martes, 23 de septiembre de 2014

BANDA DE MÚSICOS ‘30 DE MAYO’ DE SAN FERNANDO, MAGDALENA: NUESTRA SANGRE, NUESTRA RAZA, NUESTRA IDENTIDAD. (*)


Jujujujupaaa…! Este era el grito de batalla del cantante de la Banda “30 de mayo” de San Fernando, Eligio Sánchez, cuando lo embriagaban tantas melodías hermosas interpretadas por sus compañeros.

 Don Jorge Mejía, sanfernandero de carta cabal, comerciante y visionario, padre de otro hijo ilustre de esta tierra, don Pedro Mejía Cano, quien viviera en una esquina de la plaza de la iglesia, y por ende, testigo directo de las fiestas patronales animadas al son del Chandé, ritmo animado con instrumentos de percusión de origen indígena, que se formaban al pie del monumento de la Cruz. Como buen comerciante viajaba mucho por los confines de la costa y era conocido hasta en los límites de Antioquia. Don Jorge soñaba con que en su pueblo hubiera una banda de músicos iguales o mejor de las que escuchaba en sus viajes por las sabanas de Bolívar y abrigaba la esperanza de que sus integrantes fueran los mismos cantadores de chandé que animaban las noches frías, sin luz, y llenas de las ánimas en pena en la plaza de la iglesia que muchas veces se detenían a escuchar los cantos lastimeros en las noches tétricas de noviembre.
  
Contrario a lo que se pueda pensar, en esos años la fiesta insigne de San Fernando era el 8 de septiembre, día de la Virgen, y no el 30 de mayo, día del patrono como lo es ahora. Para esta fiesta a San Fernando llegaban personajes de los pueblos vecinos y de los que no lo eran tanto, atraídos por la fama de esas festividades, por la música de chandé y por sus mujeres hermosas y excelentes bailarinas de este ritmo. En la casa de don Jorge, donde llegaban las personas de alta alcurnia de pueblos como el de Mompox, como German Jiménez,  un Señor de apellido Miranda, uno de apellido Rojas, otro de apellido Arias, entre otros, a parrandearse el 8 de septiembre, en medio de tragos y sancochos se gestó la creación de una Banda de Músicos de los que ellos serían los patrocinadores como efectivamente sucedió. Estos personajes momposinos entregaron los instrumentos necesarios para que la banda naciera y se buscara un instructor y don Jorge Mejía era quien coordinaba todo.

 Fue así como en el año de 1938, según pude investigar, personajes como Eligio Sánchez, cantante y suplente del redoblante, Olimpo Martínez, ejecutante del Bombardino, instrumento que también tocaba Eugenio Cortina,  Astolfo Caballero era el principal del redoblante, Miguel Varela era el responsable del Saxofón Alto, Germán Caamaño era el rey de los platillos, Marcial Bermúdez le sacaba notas al Bombardino, Luis David Caballero era el responsable de la trompeta, Rafael Polanco con su Clarinete, Nicanor Martínez, en la Trompeta, Donaciano García en el Bombo, Humberto Jiménez en los Platillos, Francisco Martínez en el Bombardino también, Prudencio de Armas suplía a los del Bombardino; hicieron parte de esta verdadera orquesta que perdura en el recuerdo y en los corazones de los sanfernanderos que tuvieron la dicha de bailar al son de su indiscutible acople, de sus alegres tonadas. Esta Banda quería tanto a su pueblo que hasta a los encuentros de fútbol que sostenía el equipo local los animaba.

 Conocí al señor Rafael Polanco, disfrutando de su retiro de músico, y me llamaba la atención los nombres difíciles de pronunciar con el que bautizó a sus hijos, al igual que su afición por la lectura del Almanaque Mundial, por eso sus conocimientos impresionantes. Tanto, que en esa época eran pocos los estudiantes de Bachillerato de San Fernando en el colegio Pinillos de Mompox, por lo que él los retaba preguntándole de todo. Los estudiantes muchas veces no respondían y el señor Rafael Polanco sólo decía riéndose: “y que Bachilleres… Carajo…”

Conocí también  a mi inolvidable “humbe”, como le decíamos los vecinos al buen señor Humberto Jiménez, quien tuvo la muerte más particular porque la encontró cortándole hierba a su burro consentido a causa de un paro cardíaco. Conocí al señor Nicanor Martínez, quien siempre lucía su sombrero sabanero a medio lado tapándole la oreja izquierda. Al señor Donaciano García lo conozco porque su casa siempre ha sido de músicos y está a la vuelta de la de mi abuela Rita, y soy amigo de la mayoría de sus nietos. Además el pasado 8 de Septiembre fue motivo de un merecido homenaje de parte de sus allegados por cumplir 96 años ver video: https://www.facebook.com/video.php?v=252886178254761&set=o.12763277218&type=2&theater

 De niño tengo el recuerdo borroso del señor Eligio como la persona que descargaba las mercancías de las lanchas que atracaban en el puerto del río y las transportaba a las casas de los comerciantes. Al resto de integrantes no tuve la oportunidad de conocerlos, así que para esta crónica he tenido que conformarme con ráfagas de recuerdos que guardan algunas personas de esa época dorada de la música en mi pueblo o que han escuchado de ella.

 Un recuerdo del señor Eligio Sánchez, se remonta a mis épocas en “Batatal” cuando se desplazaba todos los días a su sembrado y pasaba  por el camino que conduce a la población de Jaraba en un burro que no caminaba sino que volaba, por culpa del apremio del señor Eligio y el garabato con que lo obligaba. Esa mañana estaba yo componiendo la cerca del camino y había amagos de lluvia, él se detuvo y me saludó. Mi respuesta fue: “señor Eligio, se va a mojar”. Me quedó mirando con unos ojos pícaros y me dijo sonriendo a manera de despedida una frase que la comprendí hace poco al explicármela el señor Gerenaldo García: “Fallito, moja’o de día, no es moja’o…”

Aproximadamente en el año de 1974 el sueño llegó a su fin. Sus integrantes algunos se fueron del pueblo, otros, se dedicaron al campo, otros, fallecieron. Don Jorge Mejía, el mecenas, había muerto mucho tiempo antes. El señor Donaciano García, casi sordo y responsable del Bombo,  con achaques propios de la vejez es el único  sobreviviente de los integrantes de la Banda de Músicos más famosa de todos los tiempos de toda esa hermosa  región, y que hasta ahora no ha podido ser igualada y mucho menos superada.

 Además de excelentes intérpretes de sus respectivos instrumentos, estos sanfernanderos orgullosos de su origen eran unos mujeriegos empedernidos. Tanto que algunos de ellos se trajeron para el pueblo a las novias que conseguían en sus largos itinerarios y vivieron felices para siempre con ellas como por ejemplo, el señor Humberto Jiménez al igual que Francisco Martínez, cuando fueron a ofrecer el espectáculo que sólo ellos sabían dar, de regreso se trajeron de la población de Sitio Nuevo, Bolívar,  a las hermosas mujeres Eugenia Albarino  y Natividad Cárcamo. Pero el señor Donaciano García no se quedó atrás: se trajo para San Fernando a la distinguida dama de Talaigüa Nuevo, Bolívar, María de los Santos Yepes. El recuerdo perenne que le dejó la presentación de la banda  un 20 de enero en San Sebastián, Magdalena, al señor Germán Caamaño fue a Serafina Alvear, quien se vino con él y fue su compañera de toda la vida.

 El resto de los integrantes de la Banda tenían sus esposas sanfernanderas: María Regla Fuentes, esposa de Luis David Caballero; Exida Paba, esposa de Rafael Polanco; Mercedes Matute, esposa de Nicanor Martínez; Antonia Martínez, esposa de Eligio Sánchez; Julia de Armas, esposa de Olimpo Martínez; Rosa Amelia Martínez, esposa de Eugenio Cortina; Eusebia Indaburo, esposa de Astolfo Caballero; Inocencia Martínez, esposa de Miguel Varela; Catalina Tapia, esposa de Prudencio de Armas.

 Al señor Rafael Polanco jamás se le hizo un sueño realidad, y lo intentaba por todos los medios, y más cuando estaba borracho con el señor Leonardo Toro: “es que yo quiero coger al ‘Torito’, carajo, y metérmelo en el bolsillo del pantalón, carajo, y le dejo las piernas afuera, carajo, para cuando me pregunten, carajo, Rafael Polanco qué llevas ahí, carajo, yo le contesto ‘un llavero’, carajo…

 No me queda más que confesar humildemente cuánto me hubiera gustado estar acompañado del médico Edgar Ruiz Aguilera en una de esas presentaciones legendarias de estos grandes artistas, y que en el paroxismo de la parranda cuando estuvieran interpretando el porro “Roque Guzmán”  el señor Eligio Sánchez nos dejara gritar: jujujujupaaa…!

 FABIO FERNANDO MEZA
 (*) “Gracias a todas y cada una de las personas que me ayudaron a reconstruir los hechos para esta crónica devolviéndose en el tiempo, y que estuvieron a mi alcance para responder una pregunta, para despejar dudas, y hasta para corregir sin misericordia mis exageraciones monumentales. Ellas saben quiénes son y nombrarlas sería interminable. Si hay algún error o inconsistencia yo asumo toda la responsabilidad. Gracias de nuevo”. Fabio Fernando.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

"TUCU"

Su saludo no pudo ser más particular: “No joda, Toty, yo odio el 15 de mayo, la madre…” Esto decía mientras parqueaba su motocicleta de mil batallas a un lado del piso de la escuela al frente de mi casa paterna en San Fernando Magdalena, mi pueblo, donde yo estaba sentado esa tarde calurosa de junio. Cuando se bajó y terminó de saludarme, le pregunté: Tucu ¿ y cuál es el motivo de ese odio? y siguió explicándome: “yo tenía una novia en Peñoncito, y yo iba a visitarla todos los días en cicla, viejo Toty. Un 15 de Mayo me fui en la cicla para Jaraba que estaba de fiesta. En la madrugada cuando me venía, llegué a La Trocha, y este bruto, no joda, Toty, en vez de coger derecho pa´cá pal pueblo, torció a la izquierda y fue a parar a Peñoncito…” Mi amigo hizo una pausa para secarse de pies a cabeza su eterno río de sudor que corre por su cuerpo, y luego continuó: “pa´no alargarle el cuento, mi hermano, ahí está en la casa viviendo conmigo porque cuando quise reaccionar ya la traía en la barra de la bicicleta…” Yo admiro y quiero mucho a este personaje de San Fernando por su manera tan peculiar de ver la vida, por su inteligencia, por tratar de darle explicaciones a todo lo que le llame la atención, por sufrir a su manera los dolores del pueblo, por ser solidario, por no dejar de soñar… Yo como el resto de sanfernaderos le digo Tucu, apodo con el que lo he conocido toda la vida, y a pesar de tantos encuentros que hemos tenido donde hablamos hasta de extraterrestres no se me ha ocurrido preguntarle el porqué de ese sobrenombre que lo ha hecho famoso en toda la región. Y él a mí me dice todavía mi apodo de niño: Toty… Esa tarde histórica en el piso de la escuela fue grandiosa. Y la conversación fue extendiéndose como la tarde hacia la noche y con ella llegaron los mosquitos, pero eso no impidió seguir escuchando con devoción a este inmejorable conversador: “yo me le mido a todo, viejo Toty, la madre. Una vez iba a llevar un fríjol para Margarita, allá en el Bolívar, iba en la moto. Ese día había llovido y el camino a San Zenón estaba lleno de agua. Yo iba manejando y tás me fui de pronto a un maldito hueco de esos con moto, fríjol y toda esa vaina…Me paré todo sucio de barro, volví a prender la moto y me alejé como 25 metros del hueco que me había tumbado. ¿Sabe qué hice, viejo Toty? Me regresé con la moto a toda velocidad y le pasaba la moto al hueco por encima y yo le gritaba coge, no joda, túmbame otra vez, malparido. Ah… ¿y por qué no me volvió a tumbar el hijuepueta…?”. Actualmente es Honorable Concejal por San Fernando en esta corporación en el municipio de Santa Ana. A mí no me extraña que lo haya conseguido porque tiene un carisma único para asumir esa clase de riesgos, además él toma los momentos difíciles como una oportunidad donde quizás otros vemos sólo fracasos. Su familia debe estar orgullosa de él. Yo lo estoy. Independientemente si lo dejan hacer algo o no en ese recinto tristemente célebre. Creo que todo San Fernando le profesa un cariño inmenso a este hijo mayor de la respetable pareja del señor José Rafael Álvarez y la señora Hernita Yacub Cuando ya los mosquitos no nos dejaban en paz se levantó del pretil, no sin antes decirme que se alegraba de que hubiera vuelto y de volver a verme, avanzó hacia su motocicleta, la prendió y antes de arrancar se la quedó viendo fijamente y dijo sin mirarme: “No joda, viejo Toty, mi hermano... yo me imagino que el japonés ese que se inventó este animal en estos momentos debe estar revolcándose en la tumba de la rabia, la madre… porque gracias a este invento, no joda, Yuris Álvarez Yacub, se gana la vida, viejo Toty, la madre, y eso a ese tipo tiene que darle rabia porque hay gente muy envidiosa, viejo Toty…”. Aceleró su moto y salió hacia el barrio Arriba, por esa calle tercera y cruzó el primer callejón que encontró a la derecha porque en esa esquina viven sus padres. Le envío un abrazo inmenso como su corazón al Honorable Concejal de San Fernando. FABIO FERNANDO MEZA