El 18 de junio de 1990, en Valledupar, nació uno de los
tantos hijos del cantante vallenato Diomedes Díaz esta vez del vientre de
Patricia Acosta, hija de “el negro” Acosta. Entre otras cosas su último hijo
del matrimonio con Diomedes. El mundo vallenato siempre lo conoció como su
padre lo bautizó en su corazón para toda la eternidad: el gran Martín Elías.
Este muchacho hoy por hoy es
una realidad del folclor vallenato y hace rato dejó de ser una promesa como
tantas de las que abundan en este campo de la música, y su fama crece y crece
como “el coquito” en los potreros, sobre todo en el público joven como si lo
estuvieran esperando desde hace rato.
El éxito de Martín Elías se
debe quizás a que no se cree el cuento absurdo de la fama. Él vive su día a día
con mucha energía y se lo goza cada segundo. Ojalá que mantenga como hasta
ahora los zapatos sobre la tierra y no deje que la pecueca lo invada, la
pecueca de la mediocridad o el egocentrismo, quiero decir, ya que por ahí
cerquita tiene un ejemplo de lo que no se debe ser ni hacer en este mundo tan
incierto del vallenato.
Hasta hoy no he escuchado
decirle que es el mejor, que los otros no sirven, como lo hace otro cantante
casi contemporáneo de él que tristemente se quiere hacer famoso incitando a sus
seguidores a denigrar de sus colegas. No sé si mañana cuando la fama, el
dinero, el reconocimiento, lo acorralen, Martín Elías borre con los pies lo que
tanto sudor y lágrimas le ha costado. Pueda ser que no.
Porque hasta ahora a todos
los que esperábamos sus salidas en falso y su endiosamiento nos ha tapado la
boca. Parece que mantiene la serenidad y la confianza que le da el haber
encontrado un estilo propio donde todo el mundo imita a todo el mundo y eso hay
que reconocérselo. No es fácil que con escasos 22 años cuente con una inmensa
fanaticada y él con esa madurez las siga complaciendo con una devoción casi que
suicida y un respeto que raya en lo medieval.
Hoy que todo es pan y miel
nada de eso lo ha transformado y si ha cambiado es para bien. La vida le ha
regalado lo que a muchos le demora y quizás nunca alcanzan como lo es
reconocimiento, admiración y respeto. Su triunfo es de largo aliento porque
posee todas las características para seguir “cortando rabo y orejas” como
orgullosamente dice su padre, quien paradójicamente se compara con su hijo en
vez de ser lo contrario. Pero debe ser para demostrarle lo orgulloso que está
de su último retoño con Patricia Acosta.
Martín Elías no se dejó
vencer de un golpe bajo que alguien que no juega limpio le quiso asestar y se
levantó de sus cenizas y supo elegir a su compañero de triunfos, sueños y
gloria como lo es Juancho de la Espriella, todo un señor profesional y un
indescriptible ser humano lleno de virtudes tanto en lo personal como en lo
profesional.
Alix Gutiérrez, una cachaca
con corazón costeño quien reside en Estados Unidos, hablando del fenómeno
musical que encarna Martín Elías, me dijo: “no le des más vueltas, hermano,
Martín Elías no solo canta, también encanta, para que lo sepas”
Martín, por ahí es la cosa.
Ese es el camino. No te dejes torcer el sendero por el silbido mentiroso de
sirenas que no existen en la realidad. Sigue caminando derecho y no mires para
atrás porque asustan. Sé que tu pedestal estará adornado con tu canto y carisma
por mucho tiempo si le haces caso a tu corazón, eso es más seguro que “mango
maduro en boca de puerca” y no te confíes porque como lo dijera alguna vez tu
padre, “lo que van delante no van lejos y los de atrás se apuran”
FABIO
FERNANDO MEZA