miércoles, 6 de julio de 2011

YA NI SE VERSEA, POLLO RONCO…

Si algo llamaba la atención en las famosas presentaciones de los grandes cantantes vallenatos era su capacidad para versear ininterrumpidamente durante horas, incluso, durante toda su presentación, si le daba la gana. Yo, al menos, me quedaba ahí, parado, con la boca abierta escuchando y mirando como se “daban versos” de tú a tú y sin que se dieran cuenta el sol les salía en plena faena musical. Hoy no dan ganas ni siquiera ir a verlos cantar.

Hoy todo eso lo han olvidado. Recuerdo que Diomedes Díaz, por ejemplo, muchas veces no cantaba las canciones de su extenso repertorio musical, sino que verseaba sin parar, y la gente ni siquiera bailaba embelesada escuchando la rapidez y fluidez mental de este ícono del vallenato. Y cuando se encontraba en tarimas con Poncho o Emiliano Zuleta, quienes ganaban eran los asistentes a tan histórico encuentro porque terminaban haciendo collares inmensos de versos y la gente sentía que había valido la pena pagar tan caro la entrada.

Actualmente se nota a algunos de los llamados Grandes del Vallenato como cansados, como resignados, como aburridos…cuando se suben o bajan de una tarima ya no versean. Por Dios, señores cantantes, si el verso espontáneo es el alma del vallenato y ustedes así lo comprendieron desde que comenzaron en este bello arte. ¿Por qué no versean como ayer?

El último recuerdo que tengo de Diomedes verseando es en la ciudad de Cartagena cuando el rifi-rafe con Iván Zuleta. Me alegró. No que se insultaran como adolescentes, sino que Diomedes se acordara de versear. Pero me desilusionó ver que los versos se los decía alguien que estaba en un rincón de la tarima y el cantante se limitaba a repetirlos. Qué decepción.

Al menos las personas que se dan el lujo de contratar a estos grandes cantantes para sus fiestas particulares pueden escucharlos versear porque ya en presentaciones abiertas esto no se ve. Y pedirle a los llamados Nueva Ola que lo hagan es perder el tiempo. Ellos no saben si quiera que el verso debe tener rima, mensaje fluidez y destinatario que con 4 de ellos se forma una estrofa.

Claro que todavía este bello arte lo cultivan personajes como Luis Mario Oñate quien es muy solicitado junto con Iván Zuleta para que haga las delicias del público que desea extasiarse con y repentismos exquisitos y buenas improvisaciones.

¿Qué le pasó a Diomedes? ¿A Poncho? ¿Por qué no versean en sus presentaciones?. Emilianito es un maestro en esto de la improvisación y quizás él lo haga en las hoy llamadas fiestas privadas. Al menos yo iba a escuchar sus ‘composiciones a la carrera’, sus cantos improvisados ahí ‘al pie de la vaca’… y no se equivocaban, no hacían siquiera un verso malo. Eso era digno de admiración y de trasnocho.

Ahora: se esta presentando un fenómeno muy particular en esto del mundo vallenato. Se nota la diferencia de ciertos grupos cuando les corresponde presentarse a ciertos lugares de la Guajira y del Cesar. Se observa con sorpresa la entrega y el entusiasmo. Allí no improvisan ni hacen lo que quieran. Caminan suavecitos. Cantan. Así de sencillo. Pero cuando van a otros lugares, si van, a veces no quieren cantar, y si lo hacen, es a las carreras porque se tienen que ir para otro sitio.

En las mejores épocas del vallenato las agrupaciones famosas cantaban toda la noche y se los cogía la madrugada regalando versos a sus seguidores. Hoy no han cantado 3 canciones cuando se están despidiendo porque tienen que volar a Leticia y se encuentran en Rio Hacha. ¿Y el fanático que compró la boleta? ¿Ese no merece respeto?. Parece que los cantantes de hoy tuvieran una competencia no por el que cante bien y mejor sino por el que más presentaciones haga en 1 hora. Ese es el respeto de ellos a sus seguidores. Ah… y de versear, nada. No saben. Mejor que no lo hagan para que no hagan el ridículo.

El vallenato debe volver a su esencia, a lo fundamental. Rescatar sus raíces. Los cantantes que instituyeron el verso espontáneo como manera de demostrar su dominio de esta música deben volver a caminar por ese sendero. Deben sentir que el vallenato les fluye por las venas, a sentir que se le hace un nudo en la garganta cuando el otro cantante lo desafía a punta de versos.

Yo deseo volver a escuchar a Poncho Zuleta cantando en cualquier caseta de algún pueblo perdido de la costa como lo hacía ayer: “Yo no me puedo ir de aquí sin hacer un pocón de versos…”

Al menos, para sobrellevar estos momentos de tiempos huérfanos en el verso repentista del vallenato yo me refugio en aquellos videos donde hay dos monstruos dándose golpes a punta de versos: Diomedes y Poncho: “Ay, compadre yo no me callo/ ay compadre deme el caballo/ porque ya compré la silla”. Poncho que no esperaba que el otro termine le responde: “En esta bonita tierra/ que a mí me sirve de halago/ le voy a dar es una yegua/ pa’ que le para todos los años…”. ¿Es mucho pedir que vuelvan al principio…a versear? ¿En cuál basural tiraron esta hermosa costumbre?

Jorge Oñate en una grabación le dice a Emiliano: “ya ni se bebe, Pollo Ronco”. Poncho le dice a su hermano Gallo Papujo, y Rafael Orozco, El Gago de Oro. Tomado la frase de Oñate yo me atrevo a decir: “Ya ni se versea, Pollo Ronco…” Qué tristeza. Y qué pena con el vallenato de hacha y machete. Todo se está acabando, hasta el verso celestial y bien medido, ese que invita a amar más a este folclor. Que vuelva el verso y sus verseadores para que no se pierda la tradición y den ganas de volver a los conciertos, a las casetas, al patio de la casa, a escucharlos

FABIO FERNANDO MEZA
fafermezdel@gmail.com
2011.07.01
2011.07.01

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