillo, acaben, acaben...” Aquí el cantor de los pueblos les hace un pequeño homenaje a sus coristas de esos momentos.

Se me haría interminable plasmar aquí, tantas anotaciones hechas por esos inolvidables coristas en las grabaciones que hicieran con tanta entrega y amor al canto vallenato.

Nos embarga la nostalgia saber que ya esa etapa fue quemada, que ya no se dará más en la historia de la música vallenata esa picardía, esos apuntes jocosos, estos diálogos espontáneos, que desde luego, también hacen parte de la identidad del vallenato.

En la actualidad los coristas han cambiado. Ahora todo es bajo libretos, bien calculado, demasiado milimetrado como pasa con los famosos saludos vallenatos que al igual perdieron espontaneidad.
Desafortunadamente, algunos de estos coristas no están hoy con nosotros, otros siguieron brindándole su talento al folclor como solistas y compositores, otros decidieron dedicarse a sus negocios particulares

Que sea esta la ocasión para decirles a esos grandes coristas que siempre lo llevamos en el corazón y en nuestro canto. Que no los olvidaremos nunca.

FABIO FERNANDO MEZA

jueves, 7 de octubre de 2010

SI EL PRESIDENTE DEL SENADO ES EL LÍDER DE LA COSTA, ENTONCES EL MAGDALENA OCUPA EL PRIMER LUGAR EN EFICIENCIA Y EFICACIA.

Pero según Planeación Nacional ocupa el puesto 29 del total de 32 departamentos. Es decir, el Departamento del Magdalena está donde ningún gobernante después que regente con ganas de servir y voluntad política deja hundir a su pueblo. Pero ahí está. Y lo más triste: con tendencia a descender y no a remontar tan triste posición.
¿Pero es que a nadie le interesa la suerte de nuestro departamento?. Hace tiempo que está acéfalo. En Tayrona nadie da razón de nada. No hay cabeza y mucho menos cola.
Ahora unos empresarios de Barranquilla nos quieren vender el cuento de que el Presidente del Senado es el líder que la costa hace tiempo esperaba. ¡Por Dios! ¿Nos creen idiotas? Ese señor no es líder ni siquiera allí en ese recinto plagado de irregularidades.
¿Qué tan líder costeño puede ser alguien que solo viene por acá de paseo? Una persona que ha hecho su vida política en Bogotá ahora dice que él es costeño solo porque su padre barranquillero fue ministro del endeble gobierno de Samper y estuvo envuelto en los escándalos propios de ese triste cuatrienio.
¿Será líder un político que para salir en todos los medios tuvo que valerse de la senadora Piedad Córdoba para que le consiguiera una cita con el presidente de Venezuela y tomarse una foto? ¿Es que no fue capaz de conseguir la cita para la foto que tuvo que pedirle el favor a la polémica congresista? ¿Es eso ser líder?
Si es eso ser líder entonces el corregimiento de San Fernando, Magdalena, está muerto de la risa porque el río no se ha desbordado, ni hay niños, ancianos y mujeres embarazadas, con el agua al cuello ya que el alcalde de Santa Ana ha estado presto y solícito en brindar ayuda.
Si es líder un señor que cuando los lambones seguidores del ex presidente Uribe tienen que referirse a él cuando le envían sus reportes de lo que pasa y no pasa en el congreso al cuasi dictador se refieren al presidente del senado como “El Loquito”, entonces el Departamento del Magdalena destronó al de Antioquia en el ranking de Planeación Nacional por sus excelentes desempeños fiscales y sociales.
Tan lo ha desbancado que no tenemos Gobernador. El Departamento del Magdalena necesita un Gobernador porque el que estaba quién sabe para dónde se fue ya que nada da razón de él. Si tuviéramos Gobernador seguro que hubiera hecho algo para aliviar nuestra situación por culpa de la creciente y el invierno donde hasta los cultivos se han perdido y lo animales no tienen tierra para caminar.
¿O es que para los funcionarios laboriosos de la Gobernación el Departamento del Magdalena se circunscribe hasta los límites del palacio Tayrona? Porque es que el sur del departamento se siente huérfano y más con tanta calamidad por culpa del invierno. Si hubiera elecciones téngalo por seguro que el Gobernador no saliera de esta región. Hasta se le viera la cara llena de picadura de insectos y los pies sucios de barro.
Ahora los empresarios quieren que el actual Presidente del Senado sea Presidente de Colombia. Dizque porque es la persona costeña ideal para ese cargo. ¡Qué mentirosos!. Si actualmente la costa no tiene ningún líder. Todos están presos o los están buscando.
Si el periodista que juega a ser senador es el líder costeño y candidato a Presidente, entonces el alcalde de Santa Marta tiene chácaras en los pantalones y le ordenó a los Dávila Avondano que quiten su puerto de la playa que es de todos los samarios, y les ha dicho que no les permitirá que se embarquen y desembarquen en sus yates de lujo desde los dormitorios de sus mansiones.
Qué tristeza. ¿Dónde estará el señor Gobernador? ¿Dónde estará el eficaz y eficiente alcalde de Santa Ana? ¿Será que va a dejar que San Fernando desaparezca y aparezcan enfermedades por culpa de la crecida del río? ¿Si sabrá el señor alcalde que por culpa de la creciente no hay vías, ni comida en San Fernando? Simplemente no sabe nada.
Decir que el presidente del Senado es el costeño líder y con carisma, es decir que la página web de la personería del municipio de Santa Ana la actualizan cada 15 minutos ya que el Personero hace tantas cosas. Sí, cumple tan bien su misión y visión que la primera y última vez que entró fue el 15 de septiembre de 2009, sólo para poner su nombre y un teléfono de contacto. De ahí para acá como que no ha hecho nada porque no lo han publicado. Para él todo está bien. Los niños de los colegios no se han intoxicado y los derechos de los sanfernaderos a recibir ayuda gubernamental están satisfechos. Él dirá que así se ejerce control: haciendo nada.
FABIO FERNANDO MEZA

viernes, 1 de octubre de 2010

‘EL LUCERO ESPIRITUAL’ DE JUANCHO POLO VALENCIA

No extraña ya que las grandes y legendarias figuras del canto vallenato mueran revolcándose en medio de sus propios excrementos y en la más completa indigencia aún hoy día, mientras que cantantes y casas disqueras se enriquecen con el talento ajeno.

El 22 de julio de 1978 murió Juan Antonio Polo Cervantes, nuestro coreado y mil veces cantado Juancho Polo Valencia. Sí, el mismo que años después les diera éxitos, plata y popularidad a cantantes vallenatos como Jorge Oñate, Diomedes Díaz, Poncho Zuleta, Carlos Vives, Peter Manjarrés, Iván Villazón, entre otros, que interpretan sus canciones mientras él no tuvo para su propio entierro. Algunas personas me dicen que el nombre de Juancho era en verdad Juan Polo Saavedra. Pero para todos será Juancho Polo Valencia hasta el fin de los tiempos.

¿Quién no recuerda a la famosa canción Alicia Adorada? la misma que una noche de tragos (como muchas de su enguayabada vida) cantó Juancho Polo en una parranda y a Alejo Durán que estaba presente le gustó tanto que ofreció comprársela. La vendió. Pero la plata se quedó ahí en la cantina. La canción era tan popular en la región que nadie aceptó que fuera firmada por Alejo, quién después la grabó bajo su autoría. Tocó devolverla al dueño legítimo. Esa no fue su única canción ni la más famosa. Hay cientos de ellas.
Esa canción es inmortal al igual la que dice que “el Lucero Espiritual es más alto que el hombre y que él no sabe dónde se esconde en este mundo historial”. “Filosofía popular y aplicada a la vida cotidiana por un ser humano extraordinario que no conocía la letra O ni por lo cuadrada”, diría mi hermana Isyoli Meza Delgado.

Alicia Adorada es una elegía a la señora Alicia Carrillo, la esposa muerta del poeta, cuyo deceso se produjo sola en la casa por complicaciones al momento del parto en la población magdalenense de Flores de María.
Es un reclamo injusto y desesperado el que hace Juancho Polo en esa canción. Si la señora Alicia murió solita fue porque él nunca estuvo cuando se le necesitaba, sino malvendiendo su talento por una botella de ron barato por todos los rincones de la costa.
Es famosa la frase de Juancho Polo cuando un político de la región lo buscó para que fuera a cantarle al entonces presidente de los colombianos y lo encontró tirado en un pretil borracho y revolcado en sus propios vómitos: “Dígale al presidente que si me quiere oír cantar que venga aquí donde estoy y traiga trago”.

Quizás el único día que se levantaría de su hamaca sobrio no lo alcanzó a disfrutar. Porque su nieto que tanto lo amaba, así como uno quiere a los inolvidables y tiernos abuelos, le llevó el tinto de la madrugada y ya Juancho Polo no se lo pudo tomar ni sentir el aroma reconfortante de la bebida porque estaba muerto.
Juancho Polo vivía al garete, aquí y allá y dormía donde se lo cogiera la noche o donde lo encontrara el diluvio inmisericorde que caía en esa zona en épocas de invierno.

El destino poco le sonrió a este juglar vallenato porque de los limones que están regados en el suelo del destino parece que él cogió el que estaba biche, ya que es lo que refleja los pocos momentos gratos que vivió y los muchos ingratos que padeció.
Sus amigos de infancia y de parranda lo recuerdan así, con su sombrero vueltiao sucio, su camisa tropical de cuadros, su pantalón de pana gris, su aspecto desgarbado, su voz ronca y cada vez más apagada, sus abarcas remendadas (la que alguna vez cuando se quedó dormido de la borrachera tirado en cualquier parte le robaron junto al sombrero y los lentes que nunca usaba) al igual que el acordeón colgado en bandolera en su hombro. Así lo recuerdan.

Juancho Polo la mayoría de las veces cantaba a cambio de licor. La única pausa que hizo del trago fue para no llegarle borracho a su esposa cuando se juntaran en el cielo de tambores donde ella lo esperaba para seguir amándolo con todos sus defectos y sus pocas virtudes. Cumplió.

Javier Franco Altamar y Agustín Bustamante dicen que Juancho Polo nació en Concordia, un pueblo situado en el municipio de Cerro de San Antonio, Magdalena, un 18 de septiembre de 1918; que sus amigos de parranda le cambiaron el Cervantes por el Valencia debido a su inclinación por recitales poéticos y afición musical que les recordaba a un poeta con ese apellido ilustre de la rancia aristocracia cachaca que llegó a ser presidente.

Juancho Polo vagó más que nunca después que sepultó a su esposa buscándole razones a la desaparición de alguien que lo aceptaba tal como era: feo, borracho, sin su oreja derecha, sucio, irresponsable y casi siempre sin un centavo en el bolsillo. Pero con unas cualidades y calidades para la composición impresionantes.
Juancho Polo fue enterrado con sus casi 60 años mal vividos en el cementerio del pueblo donde la muerte se condolió de él: Fundación, Magdalena. Dicen quienes presenciaron el sepelio que nunca hubo ni habrá un entierro tan multitudinario como aquel del 24 de julio de 1978 donde Juancho Polo comenzó a convertirse en el Lucero Espiritual de los actuales cantantes vallenatos que vieron en sus obras una mina de oro. Pero como decía el mismo poeta cantor: “donde quiera que uno muere, todas las tierras son benditas”.

Siempre me ha asaltado una duda respecto de Juancho Polo y ojalá los burocráticos directivos de Sayco se dignaran responderla alguna vez que estén desocupados: ¿qué pasa con las regalías de este prolífico autor después de su muerte? Porque en vida jamás gozó de ellas y me imagino que “después de muerto el perro acabada la sarna”. O tocará preguntarle a nuestro amigo y abogado sanfernandero de causas perdidas, al doctor Candelario Carreño Turizo, qué pasa con esas regalías. Y preguntarle también si es cierta la versión de que Sayco por cada 10 pesos que recibe invierte 8 pesos en su burocracia y sólo 2 pesos destina a los autores y compositores. Nada de raro tiene que así sea.

FABIO FERNANDO MEZA
fafermezdel@gmail.com

jueves, 23 de septiembre de 2010

SOBRE CULTIVOS TRANSGÉNICOS

Los llamados alimentos transgénicos son, según la definición de la FAO, (Organización de Alimentación y Agricultura de la Organización de Naciones Unidas) “aquellos alimentos que han sido manipulados genéticamente, eliminando o añadiendo genes, bien de la misma especie o de otras distintas”. Sin embargo, aunque todos los conozcamos como “transgénicos”. Los expertos prefieren referirse a ellos como Organismos Modificados Genéticamente (OMG). El término OMG se ciñe con más exactitud al mundo de los alimentos transgénicos porque incluye tanto la posibilidad de introducir un gen de una especie (vegetal o animal) en otra, como la eliminación o modificación de los genes de un organismo sin recurrir a especies extrañas.

El ejemplo más claro de la modificación genética sería el del primer tomate transgénico que se cultivó, en el que se suprimió un gen responsable de su apariencia (color y sabor) y del tiempo de conservación. En cambio, una planta transgénica llevaría el gen de otra especie, que incluso podría ser animal (un gen específico de un pez, por ejemplo, se introduce en el ADN de un cereal).

¿Por qué no dejamos que el café colombiano que tantas cosas lindas nos ha dado, siga siendo ese famoso café colombiano que el mundo entero pide a gritos, y no un café que sabe a aceite de ricino por culpa de la manipulación genética?; ¿por qué no seguimos permitiendo que las plantas se sigan amando y teniendo su milenario cruzamiento sexual en el invierno entre distintas variedades de la misma especie, para que en primavera ya veamos sus lindas flores y al poco tiempo el fruto de ese amor; porqué no nos dejan seguir regando a las plantas de mañana y de tarde con agua y con ternura para que no se marchiten, en cambio de introducirle un gen que las haga inmune al frío o al calor?; ¿por qué no nos dejan seguir saboreando la mazamorra de maíz natural que es tan deliciosa y nutritiva, en vez de intoxicarnos con un maíz mejicano cuyas células de la planta ha sufrido modificaciones para que sus granos sean cien veces más grandes?; ¿por qué debe quitarle el sueño a los expertos el que no consigan que la forma física de los granos del trigo sea como la de la papa en tamaño y apariencia?; ¿por qué no se desiste de tratar que el algodón salga de la planta no del color blanco que refleja su pureza, sino de todos los colores con que lo tiñen en las fábricas para ahorrar tiempo y dinero?; ¿por qué debemos modificarle a la vaca por medio de un gen los componentes de la leche en sus glándulas mamarias, sólo para que no produzcan tantas proteínas, porque así lo está exigiendo el engreído pueblo norteamericano?; ¿por qué no dejamos que la madre naturaleza que siempre ha sabido hacer sus cosas bien y mejor, siga bendiciéndonos con el pan de cada día sin ninguna clase de manipulación que ponga en riesgo nuestra salud?.
Debemos de dejar de pensar en mal herir a la naturaleza solo para engordar las cuentas bancarias de los traficantes de futuras enfermedades con tanta manipulación genética. Es triste ver a lindas flores que de tanta manipulación han perdido su fragancia original, ya no escuchan la confesión de una pena de amor de una quinceañera desilusionada y sus infusiones ya no alivian ni relajan el espíritu como lo hacían antaño; yo no sé si será por eso que escasean los poetas.
El primer alimento transgénico apareció en China. Era una planta de tabaco resistente a ciertos virus y se empezó a cultivar en 1992. Dos años más tarde, se comercializa en Estados Unidos el primer producto transgénico, el tomate ‘FlavSavr’ caracterizado por su mayor capacidad de conservación. Al famoso tomate creado por la compañía Calgene (posteriormente absorbida por la multinacional Monsanto) le sigue en 1996, la aparición de 23 marcas de cereales modificados genéticamente en Estados Unidos, Canadá y Japón, que inmediatamente se comercializaron.

Al paso que vamos, no es de extrañar que una vaca por obra y gracia de la manipulación genética, no dé leche sino directamente el queso, y que ella misma lo lleve a vender a los supermercados, porque así lo quiso la serendipia de un investigador que en vez de corazón tiene una chequera.

Menos mal que en San Fernando Magdalena, mi pueblo, siguen sembrando las semillas de siempre de todas las plantas, y no han engrosado las frías cifras en hectáreas de los famosos cultivos que lleva el ministerio, y quien pone el grito en el cielo porque no progresa la extensión.
La semilla ancestral de esa patilla grande, carnosa, jugosa y dulcísima la han seguido cultivando y le han cerrado el portón de sus sembrados a todo lo que tenga "sabor a laboratorio" como dijo mi mamá, cuando le dijeron que el café ya no era el café de siempre y se negó a seguir haciéndolo como siempre a las cuatro de la mañana para tomarlo. Ahora hierve agua de panela, que "es menos mala", dice.

La gran mayoría de los productos transgénicos que obtienen los países que quieren reducir gastos y obtener ganancias, son productos para exportación, muy poco para consumo interno.

Si ese es el progreso prefiero seguir viviendo en mi edad media, donde la naturaleza día a día nos despierta con su hermoso verde esperanza, donde la tierra huele a dulce primavera, donde la gente se muere de vieja y los sueños y las ilusiones junto a las plantas y frutos silvestres, es lo único que nos mantiene vivos.

FABIO FERNANDO MEZA
fafermezdel@gmail.com

lunes, 20 de septiembre de 2010

¡TARYN ESCALONA SÍ SABE EN LO QUE SE VA A METER..!

Cuando El maestro de la composición vallenata, Gustavo Gutiérrez, escribió aquel poema hecho canción “Por ti, Valledupar”, seguro estaba pensando en Taryn cuando plasmó el verso: “Yo no soy dueño de nada/ al fin lo puedo decir/muchos proyectos murieron/porque no quise partir/yo soy uno de tus hijos/que te quiere de verdad/quiero verte engrandecida/llena de felicidad…

Porque si hay alguien que defienda a su tierra ‘como vaca recién parida’ es Taryn Escalona. Pelea con uñas y dientes por defender su cultura, su mundo, su entorno, sus creencias, sus amigos. Y no lo hace porque eso está de moda. No. Lo hace porque lo lleva con ella como una medalla en su pecho. Porque no es hipócrita, porque no tiene dos caras. Sólo dos corazones.

Taryn da la vida por su Valle, por su Cesar, por ese pedazo de tierra bendecida por Dios en donde suceden cosas que sólo pasan allá. Ella no lo pudo definir mejor: ese es su Macondo.

Pues bien: Taryn se nos casa. Me imagino que la única condición que le puso al novio es que quiera a su tierra así como ella sabe hacerlo.

Tuve el honor de recibir su invitación al acto que se celebra el 26 de Septiembre en donde espiritualmente su papá “no estará ‘entristecí’o’ porque Wulfran se llevó a Taryn”. Seguro el maestro dirá orgulloso y feliz, si la emoción lo deja: “Véanla vestida de blanco con su velo y su corona…”

Cuando el doctor Alfonso López Michelsen era candidato a la presidencia, sus amigos le ofrecieron diferentes apoyos. Su amigo Escalona le dijo en esa ocasión: “doctor López, yo con lo único que puedo contribuir es con una canción” y se la regaló. Hoy todavía se escucha “López es el pollo/López es el gallo/ el Presidente que Colombia necesita. López, Presidente, se llama.

Guardando un millón de veces las justas proporciones, deseo agradecer nueva y públicamente la invitación de Taryn a sus nupcias. Desafortunadamente no puedo ir pero le envío esta crónica pincelada con aquellos secretos que alguna vez me enseñó y que al leerlas ella los sabrá descubrir, y lo hago con todo el corazón para desearle lo mejor de lo mejor en su nuevo proyecto de vida. Esta nota es mi mejor regalo mi admirada y respetada amiga.

Taryn, tu pueblo creció al igual que tus horizontes. Creo que eres consciente de la grandeza de tu nombre y lo asumes a cada rato demostrando de lo que es capaz la Colibrí libre y la a veces enjaulada por recuerdos, vivencias y amores.

Sé que de mi no te quejarás mañana diciéndome “bonita vaina ahora la que tienen mis amigos/ que yo estoy ‘dominá’ desde que me casé/ les voy a demostrar que soy la misma haciendo lo que una mujer debe hacer”

Mujer, la señora Rosa Gil, tu madre, debe estar orgullosa de esa hija que además es su cómplice y amiga como lo fue de su padre. Y sabe que todavía tienes mucho amor para regalarles y a todos los que te encuentres por ahí cuando sales a reencontrarte con tu pasado, cuando se activa tu antenita de periodista y comprendes lo que nadie es capaz de comprender. Y a veces, cuando abre la puerta falsa de la nostalgia una lágrima resbala y cae, pero no dos, porque desesperada grita: un vallenato, por favor. Así esté en España o en el fin del mundo y eso es su bálsamo, es su única medicina.

Escondido acá en la cocina de la casa, donde tu papá no me escuche, voy a decirle ‘con cuidaíto’: maestro, se equivocó por primera y única vez. Porque su Colibrí del alma sí sabe en lo que se va a meter!

Felicidades, mujer, mil felicidades.

FABIO FERNANDO MEZA
Fafermezdel@gmail.com

jueves, 16 de septiembre de 2010

LA SABANA NO VOLVERÁ A SONREIR

Ya la sabana no volverá a sentir en su verde aliento los versos que la enamoraban, versos que llegaban de la lejanía, de una voz que la amaba, así tal cual era: indómita, cerrera, e irreverente, pero tierna y bella como una mujer; ya la sabana no volverá a sentir los decididos y firmes pasos de las melodías que le cantaban al amigo, a la Sierra, a la mujer que ponía nervioso al compositor y para recuperarse de la impresión improvisaba un verso cargado de melancolía, cargado de esperanzas, cargado de aliento, que se difundía por toda ella.

Pero como nunca falta un mosquito dentro de un toldo, todo acabó. El compositor, el amigo, el padre, el compadre, el compañero de lucha, ya no estará sentado por las tardes en su silla momposina, meciéndose al compás de la brisa que baja alegre y danzarina de la Sierra, silbando una melodía que más tarde le cantaría a su compadre Lorenzo Morales; su mirada escudriñando el futuro, adivinaba que quien todo lo puede y todo lo hace, llamaba al patriarca a rendir cuentas.

Cuánto hubiéramos deseado que el maestro Emiliano hubiera hecho lo mismo que alguna vez hiciera su amigo Camilo Namén Rapalino: "y después del sustazo que me llevé/por todo lo que estuve pasando/en el San Juan de Dios desperté/con ganas de beber y seguir gozando/”. Pero no se hizo el milagro que todos esperábamos. Que vaina!

Cuando murió Sara María Baquero, madre de Emiliano, el maestro se metió en sí mismo y deseó mil veces que la muerte vestida de mujer lo visitara, para él conquistarla como sólo él sabía hacerlo e irse con ella. Pero esa vez la muerte no llegó, en esa ocasión le tuvo miedo a las represalias del pueblo vallenato y optó por no escuchar los ruegos del hijo lastimado; en esa ocasión al verlo así, entristecido, su hijo Héctor le dijo en una canción muy sentida: "no llores padre/ porque me haces llorar/si toditas tus penas/las compartes conmigo/.

Soportó con estoicismo la ausencia de la madre y el hijo muertos, los amigos que se iban, las costumbres que se perdían, los hijos que crecían y se volvían hombres, a quienes les recordaba que podían tener mucha barba y mucho bigote, pero todavía él les podía dar una “cueriza” con los rejos de ordeñar.

Cuando el maestro Emiliano se encontraba rodeado de sus hijos que además eran sus amigos, el verso espontáneo brotaba, todo era alegría y el mundo se tendía a sus pies, lo conquistaba a golpe de versos hasta muchas veces detenerse extasiado por un momento, hechizado por la digitación atrevida y la improvisación perfecta del juglar.

Hoy no está el amigo que saludaba efusivamente diciendo que "le doy la mano izquierda porque esa no se la doy a todo el mundo, sólo a las personas especiales como usted"; hoy no está el animador de parrandas y piquerias, el mismo que se comparó alguna vez con la naranja que cuelga del ramo, porque "aunque se remezca el palo nunca arrastra por el suelo"; hoy no está el campesino que pensaba en la paradoja de la vida del campo: "cuando las cosechas son buenas, se presentan los malos años, hace mala la primavera, después sigue un largo verano"; hoy no está aquel ser maravilloso lleno de sabiduría y humildad, que una vez cantó su biografía en un paseo hermoso, de esos que ya no vienen, llamado "el Piñal", allí, magistralmente narra su vida y evoca sus bellos momentos; hoy no está “el viejo" pícaro, bonachón y dicharachero, el mamador de gallo, el mismo que le reclamó a una mula terca en una ocasión cuando bajaba de la sierra y ella se negaba cruzar una quebrada, que si era que ella "había planchado anoche" que no se quería mojar las patas, que “qué vaina era esa, carajo”; hoy no está el compañero que decía que lo único que moría eran los pesares y los malos recuerdos junto con la tarde triste, porque él está seguro que siempre estará con nosotros; hoy no está el amigo de sus amigos, quien tenía en la amistad a la más grande de las regalías; hoy no está el hombre que le preguntaba a Dios cómo estaban las cuentas entre ellos, si era que él le debía, o Dios le debía a él; hoy no está el campesino parrandero que salió del pueblo a la ciudad y no regresará porque a partir de hoy todos los días para él serán domingo de madrugada.

El desaparecido compositor vallenato Armando Zabaleta, le dice a un nieto de Emiliano: "los cantos que uno hace hoy en día, pasan de moda en un momentico, el que nunca pasa es la Gota Fría, compuesta por su abuelo Emilianito". Eso es verdad.

Emiliano Zuleta Baquero, nos dejó además de sus canciones, su tesoro más preciado: su alma en un acordeón.

“Isyo”, hoy comprendí porqué el turpial del poeta Rosendo Romero se enmudece en los cardonales, el camino que conduce a la Sierra se llena de matorrales y los manantiales cristalinos buscan olvido por todo el ancho valle: es porque el viejo Emiliano ya no está cuidando sus animalitos. La sabana no volverá a sonreír.
FABIO FERNANDO MEZA
fafermezdel@gmail.com

jueves, 9 de septiembre de 2010

GRACIAS, SEÑOR GOBERNADOR…

…Por estar pendiente de la situación actual del corregimiento de San Fernando, que se ahoga cada día más por culpa del desmadre de la ciénaga, del río y de la ineptitud de la Alcaldía de Santa Ana. Gracias, porque usted está tan pendiente de nuestra situación que no sabe siquiera dónde queda esta población que como siga su actitud de olvido y de cerrar los ojos, pronto desaparecerá físicamente y no sólo por culpa de las aguas.

Gracias, gracias por tenernos en el más absoluto abandono departamental copiando al pie de la letra lo que hace la Alcaldía a la que tenemos la dicha de pertenecer. Nadie se explica que siendo el corregimiento más importante en todos los renglones del municipio de Santa Ana seamos los más olvidados y condenados por la desidia municipal.

No le voy a decir dónde queda esta población. Y no se tome el trabajo de preguntarle a quien gobierna el municipio porque él tampoco sabe. De saberlo ya hubiera hecho algo.

Sí, algo por erradicar el dengue que ya se llevó a un adolescente a la muerte, algo como emprender una campaña para paliar nuestra situación crítica como es el estar rodeado y aislado por las aguas que entre otras cosas nos traen plagas y enfermedades.

Siempre que al río le cae un sereno se desborda él y las ciénagas que alimenta y las vías (si se les puede llamar así) se vuelven unas autopistas de agua señor Gobernador, por si le interesa.

Actualmente no hay manera de entrar o salir de San Fernando ni siquiera para ir a implorarle por enésima vez al alcalde de Santa Ana para que haga algo así sea por una vez en su administración por este pueblo que tanto odia porque no votó por él, según el decir de la mayoría de sanfernanderos. Quizás el pueblo tampoco votó por usted, señor Gobernador, pero esperamos que usted sí haya comprendido qué es el arte de gobernar y se manifieste porque al fin y al cabo es el mandatario de todos los magdalenenses y tenemos derecho a pedir y a exigir. Tenemos derecho a vivir.
Que nos estemos muriendo de viejos esperando la ayuda del municipio y del departamento eso no es extraño, sería extraño si el Gobernador hace algo por esta población que cada día se hunde más y no sólo por culpa de la creciente.
Habrá que poner una acción de Tutela contra la Gobernación o el ente competente para que nos atienda el clamor centenario de que nos estamos muriendo en vida por culpa de la ineficiencia y la ineficacia estatal.

Gracias señor Gobernador porque usted si por accidente lee esta nota, seguro saldrá corriendo de a pie (le hace falta) y parará la carrera acá en San Fernando y se dará cuenta con sus propios ojos que todo es agua, desesperanza y aislamiento y hasta rabia y desesperación.

Gracias, porque usted seguro no estará esperando practicar la política del actual mandatario municipal de esperar sus últimos 6 meses de gobierno para hacer algo y así tener autoridad moral para imponer su alcalde que lo suceda y mientras tanto el corregimiento de San Fernando agonizando espera.

Gracias, señor Gobernador, porque para usted el sur no existe y menos ese pueblo de donde siempre le llegan malas noticias y está una persona que le vive recordando que tenemos derechos y muchos padecimientos que desde hace tiempo se hubieran solucionado si hubiera existido voluntad, como el carreteable Santa Ana-San Fernando, que no ha comenzado a llover muy bien y ya está intransitable, debe ser por los tantos millones que le han invertido para tenerla como una vía digna de imitación, tan es así que parece una trocha del siglo XVIII.

Gracias, porque sabemos que usted, Señor Gobernador, hará las tres cosas que ha hecho el alcalde municipal por San Fernando: nada, nada y nada.
Mañana, habrá otro escándalo, otra noticia, y nadie se acordará de este pueblo que tanto jode a los gobernantes municipal y departamental para que hagan lo que tienen y deben hacer.

Agosto de 2010

FABIO FERNANDO MEZA
fafermezdel@gmail.com

martes, 7 de septiembre de 2010

UN ÁRABE NACIDO EN SAN FERNANDO QUE CONVERSABA SABROSO

Yo me consideraba su amigo. No sé si él se consideraba amigo mío. Pero siempre hubo una relación basada en el respeto y estimación.

Mis recuerdos viajan a través del tiempo y me ubican en su corral de chivos y su corral de ganado que estaba detrás de su casa, en lo que le dicen El Barranco. Allá iba yo cuando niño, de mañanitas a tomar leche caliente. Era la época en la que mis padres me llevaron a vivir en una esquina de la plaza de la iglesia en la casa de la señora Isabel Lamar, frente de la casa de la señora Nelly Caballero. Él vivía al otro extremo de esa plaza en la calle La Albarrada, de mi pueblo, San Fernando, Magdalena.

Tiempo después nos volvimos a tropezar en la calle y me dijo: “He leído artículos suyos en el periódico, vaya por la casa para contarle historias del pueblo y de algunos personajes para que las nuevas generaciones no olviden su origen”.
Así que de noche, cuando estaba de vacaciones, me iba para su casa y ya él estaba esperándome sentado en una mecedora, en la puerta de la casa, bajo el palo de naranjuelo y a su lado una silla vacía. Le aprendí mucho en esas extensas horas de charlas. De hecho en casi todos mis relatos siempre va un pedacito de las historias de él.

Este sanfernandero como buen árabe era excelente comerciante y lo descubrió desde los tiempos que después de casarse se fue para la finca paterna “El Iris” a colar almidón para venderlo. Ya antes había sido vendedor de yuca en Santa Ana, a donde su padre lo mandaba a sus escasos 12 años montado en un burro cargado todas las madrugadas.

Dicen que nunca tuvo hijos. Pero yo creo que todos los que por alguna razón nos tropezamos con él nos sentíamos sus hijos por su carisma y su manera paternal de tratar.

Antes de vivir definitivamente en su casa ubicada a un costado de la plaza de la Iglesia que le compró al señor Carlos Indaburo, también lo hizo en las casas prestadas del señor Eduardo Jiménez, donde la señora Benedicta Galindo (donde vive actualmente Tomás Polanco) y en la finca “El Iris”.

Lo que siempre admiré de él fu su memoria prodigiosa y la manera cómo relataba los hechos porque parecía que los volvía a vivir cuando los contaba. Era el historiador de San Fernando. Hasta fue alcalde de Santa Ana y eso es mucho decir para un pueblo que nunca ha gustado del nuestro.

Este honorable personaje se le midió a todo e hizo de todo. Siempre estuvo en primera fila en cuanto a la búsqueda de soluciones para los diferentes padecimientos del pueblo.

Precisamente, en una de nuestras tantas conversaciones, me decía que estaba en una ocasión en Santa Marta con el fin de pedir ayuda al Gobernador para que arreglara el problema del agua. Entre la comitiva estaba el señor P.M y cuando se subieron al ascensor de la Gobernación, este señor P.M, antes de bajarse en el último piso le dijo al ascensorista: “Este aparato corre rápido, ¿por cuánto nos lleva a San Fernando?

Creo que ha dejado un vacío que nadie llena. Era una persona íntegra, amante de la buena política, de conversar, de discutir, de leer incansablemente.

Como todo personaje importante este caballero que nació en la casa donde vive actualmente Roberto De Armas, de madre Sanfernandera y padre Sirio, fue muchas veces mal tratado, calumniado y odiado. Pero la mayoría respetábamos, admirábamos y queríamos al señor que cuando niño junto con su hermano José Ramón, le cogían las tortas de casabe a la señora Herlinda Jiménez, cuando se descuidaba de vigilar su tienda inmensa, luego para quedar en paz con sus almas, le iban a comprar dos botellas de chicha para pasar el torozón del casabe.

Aún retumba en mi mente su risa contagiosa de la última anécdota que me contó: “Para una fiesta patronal, el señor J.L, salió a parrandear y le gustó una muchacha muy bonita. El señor J.L le dijo que deseaba acostarse con ella. Ella le pidió mucha plata. A lo que el señor J.L le respondió indignado: Tú tienes el tambor roto la de mi casa también lo tiene ‘rompío’, mejor voy a mi casa y toco el mío”

Padecía durante los últimos años una enfermedad terminal. La última vez que lo vi fue en diciembre para el matrimonio de una de las tantas personas que ayudó a sobrevivir en su casa, ‘a criar’, como se dice por allá. Al saludarlo me dijo que este año me iba a sorprender la noticia de su muerte. Yo le dije que no se podía morir todavía porque nos quedaban cosas por conversar. Al despedirme me haló por el pantalón diciéndome: “Fallito, si algún día escribe sobre mí, lo único que quiero que diga es que Yolis Ospano Yacub Fuentes amó a este pueblo”. Paz en su tumba.

FABIO FERNANDO MEZA
Medellín, Septiembre de 2009

viernes, 3 de septiembre de 2010

SI LOS HIJOS SUPIERAN CUÁNTO LOS QUIERE UNO…

Canta y no sabe que la estoy escuchando. No tiene idea que su sola presencia hace desaparecer los amargos momentos de un mal día. No la dominan las alternativas modernas del entretenimiento. A veces, no sé cómo soporta los malos ratos sin fundamento que el destino le lanza.

Dicen que es bonita. Decirlo yo sería injusto, pero la gente la admira. Para ella no ha sido fácil nada ni siquiera el hecho de nacer. Ha pasado por momentos difíciles a pesar de su corta edad y todavía sueña con ser de todo un poco.

Menos mal que existen los hijos, porque su sola sonrisa es capaz de recomponer el mundo y desarmar al más valiente y más cuando con toda la sinceridad de que están investidos por mandato celestial preguntan: ¿papá, tú me quieres? Y después de tragar grueso uno le responde sin pizca de duda: ¡con toda el alma!

Sueñan, tienen ganas de conquistar al mundo y con el borrador de nata de la escuela quisieran con toda sus fuerzas borrar tanta injusticia y tanta violencia que ven en la televisión cuando se sientan por accidente frente a ella buscando dibujos animados.

Creo que maduró biche. Entre el cariño sincero de sus tíos, el amor callado de su padre y cantos vallenatos viejos y ensordecedores desde las 4 de la mañana ha crecido, al parecer, sin resentimientos.

Tiene la difícil facultad de plasmar en la pared con un trozo de carbón de leña todo lo que la rodea y el resultado es tan real que da miedo tanta coincidencia.

Cuando se ríe parece que todo se detuviera al compás de su risa llena de juegos pirotécnicos, luego brinca y salta, porque sabe que es capaz de mirar el sol en las noches e imponer su criterio sin contaminar que guarda en su corazón de niña soñadora.

Ha cultivado la costumbre familiar de gustarle el campo, de amar a los animales y descargar en ellos toda la ternura que guarda en los bolsillos de su pantalón con flecos y remiendos de fábrica.

Yo no la he visto llorar pero lo ha hecho muchas veces por lo injusto que a veces son los sábados y los domingos con ella, pero todo cambia cuando se le aparece la virgen vestida como su tía. A su edad yo no lo hubiera soportado. Por eso la admiro.

Todo lo que se proponga lo logrará porque tiene garra, porque tiene alma y porque en su cuerpo de gacela ya todo le resbala y no para bolas a lo que la pueda lastimar sin razón.

Sin duda hay muchas hijas en el mundo. Así, imponentes, que todo se lo ha disputado al destino sin quedarle a ella ninguna cicatriz, que todo cuanto ha logrado lo guarda en su alma para comentárselo alguna noche de lluvias torrenciales con un brillo en los ojos a su millón de amigos, que quienes se han convertido en sus cómplices de picardías, de juegos y sueños imposibles para otros menos para ella.

Los padres casi nunca les decimos a los hijos en la cara cuánto los amamos y ellos casi nunca lo escuchan de nuestros labios sino de nuestras acciones.

Pero si ellos supieran cuánto los quiere uno correrían a regalarnos otro abrazo aparte del que nos han dado en esta mañana y maniatarnos con su rostro salpicado de felicidad, una sonrisa que florece con facilidad y que digan en costeño limpio que ¡qué carajo! Que todo es nada, que nada les queda grande, ni siquiera vencer su timidez ni el palo en su rueda del progreso que le pone el destino.

Así son los hijos. Como hay millones de hijos en el mundo: con sus ojos y cabellos azabaches, sus manos llenas de sueños por realizar, su cuerpo alto y delgado y sus dos corazones: uno a cada lado del pecho repleto de cariño y dulzura que heredó de sus antepasados y que esparce cada vez que camina por las calles sembradas de árboles que la veneran allá en el pueblo donde nació una madrugada de octubre.

Niña linda, cuando comiences a transitar por el mundo, no te dejes conquistar por él. Que sea todo lo contrario. Y no olvides que te amo cantidades enormes.

FABIO FERNANDO MEZA
fafermezdel@gmail.com

AQUELLOS CORISTAS DE LA MÚSICA VALLENATA

Cómo cambian los tiempos arrastrando todo con ellos. De aquellos días lejanos donde al acordeonero del conjunto vallenato que oficiaba de cantante, le hacían los coros quienes tocaban la caja y la guacharaca, ya no queda sino la añoranza.
A medida que el vallenato se fue vistiendo de saco y corbata, cuando su mensaje salió de las murallas de las sabanas del Cesar y la Guajira, comenzó a evolucionar el grupo vallenato como tal, y se dio cabida a nuevos integrantes. Fue así, como por ejemplo, el acordeonero dejó de cantar (En una ocasión Emilianito le dijo en un verso a Poncho y a Diomedes: "Voy a tratar de cantar/y lo juro por mi Dios/yo les dejo el canto a ustedes/que cantan mejor que yo/"), dándole paso al cantante propiamente dicho.

En sus ansias de innovación continua, al gran Alfredo Gutiérrez se le ocurrió adornar sus estribillos con voces diferentes y notó que los coros le daban otra presentación a la canción vallenata. Esto enseguida fue seguido por todos los grupos vallenatos que se iniciaban a finales de la década de los 60’s, y se ha ido perfeccionando hasta la actualidad.

A los amantes del buen vallenato, como a Juancho Ruíz Meza, cuando escuchamos las grabaciones de esos tiempos, nos alegra el alma volver a oír los coros, por ejemplo, de Gabriel Chamorro (“Chamorrito" como cariñosamente le llamaban sus amigos), Ángel Fontanilla, Julio Morillo, Álvaro Molina, Juan Piña, Marcos Díaz y Jairo Serrano.

Hay que anotar y valorar la entrega de estos grandes coristas y los apuntes que quedaron para la historia en sus grabaciones. Qué alegría produce en el corazón el escuchar esos diálogos espontáneos que brotaban del alma, entre cantantes y coristas enriqueciendo de paso a la canción.

Me propongo rescatar para esta crónica algunas de esas anotaciones espontáneas que se hacían en esa época gloriosa:
“Oye Poncho, ¿y qué te inspiró a hacer este merengue tan lindo?”, pregunta el corista en la canción Muero con mi Arte, incluida en el álbum "Una voz y un Acordeón". -Motivos Chamorro, motivos-, le responde Poncho Zuleta emocionado, al inolvidable "Chamorrito”. Los motivos que Poncho no dice, los canta, son motivos musicales, de llevar el vallenato corriéndole en las venas. ¡Que buen motivo!

Al corista Ángel Fontanilla no se le puede olvidar, es uno de los precursores del coro en las canciones vallenatas, en la grabación de la canción Invitación Parrandera, incluida en el álbum "Una Voz y un Acordeón", a Poncho Zuleta el autor de la canción le pide:" tráete a Jike Cabas lo mismo que a Fontanilla/esa gente buena que le gusta el acordeón/ pa' que coman chivo y beban bastante ron...". Se nota en esta estrofa la importancia de los coristas dentro del grupo, y los amigos de los cantantes son conscientes de ello y los solicitan para que se sumen a la parranda como piezas fundamentales dentro del engranaje musical. En este álbum, en la canción “Fortuna y desdicha”, el corista pregunta: ¿y por qué cantas así, Poncho?, y el intérprete responde: “Sentimiento, `Fonta`, sentimiento…Y es verdad, porque hasta lo siente uno que lo está escuchando. En la hermosa canción Uno es así, del álbum “Volumen 15”, Ángel Fontanilla pregunta: ¿y para quién es esto Poncho?, y el cantante le responde emocionado: “para mi compadre Herbacio Valdeblánquez y la niña Clara”. Aquí se encuentra el valor y el sentido profundo de la amistad que el corista recuerda nostálgico.


Julio Morillo y Álvaro Molina. Estos tradicionales coristas tienen un sitial bien ganado en los anales de la música vallenata. ¿Quién no recuerda a Diomedes en la canción Sol y Luna incluida en el álbum "La Locura", cuando el cantante dice: oye...Julio..., y el corista le responde: Sentimiento, Diomedes ay...!.? Era necesario que el corista expresara lo que el cantante sentía al momento de interpretar la canción. Había mucha compenetración y derroche de juventud.
En la composición que me mate el dolor del álbum "Tu Serenata", Julio Morillo dice:” y nos vamos pa' la Junta, pa'l festival del fique”; y Diomedes le responde con el alma en la mano: ¡“claro "Jullo" vámonos pa`lla`!”. En esos tiempos se aprovechaba para darle publicidad a los festivales que se realizaban en la zona, y qué mejor que lo recordara un corista y lo reafirmara el cantante que empezaba a perfilarse como uno de los grandes. En el paseo la egoísta del álbum “La Locura” Julio Morillo dice: “¿Y a qué te sabe esto Diomedes? “ Y el cantante le responde herido: a la gillette, a la cuchilla, Julio. Lógicamente que se refiere en sentido figurado a la mujer que le está haciendo daño. En la canción No se justifica del álbum Tres Canciones”, Diomedes anima al gran corista: “Compadre Julio Morillo, pa’lante hermano mío”.
En el hermoso merengue la carta, del álbum "La Locura", Álvaro Molina dice:”compadre Diomedes, ¿y para quién es esa carta?”, “para la mujer que yo más quiero en el mundo, Álvaro”, responde el cantor. Son mensajes de amor que quedan como el compromiso del cantante con la mujer de la cual está enamorado; es una forma de hacer público el romance, a lo que el corista aporta su grano de arena.

Por supuesto que no olvidamos a Jorge Oñate cuando en la canción Oye Tu del álbum “Noche de Estrellas”, Julio Morillo dice: “y en Bogotá…”, Jorge contesta: “Perdomo Ché”, ¿y en Barranquilla, Jorge?, le dice Julio, y el Ruiseñor responde: “Edgar Perea”. Observamos en este diálogo que la razón es saludar a dos personajes de trascendencia nacional para mostrar que el vallenato ya se extiende por todas las regiones del país. Y en la canción Amor Comprado de la grabación titulada “El cambio de mi vida”, Julio Morillo interviene: “Oye Jorge, y es que amor comprado no vale”. “¡Claro “Jullo!”, le responde el Jilguero de América. Se hace gala aquí de las paradojas de la vida costeña.

A la Licenciada Isyoli le agrada mucho escuchar cuando en la canción Nació mi poesía, del álbum "Ruiseñor de mi Valle", Jorge Oñate le dice a Julio Morillo: “oye Julio, y así como esta melodía... “y el corista le responde con toda la sinceridad y una verdad de a puño: “¡es Valledupar, Jorge!”. No creo que haya otra manera de confesarle a esa región lo hermosa que es, y cuánto la añoramos. También se entusiasma ella cuando Julio Morillo dice: “Oye Beto vámonos pa’ Ciénaga…”, y el Cantor Triunfante le responde: “Claro “Jullo”, a parrandear con los Hermanos Dangond…”. Esta anotación nos muestra que el vallenato es eso: una parranda de amigos, unos versos al amanecer, un sancocho de gallina y un abrazo sincero. Esta anotación se encuentra en la canción La Tiendecita del álbum “Lo Máximo”.

Además de destacarse como corista, Marcos Díaz se destaca como excelente compositor y cantante. Hicieron historia sus coros acompañando a los grandes del vallenato como a Diomedes Díaz, Beto Zabaleta, Alejo Durán, Emiliano Zuleta Baquero, Luís E. Martínez, Abel A. Villa, aparte del Binomio que fue la agrupación que lo vio crecer en el ámbito artístico. En la canción el que espabila pierde del álbum "Clase Aparte", Rafa canta:” Chiche Ovalle espabiló/ y Marcos se la quitó/…”, refiriéndose a sus coristas.

Hablar de Juan Piña es rememorar aquellos tiempos que ojalá volvieran. Hoy gracias a la magia de los discos compactos, podemos escuchar a Diomedes en la canción Cristina Isabel del álbum "Tres Canciones" donde Juancho le colaboró en los coros cuando dice: “como quiere mi compadre Juancho Piña”; o en la canción Surgió una Voz Cuando Juancho Piña le dice a Diomedes: “Bueno, Diomedes Díaz, ¿nos vamos Pa´l Difícil?, y el Cantante le responde: “Allá nos vemos Juancho”. Qué tiempos aquellos donde todos los cantantes vallenatos se aventuraban a cualquier pueblo llevando sus mensajes en cada canción, y muchas veces un amor escondido queda de recuerdo, aquí Juancho se lo recuerda alegremente al Cacique.
Juan Piña Valderrama también acompañó a su compadre Rafael Orozco en los coros. Se puede escuchar en la canción Despedida de Verano en el álbum "Los Elegidos": “Juan Piña, la pelo mocho...” o en la canción Muere una Flor del álbum "De Caché": “muchas gracias Juan Piña, ay Janeth!”, le dice Rafa. En la canción Mosaico en Vivo del álbum “Internacional” donde puede escucharse: “y como siempre mi compadre Juan Piña y Janeth…Juuupa…!” dice Rafa.
En la grabación que hiciera Daniel Celedón al lado de Israel Romero, se puede apreciar también el coro inconfundible de “Juancho”. En todos los apuntes que hacen Rafa y Juancho se observa la hermandad, la mamadera de gallo, entre el cantante y el corista, pero sobre todo el respeto y la admiración mutua.

A pesar de no haber nacido en tierras vallenatas, al opita Jairo Serrano se le metió el vallenato en la sangre, y su espectacular voz sirvió de coro a los grandes intérpretes del vallenato como el Binomio de Oro, Diomedes Díaz, Otto Serge e Iván Villazón.
En el merengue De la Junta a la Peña incluida en álbum "Fiesta Vallenata, Vol 8" Diomedes Dice: “mis compañeros, Jairo Serrano y Julio Morillo, acaben, acaben...” Aquí el cantor de los pueblos les hace un pequeño homenaje a sus coristas de esos momentos.

Se me haría interminable plasmar aquí, tantas anotaciones hechas por esos inolvidables coristas en las grabaciones que hicieran con tanta entrega y amor al canto vallenato.

Nos embarga la nostalgia saber que ya esa etapa fue quemada, que ya no se dará más en la historia de la música vallenata esa picardía, esos apuntes jocosos, estos diálogos espontáneos, que desde luego, también hacen parte de la identidad del vallenato.

En la actualidad los coristas han cambiado. Ahora todo es bajo libretos, bien calculado, demasiado milimetrado como pasa con los famosos saludos vallenatos que al igual perdieron espontaneidad.
Desafortunadamente, algunos de estos coristas no están hoy con nosotros, otros siguieron brindándole su talento al folclor como solistas y compositores, otros decidieron dedicarse a sus negocios particulares

Que sea esta la ocasión para decirles a esos grandes coristas que siempre lo llevamos en el corazón y en nuestro canto. Que no los olvidaremos nunca.

FABIO FERNANDO MEZA
fafermezdel@gmail.com