martes, 20 de abril de 2010

ENFRENTE SUS MONSTRUOS

COLUMNA CARCAJ

Cuánto ha crecido. Ya no tiene temor de caminar sin ayuda como en aquellas ocasiones cuando había que arrastrarle el taburete para que se animara a hacerlo. Fue, quizá, su primer monstruo. Lo venció.

Hoy brinca, salta, ríe, llora…mañana le dará pena. Hemos pasado poco tiempo juntos pero lo hemos aprovechado aprendiendo el uno del otro. Aunque él no lo crea me ha enseñado y muchas veces por el mandato celestial que tiene me desarma con algún detalle, con alguna palabra, con algún abrazo y debo claudicar.

He logrado algo que parecía imposible: que me escuche. Y más aún: que lo practique a cada rato. Me ha escuchado cuando le digo que hay que levantar la cabeza y mirar más allá, que debe saborear el acto simple de saludar a todo el que se encuentre por su camino así no obtenga respuesta, que regale una sonrisa, que nunca diga ‘yo no puedo’, que destierre la pereza y la timidez, que sea él, que no sea híbrido de nadie, que muera al pie de su palabra y no mienta, que se dé el lujo de tener un millón de amigos…

He logrado que crezca física, mental y espiritualmente apoyado en esas columnas, en esos valores. Pero a veces la sociedad se encarga de borrar en un segundo lo que a uno le cuesta toda una vida. Y más cuando son niños que tienen rezagos de su reacomodamiento hormonal.

Por eso hoy deseo decirle que recuerde tantas cosas, tantos consejos, tantas sugerencias, tantas voces de consuelo, tantos abrazos de felicitaciones y palabras de orgullo cuando esté tentado a caer.

Hijo: enfrente sus monstruos. Esos que ya no lo atacan en la oscuridad sino los que le pueden llegar a atormentar el alma a plena luz del día. Esos que encadenados al miedo quieren que usted los arrastre por siempre. Usted no pude ni debe ni tiene por qué llevar esa carga y menos toda la vida. La codicia no tiene lugar en usted porque sé que en estos momentos la está sacando fuera como un estornudo. La venció. Lo sé. La hipocresía es un monstruo de mil cabezas, hijo, no se deje tentar por su azúcar amargo. El chisme debe tenerle pánico a usted porque sabe que usted es un guerrero que enfrenta todo lo que lleve al desespero a la soledad y al caos. Recuerde que la espada para su lucha es su corazón transparente y amoroso; su caballo guerrero su convicción y su carácter; el himno de su victoria es una plegara al Dios vivo. El monstruo de la soberbia a veces se junta con el del orgullo para vencer más rápido y fácil. No se deje. A usted no le da la gana de verse tendido en el suelo y menos pidiendo misericordia a seres repulsivos que dan ganas de vomitar de solo mirarlos. Recuerdo la vez que derribó de una trompada al monstruo del egoísmo. Parece que fue ayer.

Mire que ya le brillan los ojos, cómo se crece su sonrisa, su rostro resplandece como una luz divina, su mano es firme al saludar, sus pasos son decididos. ¿Sabe por qué? Porque usted es un vencedor. Y así como enfrentó y venció a esos monstruos que no lo dejaban ser ni hacer puede vencer los que lo acechan cada día. Usted puede. Hace tiempo, pero mucho tiempo usted tiene derecho a tomarse todas las Pony Malta que quiera. Porque esa bebida es para personas como usted: para campeones.

Hijo, sólo para campeones. Usted lo es. Y lo más importante: me siento orgulloso de tenerlo, de aprenderle, de que a veces sea usted quien me diga: Hey, por ahí no es, rectifica el camino. Porque los padres olvidamos que los hijos son los mejores maestros del mundo.

Manuel: un abrazo bien sincero como usted, para usted. Salúdeme a Batatal y a su tía Isyo. Ya amaneció… Arriba campeón porque hoy es su día!!.

FABIO FERNANDO MEZA

fafermezdel@gmail.com

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