jueves, 30 de junio de 2011

RAMONCITO

Nadie se dio cuenta cuándo creció Ramoncito. Aunque no ha dejado de decir ‘Dejémonos de Vainas… ¿sí?’ La diferencia es que hoy lo escribe cada fin de “semana” (aunque a mediados de los 80’ cuando estaba con su papá, Moncho, con su madre, Renata, sus hermanas, Margarita y Teresita, lo decía todos los viernes por la noche en el programa de televisión del mismo nombre él o cualquiera de su familia peculiar).

Ramoncito se creció, y con él sus miedos, su timidez. Sus fantasmas infantiles lo persiguen convertidos en protagonistas del acontecer nacional que combate diciendo lo que normalmente no escribiría. Es un rebelde a su manera: estuvo un tiempo perdido pero reapareció en famosas revistas escribiendo lo que él llama caricatura escrita, mofándose de todo lo que le dé la gana porque tiene licencia para eso emanada del ministerio de la vaina y vaina, donde nada tiene que ver el caldo con las tajadas.

Ramoncito no cree en nada ni en nadie. Es ateo. Pero un día irá donde una pitonisa quien le dirá que se casará, que tendrá dos hijas que le van a preguntar que si él alguna vez dirigió una revista especializada en desvestir famosas y a él se le formará un nudo en la garganta para responder que esas “son vainas de la oposición”. La quiromántica gitana le dirá que ve en la palma de su mano que leerá de cabo a rabo las columnas interminables de Fernando Londoño, que será un fanático seguidor de un intelectual asesor de un presidente que cogió la constitución del país y la zarandeó al derecho y al revés.

Ramoncito ha crecido físicamente pero en todo lo demás sigue en el vientre de Renata. Nada le gusta, todo le imputa, todo le hiede y nada le huele. Parece un futbolista frustrado o un hincha cuyo equipo se queda a mitad de camino siempre…Es famoso por sus escritos y por dirigir una revista y escribir en otra de la misma casa editorial, por ser hijo de “Moncho”, el periodista, por irrespetuoso, porque nadie le dijo jamás que a la gente por ser gente, a veces, hay que respetarla, y no joderla restregándole en cara sus defectos íntimos que para ellas son las únicas cualidades dignas de mostrar.

Quizá nadie le dijo a Ramoncito, ni siquiera Moncho, que nadie tiene la culpa de tener tantos defectos morales ni mentales, de lo que él se deleita a gusto y se lame los dedos, ¿Qué dirá Renata?. Creo que él medio respeta y medio escucha es a Josefa, la muchacha del servicio doméstico de su casa.

Ramoncito domina regular el español, remeda mal a los paisas, practica la redacción cada que escribe para ver si algún día aprende y se burla de todo lo que no sea “Bogoteño”. Sabe que se lo van a aplaudir sin remedio el domingo por la mañana y que le estropeará el almuerzo a muchos otros y el precio que está pagando es aislarse cada día más de esa sociedad elitista y arribista a la que él tanto detesta y a la que, paradójicamente, pertenece por obra y gracia del Espíritu Santo, (Moncho), solo para poder seguir haciendo lo que le gusta: joder a los demás con su mala bilis.

La tía Loly todos los domingos pone el grito en el cielo y Ramoncito ya no le hace caso ni al costeño Ramiro, carajo, y mucho menos respeta sus canas. Es que Ramoncito no conjuga ese verbo. Quizás nunca lo ha hecho porque eso sería ser del montón. Y Ramoncito no es del montón: es de SoHo.

Ramoncito es inmune a todo. No sufre ni de uñero. Sólo le da gripa cuando pierde el Santa Fe. Es el mamagallista que dicta jurisprudencia cada fin de semana en cómo es que se debe mirar a quienes hacen tanto por el país que nunca hacen nada que valga la pena sólo regalan argumentos para una caricatura escrita.

Ramoncito sólo tiene dos amigos: un perro, el ‘Pincher Arias’; y un lagarto, ‘Roy’. Mejores amigos no hay.

Detesta, Ramoncito, las reuniones sociales porque quizá no soporta el vaho de su propia timidez representados en la gente que lo rodearía en esos lugares exclusivos y que no le pedirían autógrafos sino más de una explicación. Pero si esos son los sitios perfectos para exorcizar tus miedos reprimidos, ‘cabezón’, o tu impotencia por no ver a este pútrido país como él lo soñó cuando era feliz e indocumentado; y que no fuera país si Ramoncito no le revuelve el estómago recordándole que aquí nada ni nadie sirve para un carajo, sólo para salir retratado en sus columnas sostenidas por los cimientos del poder de su propio y rancio apellido que hasta presidente tuvo: Vargas.

FABIO FERNANDO MEZA
fafermezdel@gmail.com
20.06.2011

LA TAREA DEL PROFESOR CAAMAÑO

"Por ahí estuvo el profesor Caamaño, buscándote". Esas eran las palabras que periódicamente me decía la seño Gloria, mi madre, las veces que yo estaba por el pueblo. Últimamente el profesor y yo no nos volvimos a ver. Quizás, porque nunca encontré el camino para visitarlo en su casa fresca de palma, o porque siempre voy de prisa y me concentro en otras cosas.

El profesor Gonzalo Caamaño García, fue el directo responsable de que hoy numerosos profesionales lo sean. Se dedicó a la enseñanza toda su vida. Primero, como profesor de primaria, y luego, como fundador y rector de un colegio de bachillerato que todavía existe en San Fernando, Magdalena; San José, lo bautizó. Fue un promotor incansable de muchas obras sociales que aún hoy nos acompañan, y de las que él fue protagonista. El profesor Caamaño se preocupó hasta el último de sus días porque quienes abandonábamos su colegio por culminar nuestros estudios, fuéramos dignos representantes de esa tierra "donde quiera pusiéramos la huella". Deben tener “vergüenza de patria chica”, nos decía a menudo.

Yo lo recuerdo con mucho cariño. En una ocasión cuando yo atravesaba por un momento difícil de mi vida por haber perdido a alguien muy importante para mí y de lo que todavía no me he recuperado, se me acercó y me dijo al oído: "de ahora en adelante, lo voy a llamar por su segundo nombre para no atormentarlo".

Cuando su colegio estaba falto de profesores, que era la mayoría de las veces, él suplía esas faltas impartiéndonos verdaderas cátedras. A mi, particularmente, me gustaba asistir a sus clases de ortografía los miércoles a las dos de la tarde. Uno de esos miércoles, cuando estábamos próximos a salir a vacaciones de fin de año me dejó una tarea para la clase siguiente.

Por muchas circunstancias las clases de ortografía se suspendieron, después nos graduamos de noveno y cada quien tomó caminos diferentes. Mi investigación quedó en veremos. El profesor Caamaño nunca olvidó que me había impuesto una misión y yo no me había reportado. Por eso, cada vez que le decían que yo estaba en el pueblo, se acercaba a mi casa a preguntar por "el joven" como también me decía.
Una tarde calurosa de diciembre lo vi caminar por todas y cada una de las cinco calles largas, arenosas y misteriosas de San Fernando, en compañía del médico Edgar Ruiz Aguilera, otro de sus antiguos y admirados discípulos. Caminaron toda la noche hablando de todo.

Esa tarde al verlo a lo lejos volví a recordar la tarea que me había dejado mucho tiempo atrás. Con remordimientos de conciencia fui donde el profesor de Español y Literatura, Ramón Delgado Caicedo -el mismo que alguna vez me montó en su bicicleta clásica de mil batallas llevándome a su casa para que leyera las novelas ejemplares de Cervantes-, y me hizo la caridad de decirme la tarea.

El profesor Caamaño vivía solamente para el bienestar de los demás. Poco se preocupaba por él. Aún después de retirarse de su labor como docente vivía preocupado por la calidad de la educación que se impartía en aquel colegio que alguna vez él fundó.

El profesor Caamaño, quizás pensó que me olvidé de él apenas salí de su respetable institución. Pues no. En mi pecho no cabe el olvido. Y menos, cuando en una tarde sin arreboles de su vida, me escogió para acompañarlo en sus largas, famosas y frecuentes caminatas por el pueblo cuando iba muriendo el sol. En esa ocasión me dijo: “Joven, le tengo fe”. Esa confesión me dejó petrificado.

Me quería dar un patatús las pocas veces que me encontraba al profesor Caamaño en el camino de Batatal cuando él amanecía con ganas de respirar aire puro. Era entonces cuando se montaba en un caballo prestado, se ponía su sombrero vueltiao y se vestía mejor que cuando el obispo llegaba a visitarlo. Toda esa ceremonia para ir un ratico a su pequeña finca, la convertía el profesor Caamaño en un rito que demoraba seis meses de preparación. Él no me veía cuando nos cruzábamos en el camino porque estaba extasiado de tanto paisaje hermoso que se podía ver a lo largo del camino y yo podía respirar tranquilo.

Ya con la respuesta en mi poder siempre quise buscar al profesor Caamaño para dársela, pero nunca lo hice. Primero era porque no la tenía; y cuando la conseguí al fin, pensé, sin razón, que era demasiado tarde. Poco después de la muerte de este insigne personaje de San Fernando, fui al pueblo y en una conversación familiar terminamos hablando de los recuerdos de esta persona que junto a la seño Gloria, tienen el record de poseer el mayor numero de ahijados de toda esa próspera región. Entonces me acordé. Le pregunté a Isyo en qué parte del cementerio estaba la tumba del profesor. Fui allá y me acerqué.

Como en aquellas épocas de clases le respondí a su tarea de pie, con las manos extendidas a lo largo del cuerpo, sacando pecho, levantando la cabeza como él nos había enseñado: "profesor, buenas tardes, los dos punticos que se le colocan a la letra U encima para que suene, se llaman Crema o Diéresis". Me quedé un momento esperando que me volviera a decir: "muy bien joven, seguro que esa respuesta la encontró en el Almanaque Mundial de su papá". Pero no, esta vez su palmadita en mi hombro fue el silencio.

Salí triste de ese santo lugar pero olvidé decirle, que desde su partida, las misas dominicales en el pueblo ya no son iguales, porque en el momento de la elevación, ya no se escucha el tañer de las campanas como solo él sabía hacerlo: de una manera magistral.

La cura de burro que me he impuesto para redimir mi falta, es que en honor al profesor Caamaño, cada vez que tengo la oportunidad de escribir, trato en lo posible, de utilizar palabras que tengan esos dos punticos sobre la letra U.

FABIO FERNANDO MEZA
fafermezdel@gmail.com

miércoles, 22 de junio de 2011

CARAJO…

Los directores de los partidos politiqueros de Colombia no han hecho, no hacen, ni harán nada por convertir en hechos sus palabras hipócritas como que van a dar sus avales a personas prístinas, intachables y de un pasado vertical y transparente. Mentirosos…embusteros. Dicen tanta mentira en este tema de los avales que parecen políticos.

Aquí en el departamento del Magdalena es quizá donde se palpa con mayor nitidez la ineficacia y la torpeza de esos directorios porque le dan su aval a todo el que se los pida sin preguntar siquiera cómo se llama la persona. ¿Por qué no los rifan mejor?

Todos, pero todos sin excepción, los directores de los partidos, hablan basura, babosadas, paja, por los medios de comunicación gritando que todo lo tienen controlado, que todo está en orden, que no hay nada que temer. Que nadie con asomos de pasado oscuro se les colará. Tantas mentiras que ya ninguno de esos directores no tiene espacio para crecerle más la nariz por hacer alarde de su condición de congresista. Y los otros directores que todo lo miran desde la lúgubre capital nos meten cada vez que les da la gana el dedo a la boca diciendo que sus candidatos son más vírgenes que sus propias abuelas.

Pero nosotros somos los únicos culpables. Los magdalenenses. Si hiciéramos un mínimo gesto de repudio departamental nada de esto pasaría. Tenemos antecedentes tristes con 3 gobernaciones donde quienes la han liderado no han terminado su periodo, pero como el poder es tan meloso, tan bajo, tan matrero, se forma una rueda cíclica que da vueltas porque los mismos personajes oscuros la empujan a través de sus amigos o familiares. La vaina es que hay que seguir robando y saqueando al departamento así sea por interpuestas personas.

Según la politóloga Claudia López, al parecer, hay candidatos o personas que los respaldan que son apoyados por los mismos apellidos que han arruinado a nuestro departamento. Pero ellos saben que todo se arregla o se olvida con tragos, camisetas y un sancocho en cada reunión politiquera o el día de las elecciones. Es que aquí en el Magdalena todos somos así: estúpidos y olvidadizos, y ellos, los corruptos de siempre, lo saben de sobra que tenemos cerebro de gallina.

Debería darles vergüenza a los responsables de los directorios politiqueros desde el municipal para arriba, al predicar pero no aplicar tantos mamotretos de reglas y normas y no sé qué más pendejadas que rigen a estos conjuntos de partidos y que no son capaces siquiera a de aplicárselas ellos mismos y mucho menos para dar avales a personas de 2 en conducta.

Parece que lo que verdaderamente le interesa a los directorios politiqueros es que gane el que sea y salga a los medios a darle las gracias al partido que lo avaló y demostrar su director que hizo bien la tarea y pueda salvar su puesto y seguir como director del partido

Esperamos acciones enérgicas (¿?) de Rafael Pardo, Juan Lozano, Varón Cotrino, y de todo ese largo etcétera de presidentes o responsables de los partidos donde se esconde la politiquería colombiana, o al menos que se pronuncien… ¿pero para qué pronunciarse si nadie les hace caso?

Seguro se pronunciarán y se rasgarán sus vestiduras cuando el daño en el Magdalena ya esté hecho. Simplemente porque ningún ineficaz responsable de los miles de partidos que existen se han tomado el trabajo de investigar al derecho y al revés a las personas que solicitan su apoyo para ver si son dignos de llevar su representación. ¿Es mucho pedir?

Una partida de sinvergüenzas es lo que son porque si aplicaran un poquito eso de que están depurando los partidos tendrían que empezar responsabilizándose hasta penalmente por apoyar en este departamento a personas que ni siquiera la conciencia los deja dormir y a algunas los muertos le halan la pata por las noches clamando justicia.
¿Pero qué c
uenta pueden darse los señores directores de los directorios o partidos? Si están allá, lejos de la costa, con los pies montados en los escritorios y los brazos cruzados porque no hayan más que hacer, mientras en el Magdalena la corrupción quiere volver al Tayrona enmascarada de millones de formas convertidas en diversos candidatos de todos los colores, olores y sabores

El Magdalena a lo mejor volverá a elegir a alguien que sólo estará gobernando 6 meses libre y el resto lo hará desde la Picota, al fin y al cabo ese ha sido el común denominador de los últimos tiempos. Y cuando todo eso pase los que le dieron el aval al fulano ladrón voltearán la cara para otro lado para no ahogarse en sus propios excrementos y no ver el tamaño enorme del daño que nos han hecho hasta que el escándalo sea desplazado por otro. Ese es el Magdalena. Y todo el mundo politiquero dirá que aquí no ha pasado nada y que son tan transparentes que todo se lo dejan a la justicia divina…esa que nunca opera.

FABIO FERNANDO MEZA
fafermezdel@gmail.com
22.06.2011

miércoles, 8 de junio de 2011

AY BONITA….

Si fueras de San Fernando, Magdalena, mujer, seguro que tu paisana, Rosa ‘Perfume’, al tú comentarle todo ese rollo por el que estás pasando de lo del robo del AIS, de que estás ad portas de posiblemente entrar a unas vacaciones forzosas como dijo cuando lo encerraron El Padrino de Mario Puzo, de lo de tu ex novio, y todo ese bochornoso Fuepa Je de las fincas cortadas en cuadrículas como los cuadernos de geometría para acceder a créditos múltiples no reembolsables por familias prístinas del Magdalena, seguro te hubiera respondido en sanfernandero limpio: “pero tú si estás jodida, óyeme…cómo es posible que estés tan ciega y sorda…carajo…pero tú si estás grave…y seguro remataría su diatriba aseverando crudamente: ¿ o es que tu miras al indio y no a la flecha?. Estás en nada, niña…hay que mirar es lo último…Te advierto, Bonita, que ella es Rosa Serpa, no Perfume, si le llegas a decir así te tragará: ¡“Rosa Perfume será tu madre…!”

Menos mal que no eres de por acá de estas tierras, porque para el próximo carnaval ya te tendrían listo el disfraz, el señor Gerenaldo García, Nicolás Escobar y Fidel Pérez. Me imagino que don Fidel te personificaría, Bonita.

Pero también tienes ventaja si fueras de por acá: a estas alturas ya no le pararan bolas a la mujer preciosa que pasea su beldad por los callejones sofocantes y hasta te fiaran en las tiendas y en las cantinas. Y a nadie le interesaría ya que eres prima lejana de Shakira, que eres ex reina, actriz, modelo, empresaria, barranquillera y “tumbada en tu buena fe” y te invitan a bañarte al Títere.

Y si por casualidad te encuentras con la Seño Uba, ella lloraría por ti tus pesares y te invitaría a su casa que queda en la salida del pueblo que va para las diferentes fincas camino de Pijiño, y te recriminaría, Bonita, pero a la vez te reconfortaría: “no te preocupes, mija, que todos los hombres son iguales. Tú no sabes las lágrimas de sangre que me ha hecho derramar el Octavio de mierda ese…” y si tú, Bonita, le preguntas quién es él, ella te dirá orgullosa: “El ‘marí’o’ mío…”

Todo sería diferente para ti, mujer, si hubieras tenido la dicha de nacer en San Fernando: serías invitada a los velorios para que te murieras de la risa con los cuentos fantásticos del ingeniero Sajir Yacub, quien no repite uno solo en esas noches largas y la gente no se duerme. Y a lo mejor si te encuentras donde “Ata” con el médico Edgar Ruíz, no te emborrachas por mucho que tomes trago a causa de sus cuentos de personajes de este pueblo como solo él sabe contarlos y te sorprendes de que por culpa de las tantas carcajadas el sol por cualquier lado aparezca.

Y te hubieras olvidado de todos tus pesares y angustias, Bonita. Sólo con los cuentos de Saji y de Édgar te hubieran bastado para volver a ponerle el pecho a la vida y mandar todo sufrimiento al carajo.

Pero también, Bonita, hubieras pasado tu sofoco en San Fernando, con la Seño Gloria, mi madre, quien sin importar lo famosa que eres ni lo crecida que estás, te hubiera acostado en sus rodillas y te hubiera dado tres pencadas en las nalgas para que no fueras tan ingenua, caramba, y dejaras de tener las “”orejas encharcadas” y te avisparas…

Si te encuentras con la señora Nora, la mujer del señor Eduardito Ramírez, te invita a bailar, y si no sabes ella te enseña, así sea con la música de la emisora de Rafael Medina, y si tienes suerte, Bonita, te llevas tu apodo bien puesto que te perdure para siempre y de regalo te preguntará de frente por qué estás tan flaca que “pareces pulla de fritar pescado”.

Te reconfortará encontrarte con el doctor Samuel Martínez Larios, Bonita, quien se apartará de los cánones psicológicos y te dirá solemnemente que “no le vuelvas a parar bolas al corazón porque ese tipo es el loco de todas las casas…”
Seguro no te aburres de comer yuca con suero, pescado y sancocho de gallina y te olvidas de mantener tu figura si te dan de sobremesa las arepas asadas de Margot Turizo o las cocadas de Pilar y las avenas deliciosas de "Macame"

Ojalá no te tropieces con Roberto, Bonita, porque te convence que tú y él son novios desde siempre, que es el hombre más rico “¡de toda la bolita del mundo, amén!” y que es íntimo amigo de ese quien te ha causado tanto daño y que tú lo habías invitado personalmente a tu malogrado matrimonio así apenas lo estuvieras conociendo. Y seguiría diciéndote que ha seguido todo ese escándalo de Agro Ingreso Seguro a través del periódico El Informador de Santa Marta, y lo dirá con tanta seguridad que te comerás el cuento y a lo mejor le darás un abrazo de agradecimiento cosa que él aprovechará y seguirá contando y repitiendo por los próximos 6 meses en cualquier esquina.

Pero le darás gracias a Dios de estar en este pueblo lleno de contrastes, Bonita, si te tropiezas con Isyo. Ella hará que brille otra luz en tu alma cuando te tome de las manos, te mire a los ojos y te diga con su sonrisa celestial: “No importa lo que te pase, recuerda que lo más importante que te ha pasado en la vida eres tú…”

FABIO FERNANDO MEZA
fafermezdel@gmail.com
08.06.2011

martes, 7 de junio de 2011

SANTOS & ARGÜELLES: LA NUEVA UNIÓN DE LA PREPOTENCIA…PERDÓN, DEL VALLENATO.

Dios quiera que esta unión no esté pegada con esparadrapo como todas las anteriores de estos personajes del vallenato. Porque para orgullosos, creídos, egocéntricos, soberbios, agrandados, prepotentes: ellos.

Franco Argüelles es un acordeonero que no acepta ser el coequipero de nadie. Según él, el es la estrella única que debe brillar en el firmamento, es a quien tienen que venerar y debido a ese orgullo, a su soberbia y egocentrismo, no ha llegado donde sólo se llega con trabajo y humildad.

Ya he perdido la cuenta de cuantas veces se ha casado, separado, vuelto a casar y vuelto a separar con algún cantante. Sus uniones son flor de un día. Es que con semejante manera de ser y der su entorno no va a llegar a ninguna parte. Argüelles olvida que el aire no solamente es para que él lo respire. Que le han dado todas las oportunidades del mundo grandes figuras del vallenato pero él no acepta ninguna imposición: simplemente él es Dios y punto.

Dicen que tiene talento. A lo mejor es así. Pero su fama de inestable, amargado y prepotente no deja degustar su música y se va perdiendo en el tiempo sin remedio. Qué desperdicio.

A Argüelles le hacen falta unas vacaciones en el mundo del sufrimiento, en las playas del trabajo duro y con sudor, donde no se crea el mejor de lo mejor y le dé chance a otros. Debe empezar por el principio y ganarse la simpatía de los amantes del vallenato que hoy ven en él no al buen acordeonero que es sino a alguien que se cree está más allá del bien y del mal y todos se le deben arrodillar y ponerle sirios y velas y rogarle por un milagro.

¿Del famoso “Muchacho” qué se puede decir? Ha fracasado en el intento de reemplazar a su padre a pesar de que éste ha movido cielo y tierra para posicionarlo. Pero le falta disciplina a tu “Santos”, Cacique, así no hay “Santa Lucía que valga”.
Rafael Santos sin duda hace una buena unión con Franco. ¿Cuál de los dos serán más soberbios y prepotentes? Que entre el diablo y escoja. Si no le bajan al orgullo al “yo me creo” al “yo soy más que…” o “al yo soy hijo de” esta unión no demora un fin de semana.

Rafael Santos cree que por ser hijo de quien es hay que aceptarle todo. Y Franco cree que con tener talento y ser orgulloso y prepotente todo se lo ha ganado ya. Con esos antecedentes esa unión está pegada con saliva de mico. ¿Quién manda a quién? Si allí todos son protagonistas y nadie acepta siquiera una insinuación del otro.
Es una guerra de egos. Quién sabe cuál explotará primero y tira todo al carajo porque la paciencia y el compromiso como que no hacen parte del arsenal con que están armados estos señores.

Triunfan si ponen los pies en la tierra, si se creen mortales. Si cultivan el don de gente, la humildad, la disciplina y proyectan una imagen de verdaderos profesionales en la música, y hay que sumarle a todo esto que la gente se lo crea. Esto debe de ir más allá que sonreír para la foto.
Ojalá que esta nueva y enésima unión para ambos sea la segunda oportunidad que siempre el destino le regala a los que creen que se merecen todo y no se han ganado nada.

Para mí todo este disfraz, hoy, no es más que propaganda que ambos necesitan porque están por fuera del cotarro. Ojalá este anuncio sea más que patadas de ahogados. Pueda ser que mañana no nos toque confesar que “más es la bulla…”
Tienen todo para triunfar. Es más: siempre lo han tenido. Pero no se han dado cuenta. Han equivocado el camino

FABIO FERNANDO MEZA
05.06.2011

domingo, 5 de junio de 2011

SÍ, RAFAEL OROZCO, SE LLAMABA…

“Como ese no hubo, no hay, ni habrá”, “fue, es y será mi cantante estrella”, es lo que se le escucha decir a sus admiradoras, su principal fuerte. Para nadie es un secreto que el cantante de música vallenata Rafael Orozco, tenía a todas las mujeres como sus más fervientes fanáticas. Muchas de ellas sintieron morirse con él aquella noche negra del gran ayer.

Los hombres parranderos se deleitaban con su música desde la tarde aquella de sábado cuando Rafa se montó a una tarima improvisada en la población de Aguachica, Cesar, solicitado por el gran acordeonero Miguel López, corría el año de 1976 y ya Rafa había grabado con “el comandante” Emilio Oviedo; la gente allí presente se enloqueció con el estilo que ya empezaba a imprimir en sus cantos el cantor de Becerril. Algunos de estos parranderos lo siguieron hasta poco antes de su muerte, porque sus grabaciones recientes ya no servían mucho para parrandear sino para evocar cosas románticas, cosas bonitas, para serenatearle a la enamorada hasta que el sol por cualquier parte apareciera.

La gran disyuntiva de Rafa era si quedarse en Becerril vendiendo agua en su burro alborotado, aprender con su papá a tocar acordeón, vestirse a la moda en el almacén “el agáchate” de Valledupar y mantener su cabello espeso con brillantina, o salir a buscar una vida mejor. Y la encontró en Barranquilla de la mano del médico y compositor Fernando Meneses Romero, allí se olvidó de la promesa hecha a Miguel López de grabar juntos y se inscribió en la Corporación Universitaria de la Costa a estudiar Administración de Empresas. De allí lo sacó Israel Romero cuando se había separado de su cantante Daniel Celedón y Rafa andaba sin rumbo fijo.

Desde el comienzo de su carrera, Rafael Orozco tuvo que vérselas con los puristas del vallenato, con los que les gusta el vallenato cerrero, sin un poquito de azúcar. Ellos no asimilaban muy bien el estilo impuesto por Rafael y las críticas no cesaron hasta mucho después de su muerte, acusando al Binomio de Oro de haber distorsionado la música vallenata para satisfacer intereses personales y que detrás del estilo de ellos se fueran algunas de las figuras de la música vallenata de hoy.

Al igual que sus padres, hermanos, esposa, hijas y amigos, sufrió “la vieja Nuñe” con la partida para siempre de su “Rafita”, esa abuelita villanuevera con un alma noble, de esas almas que ya no venden en la tienda de la esquina, la mamá del acordeonero Israel Romero era feliz cuando el cantante la llamaba casi todas las mañanas a darle los buenos días, a mamarle gallo, a preguntarle si se había estrenado el vestido de flores amarillas que él le había traído de su gira por Venezuela. Gozaba “la vieja Nuñe” cuando Rafa le cantaba el merengue de Héctor Zuleta Díaz: yo no se que es lo que pasa / entre los santos y yo / cada uno escribe una carta / cada uno me pide un favor / san José Gregorio Hernández me mandó un marconi urgente / y me pide que le mande medicina pa` un paciente / ese santo que es doctor del cielo me ha encarga`o / que le mande esparadrapo, merchiolate y algodón / que san Pedro maromeando se cayó y se escalabró… la abuelita cuando lo escuchaba, con toda la ternura que irradia le decía muerta de risa: “ese muchacho de los diablos tiene unas vainas!. Te va a castigar Dios, caracho!”

Detrás de los triunfos evidentes de Rafael e Israel siempre hubo una mano de hierro para con el grupo, del que ellos se ufanaban, con razón, de ser el mejor tanto en acople y en coros así como en coreografía y vestuario.
Pero no todo era color de rosa para los líderes de la organización Romero Orozco: En la mayoría de las veces, cuando por dos o cuatro meses se encerraban a grabar sus canciones en los estudios de su única casa discográfica en la ciudad de Medellín, o bien por el cansancio, o bien por la tensión, o bien por el nerviosismo que les producía el querer brindarle lo mejor a sus fanáticos, en plena sala de grabación y sin venir a cuento, sin motivos aparentes, las cabezas visibles del grupo se agarraban a trompada limpia, a puño físico, compadre!; entonces intervenían los demás integrantes del grupo y los técnicos de la grabación para separarlos. Gracias a Dios todo quedaba de ese tamaño, porque luego se abrazaban y se reconciliaban y todo quedaba superado.

Rafael Orozco siempre reconoció que las puertas del estrellato se las abrió la virgen del Carmen vestida con la canción que compuso su compadre Diomedes Díaz, a quien él bautizó como se le conoce al hijo de la señora Elvira: El Cacique de la Junta.

Una noche de vientos cruzados, sus padres vieron en la cocina que el café se derramaba en la olla de barro en el fogón y ni la cuchara de palo pudo evitarlo, era porque en ese preciso momento a muchas leguas de su casa paterna Rafa a todos nos estaba diciendo adiós, presentía que para él ya casi estaba anocheciendo y vislumbraba en el horizonte el sueño de los que esperan despertar en lo eterno. Sí, alguien a quien no le gustaba el vallenato lo mandó antes de tiempo a encontrase con la estrella de David, alguien que no le gustaba que Rafa nos enseñara en cada parranda que quien se durmiera lo trasquiláramos, alguien que no soportaba ver que conseguíamos una novia con cada una de sus inolvidables melodías, alguien que envidiaba que Rafa cantara el amor-amor, manchó sus versos con sangre.

Rafa alcanzó a ver con alegría que sus cantos se perdían como el humo en la montaña por todos los confines de nuestra basta geografía: estaban allá donde la noche era más noche, allá donde las tardes no morían, allá donde las aves libremente ya no pican los frutales cada día, allá donde todavía se escucha el ladrido de los perros cuando va muriendo el sol, allá donde se ocultan los luceros con la nieve, allá en la cabaña que está bajo un fresco naranjal, allá en la tierra que brilla, allá donde hay copitos de nieve, allá donde hay un corral de ganado escoltado por unos mangos centenarios...

A aquella muchacha preciosa, bailadora de chandé, nunca se le hizo su sueño realidad: que Rafa incluyera en su itinerario a su humilde pueblo para ella recibirlo con un millón de rosas rojas cultivadas especialmente para él con todas las fuerzas de su ser; y después de que ella se embriagara con sus cantos, el cantante hiciera con ella lo que le diera la gana.

Las almas buenas se van para siempre de manera súbita, sin avisar, sin despedirse, cuando menos se espera, sin darle tiempo a uno de que busque un poquito de agua en la tinaja para poder digerir tan infausta noticia. Días después de su muerte, cuando yo trataba de encontrarle razones a la desaparición tan absurda del cantante alegre y sentimental y las piezas de este horrible rompecabezas no me cuadraban, esa explicación que no encontraba me la regaló una tarde de junio, una de sus miles de fieles seguidoras, la seño Gloria, mi madre: Toty, es que Rafael José Orozco Maestre no era de este mundo.

FABIO FERNANDO MEZA
fafermezdel@gmail.com
06.06.2008

jueves, 2 de junio de 2011

“EL ARQUITEITICO”

En San Fernando, Magdalena, como en cualquier rincón de la costa Caribe, nacen personajes únicos, llenos de pensamientos prácticos, y de lógicas arrasadoras, simples, pero efectivas; y muchas veces no saben siquiera firmar su nombre pero se destacan en diferentes artes con eficacia, eficiencia y profesionalismo.

En este pueblo pedazo del alma mía vive mi amigo, Miguel Márquez Mendoza. Lo conozco desde siempre. Tiene como 1000 años. Yo muchas veces me he preguntado qué será lo que Migue no sabe hacer. Porque hace de todo. Inventa lo que no está hecho. Alguna vez le hizo a la mamá un pozo artesanal y al lado le acondicionó una estructura en concreto como de campana invertida, a este artefacto lo llenaba con el agua del pozo y con una manguera en la base repartía agua para toda la casa de bahareque donde vivía. Cuando yo iba a la casa de la señora Matilde Mendoza, quien es la madre de Migue y como de 100 personas más, (a buscar agua, por supuesto), siempre encontraba algo exótico que había salido de la mente creadora y de las manos prodigiosas de este polifacético sanfernandero y lo había materializado: Taburetes de diferentes formas y estilos, equipos de sonidos con amplificación “Made In Migue”, materas con su sello propio, elementos, pájaros, cosas preciosas talladas en madera, pesebres hechos de barro con una fidelidad tan nítida de los personajes, y eran tan real las escenas que Migue plasmaba con sus figuras bíblicas hechas de barro que su mamá muchas veces se arrodillaba ante ellas les rezaba y les pedía algún milagro.

Un día se molestó conmigo. Había en la casa un trabajo de albañilería que hacer y mi hermana Isyoli se lo encomendó a un reputado maestro pero no lo hizo bien. Migue, que me dice primo y a mi mamá tía sin que medie parentesco y de lo que me siento orgulloso, me insultó con toda la razón del mundo, porque no era posible –según él- que sabiendo él levantar esa paredilla se hubiera buscado a alguien que no sabía ni “la O por lo cuadrada”. “Primo, me dijo, yo no he ido a ningún colegio, a ninguna universidad, ¡¡pero yo soy ‘Arquiteitico’!!. Querrás decir, Arquitecto, me aventuré, y me corrigió de nuevo: “Ese es el que hace planos y jodas de esas. Yo soy ‘Arquiteitico’, porque hago de todo y bien hecho”.

En medio de tantos candidatos que desean ser alcaldes del municipio de Santa Ana, Magdalena, ¿no será –pregunto yo- que lo que necesitamos es gente con sentido común, que sienta amor por cada cosa que haga, como Miguel Márquez Mendoza? No habrá llegado el momento de que Santa Ana sea gerenciada por una persona de hacha y machete, de abarca y sombrero, que le corra la sangre del éxito por las venas, que no confunda retroceso con progreso, que sea idealista, listo, arriesgado, que sea correcto, que sea transparente como Migue (aunque el alcohol quizás lo ha puesto más transparente, físicamente). ¿No será que Santa Ana no necesita a profesionales con las paredes de su casa tapizadas de diplomas pero con mentes huecas? ¿No ha llegado la hora de darle oportunidad a personajes con un intelecto innato, con sabiduría que aunque la utilizan segundo a segundo sigue sin desbravar de tanto que tienen, y dispuesto a dar la vida si es necesario porque este municipio al fin salga del atolladero?

Santa Ana necesita a un Migue. Si es sanfernandero, mucho mejor. A alguien que cada vez que prometa o diga algo no le crezca la nariz. A alguien que ponga los intereses del municipio por encima del suyo, o de sus familiares, o de su grupo politiquero, a alguien que sienta la misma sed por agua potable que nosotros, a alguien que se enferme de lo mismo que nosotros, a alguien que le duela el hambre de nuestros niños y el abandono de nuestros mayores, a alguien que padezca la situación de las pésimas vías, que le duela la deforestación inmisericorde de los suelos, que le duela la sedimentación y desaparición de los cuerpos de agua, que le duela el que algunos vecinos de las costas de las ciénagas se apropien de sus riberas con alambres de púas, que le duela que nos estemos sintiendo como un cabo de vela por culpa de la pobreza y de la corrupción. Santa Ana necesita a alguien con don de gente. A alguien que cuando nosotros estornudemos a él le dé gripa. A Alguien que además de ser excelente persona sea excelente gerente. Santa Ana debe volver a lo básico, a lo fundamental, como diejera el inmolado Álvaro Gómez Hurtado.

Ya es hora de que Santa Ana sea gobernada por alguien nacido en algunas de sus cientos de veredas o corregimientos, para que demuestre de todo de lo que es capaz un campesino serio cuando le dan la oportunidad. A lo mejor llegó la hora de que Santa Ana sea administrada por “un arquiteitico”, el que todo lo puede y todo lo hace, porque ha sido premiado con un ingenio para ponerlo al servicio de su gente. Ese que no enseñan en las universidades sino en el día a día de la escuela de la vida. Santa Ana necesita a alguien que piense y sienta como Migue, no a Migue, que lo que quiere es ser Presidente, porque para serlo, según él, los Presidentes no estudian

FABIO FERNANDO MEZA
fafermezdel@gmail.com
01.06.2011