miércoles, 4 de agosto de 2010

IVÁN VILLAZÓN: UNA VOZ, UN REY, UN LUCHADOR…

Siempre mirará su sombra para compararla tal y como es y si algún día se va, la sombra le queda.

Nunca imaginó Iván Villazón que su viaje a Bogotá en la década de los 70’s, le fuera a cambiar la vida. Del joven a quien sus padres enviaron a estudiar Derecho a la lúgubre y lejana capital para que siguiera la tradición política de su familia, sólo quedaban las decepciones familiares porque la música vallenata que de niño había sembrado la semilla en él, estaba germinando sin parar.

Iván vivía pendiente de los pocos conjuntos que en ese tiempo se aventuraban a viajar a la capital cada 6 meses, para encerrarse en los estudios de grabación de la entonces casa disquera CBS y deleitarnos con el producto de esa grabación con sus 12 temas bien vallenatos.
Los cantantes de música vallenata que ya se perfilaban como ídolos en la costa Caribe, le permitían a Iván estar presente en todo ese proceso, a cambio de cualquier cosa, de llevarle agua, de comprarle comida, sólo a cambio que lo dejaran estar y observar.
Fue en esa época cuando Iván aprendió, observando cómo los cantantes de música vallenata se erguían frente al micrófono, y agarraban con sentimiento los audífonos para que sus sentimientos y alegrías quedaran plasmados tal cual en el acetato. Aprendió a repetir y repetir la canción cuantas veces fuera necesario para que quedara perfecta, aprendió a modular la voz, a saludar, a rogar por aquí y pedir favor por allá para que le permitieran grabar, a pasar trabajo como todo cantante vallenato primíparo que se respete.

Fue entonces cuando esos mismos cantantes ya reconocidos, le daban “una palomita” al joven cantor en sus presentaciones o parrandas, de las cuales Iván se fue nutriendo.
Por eso cuando decidió que se quedaba con la calidez de la música vallenata en vez de las aulas de mármol de la facultad de derecho, no tuvo ningún inconveniente para grabar después de tocar muchas puertas y al final la desaparecida casa disquera Phillips creyó en su potente voz de “picó”, (como alguien le describió su siempre joven voz de tenor), un álbum al lado del acordeonero Fello Gámez; la alegría de Iván por el éxito de su trabajo ese año de 1984, no se vio empañada ni siquiera, por el resentimiento de sus padres que no le perdonaban el haberse dedicado a la música que solo servía para parrandear, mujerear y volverse irresponsable y vagabundo, según el parecer de sus progenitores.

El Arco Iris, canción del maestro Rafael Escalona, le abrió el sendero que necesitaba Iván en el difícil camino del vallenato, y nos ha demostrado a todos, que no se equivocó al apostarle a esta actividad que no tiene nada que envidiarle a ninguna otra, porque a través de sus cantos él mismo se impone el reto de ser siempre mejor, para no defraudar a quienes lo siguen sin temor a equivocarse que es todo un señor cantante y lo aclaman con entusiasmo.

No fue fácil para Iván seguirle la trilla a Poncho Zuleta, Jorge Oñate Beto Zabaleta, Silvio Brito y Diomedes Díaz, pero se propuso estar entre estos grandes mosqueteros del vallenato y lo logró. Hoy, no queda duda que a pesar de las dificultades, Iván no ha dejado de lado el vallenato auténtico, el vallenato pícaro y mamador de gallo, el costumbrista, el sentimental; ha sabido mantenerse en la línea divisoria que delimita a este vallenato que gusta, que sabe a suero con yuca, del otro.

Particularmente, creó que Iván consiguió la madurez que necesitaba como cantante cuando grabó al lado de Beto Villa. Este portento del acordeón unió su talento al de Iván y por supuesto que el resultado fue espectacular, porque de los 11 temas escogidos para ser grabados por “La Compañía“, 11 son buenos. Es el mejor trabajo discográfico que para mi gusto ha realizado Iván Villazón, no quiero decir que los anteriores o posteriores a éste no sirvan, yo opino desde acá desde la cocina de la casa, que este trabajo al lado de Beto, pasó el examen de todos los que alaban las buenas canciones vallenatas contenidas en un álbum.

En la actualidad, Iván es reconocido como una de las más importantes figuras del canto vallenato, y no sólo por su nombre, si no también porque lo respaldan todos esos álbumes que realizó con Fello Gámez, Pangue Maestre, Chiche Martínez, Cocha Molina, Beto Villa por supuesto, Franco Argüelles y Saúl Lallemand. Ahora cuando Iván Antonio une su talento a otro Iván, es de esperarse cosas impresionantemente buenas.

Últimamente hemos escuchado la inconfundible voz de Iván acompañando al gran Alfredo Gutiérrez en el álbum “El más grande con los grandes” cantando temas como “el tigre de la montaña” y “Anhelos” y la verdad es que lo hace muy bien.
Iván es además de “una Voz”, un “rey”. Sí, Rey de los carnavales de Barranquilla y tocando la guacharaca acompañó al “Cocha” a coronarse rey vallenato en 1990.
Por estos días está de celebración porque hace más de 25 años se la jugó por ser un referente en el vallenato. Lo logró


Aún le queda a Iván mucho que dar porque es un cantante que sabe lo que quiere y lo que ha conseguido. En estos momentos todo le ha cambiado para bien, porque entre sus millones de fanáticos, de número uno Iván cuenta feliz a sus padres, quienes orgullosos de su hijo lo animan a que siga cantando, deleitándonos con su voz carismática y contundente, que al escucharla en cualquier sitio, los que saben y sienten el vallenato dicen con alegría: “ese es el hijo del Viejo Crespo y la vieja Clara de Urumita”.

Pero su esposa Aida Mercedes también además de amor le regaló a Iván David, Crispín Enrique y Cristian Camilo que como lo dice el cantante: “Han sido mi alegría”. Y ahora con Iván David seguirá el progreso…

FABIO FERNANDO MEZA
fafermezdel@gmail.com

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