jueves, 27 de mayo de 2010

“DOCTOR ROBERTO CALDERÓN, SINCERO, COMO SIEMPRE…”: ‘BETO’ ZABALETA

Soy Roberto Calderón, dijo el muchacho casi gritando para que su ídolo, el maestro del acordeón, Alejo Durán, lo escuchara. EL tumulto no dejaba. Todos querían estrechar la mano del legendario acordeonero y Roberto no era la excepción.
Gritando y abriéndose a codazos espacio logró que el Rey Vallenato se fijara en él. ¡Soy Roberto Calderón, maestro!, volvió a gritar. Alejo lo buscó en su memoria donde guardaba a su millón de amigos y conocidos pero ya las goteras del olvido comenzaban a pedirle cuentas. No lo encontró. Roberto Calderón no se dio por vencido: “Soy Roberto…y en un momento de desespero apeló a su último recurso. Soy el compositor de El Romancero, la canción que canta Diomedes…”
Alejo no sólo le paró bolas esa noche de versos y acordeones en Barranquilla sino que para sorpresa del entonces estudiante de arquitectura, comenzó a cantar la canción que para 1981 se escuchaba por todo los rincones. Terminaron cantándola juntos y desde entonces y para siempre fueron grandes amigos. Ajá, Robe, le dijo Durán, ¿y cómo es que te llamas?
El emocionado compositor tomo aire y lo soltó junto a su identidad sin tiempo de corregir:
Roberto Alfonso Calderón Cujía, nacido un 26 de mayo de 1957 en San Juan del Cesar, Guajira.
Durán lo abrazó diciéndole: olvidaste decir compositor de “experiencia”, mi primera canción y grabada por Adalberto Ariño y Oscar Negrete en 1976, carajo!
A Roberto en su génesis como cantautor le pasaron vainas raras: en San Juan cuando se acercaba a algún grupo que estaba cantando, el grupo se disolvía y lo dejaban ahí, parado, y desconcertado con la actitud de sus paisanos.
Fue su hermano Beto quién confió en su talento y se lo acompañaba con la guitarra comunitaria que había en San Juan. Fue así como cuando Emilio Oviedo andaba a la caza de una canción para llevarla a Medellín y grabarla con Beto Zabaleta, fue a San Juan y se encontró en el quiosco de Joseíto con el muchacho que componía con el alma en la mano. Le cantó “Recordaciones” y Oviedo se quedó con la boca abierta haciéndole prometer al compositor que no se la daría a nadie más. Fue un éxito y título del larga duración en 1977.
Pero a Roberto le importaba un carajo en esa época de adolescencia que los campesinos de su pueblo le echaran la culpa del crudo verano que se vivió. Él se disculpaba pero eso no bastaba: “Me perdonan que a mí me guste el verano, pero un hombre enamorado piensa sólo en su morena”.
Era el tiempo loco cuando las niñas de San Juan salían a darse un baño en el río y él a una en especial le cazaba el tiro y poco a poco se fueron encariñando…
En 1978 participa en el festival de compositores de San Juan con su tema “Luna Sanjuanera”. Hasta hoy nadie se explica por qué fue relegada al segundo lugar cuando actualmente es el himno del pueblo. Los organizadores del evento sintieron que estaban en deuda con el compositor emergente y en 1980 lo premiaron merecidamente por su canción “Gitana” que después sería grabada por Beto Zabaleta.
Hay algo curioso en la manera como Roberto bautiza sus composiciones y es que le gusta que el nombre de su canción sea escogido para darle también nombre a la grabación del conjunto que la interprete. La mayoría de las veces lo ha logrado. En otras ocasiones a Poncho no le dio la gana de bautizar su grabación con Beto Villa “El último romántico”; a Diomedes tampoco con “Harán historia” ni al Binomio con “Añoranzas” ni a Beto con “Tarde a Tarde” o “Cuál de los Dos” o “Bendita Suerte”. Pero la mayoría de sus temas titulan también al álbum del cantante
Roberto Calderón es un referente en la música vallenata. Labró su estilo y en la década de los 80’ no había cantante que en su grabación no trajera una canción del compositor sanjuanero.
Actualmente canta él mismo sus temas. Así le va mejor. El hecho de que ya no venga en los CD actuales, no significa que se le haya secado su manantial poético. Hoy es muy solicitado para amenizar reuniones y la gente es la que termina cantando sus canciones inmortales.
Todavía nadie se explica por qué la canción “el corazón del Valle” no ganó el galardón en el Festival Vallenato y fue mandada sin misericordia al segundo lugar siendo después un éxito en la voz de Jorge Oñate.
Roberto Calderón disfruta actualmente del reconocimiento de sus seguidores, de sus colegas en su oficio y en su arte y de mucha gente que a cada rato le damos las gracias porque por culpa de alguna de sus canciones nos reconciliamos con nuestra novia.
Pero todavía se da una escapadita a su finca en Galapa para saborear el olor de la mañana y mezclarlo con suero y ñame y recordar aquellos tiempos cuando la más bonita del barrio pasaba y un piropo entonces él le lanzaba y acudían a la cita y él se ponía su mejor camisa…

Manuel, Roberto Calderón ya no tiene necesidad de pedirle a Carlos Gámez que le dé un consejo en cuestiones de mujeres pero siempre reconocerá que “Beto, su hermano, está mejor y lo más importante: ya puede cantar”
FABIO FERNANDO MEZA

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