jueves, 29 de septiembre de 2011

LA MINISTRA DE EDUCACIÓN DESCUBRIÓ QUE EN LA COSTA CARIBE ‘LA O ES REDONDA…’

Hace poco estuvo de visita la Ministra de Educación por estas tierras. A lo mejor como no tenía nada que traernos lo único que se le ocurrió decir fue algo que sabemos de sobra quienes estamos preocupados por la pésima educación que se imparte en la Costa, y quienes por este medio lo hemos denunciado más de una vez, particularmente en el departamento del Magdalena: que la educación que se imparte es mediocre.

Esta triste situación se viene presentando desde los tiempos de ‘upa’ y nadie coge ‘ese trompo en la uña’. Somos el ‘hazmereir’ de las otras regiones del país que sí invierten en lo más preciado para ellos como lo es el derecho a una educación acorde a los tiempos actuales. Y lo más satisfactorio para estas regiones que sí le invierten a la educación es que están viendo los resultados en su comunidad educativa que acapara los primeros lugares en cuantas pruebas le hagan. 15 ó 20 años atrás los maestros iban a las aulas de clases muriéndose de hambre y los alumnos le daban una empanada para que no les diera un patatús, y ellos a cambio nos daban lo mejor que tenían guardados en su mente y en su corazón. Hoy su situación laboral, económica, y social les ha mejorado en un 1000%. Ya no pasan hambre.

Pero se han olvidado de lo que es su razón de ser: seguir regalando educación con calidad. Es una paradoja pero así es. Lamentablemente los maestros legendarios que todavía siguen clamando en el desierto sus excelentes formaciones a los discípulos son una inmensa minoría que “no hacen verano”. Hoy parece que a la mayoría de los actuales maestros, principalmente en el Departamento del Magdalena, les importara un carajo si la institución donde laboran presenta el índice más bajo en cuanto a calidad educativa. Ellos dirán que mientras vayan al cajero todos los 28 de cada mes y éste les dé plata, lo otro puede esperar. No, señores profesores, ya sacar a la educación de la modorra en que se encuentra no da espera. Tienen que poner algo de su parte. Aparte de que la mayoría de instituciones educativas se están cayendo o están sostenidas apenas en pie por obra y gracia del Espíritu Santo, los estudiantes salen del colegio con menos enseñanzas de la que tenían cuando entraron y eso sin ahondar en los valores éticos y morales que cada día tiende a cero en la mayoría de los estudiantes

Y eso que en las paredes de las mansiones de los profes no cabe un diploma más certificando que saben hasta ‘arrollar un pescado, coser un pantalón y fritar unas tajadas’ y son expertos en los misterios de esta vida y de la otra. Pero cuando se espera que ellos transmitan toda esa sabiduría a sus discípulos como que les da pereza o se les olvida. Todas esas licenciaturas y especializaciones que dicen tener y certificar parece que sólo es importante para subir grados en el escalafón cuando debería ser para mejorar la calidad educativa de sus alumnos. La educación en el Magdalena, señores profesores, camina como el Santo Sepulcro en la procesión de la Semana Santa en Mompós: un paso para adelante y dos para atrás…

Y la Señora Ministra viene por este rincón y descubre lo que es un secreto a voces: la calidad educativa es un desastre en la costa. Descubrió que ‘la O es redonda’. Debería darle pena a esta funcionaria tener que reconocer esta situación. Y ya que la sabe, Ministra, ¿no piensa hacer nada?

Yo creo que la Secretaría de Educación del Magdalena no sabe cuántos profesores tiene, o en cuáles áreas están especializados, ni cuantos les falta para cubrir muchas vacantes o si tiene demasiados. Ese ente no sabe nada de nada y en cuanto a eficacia y eficiencia está peor que la educación que debe brindar y vigilar.
Compromiso. Eso es lo que falta desde las dependencias que regulan a la educación, incluyendo las famosas direcciones de Núcleo y las rectorías de los respectivos centros educativos hasta los profesores. Pero como en este gremio todos hacen lo que les da la gana, y nadie exige resultados ni pone fechas, ni hay un proyecto serio en cuanto a metas y resultados y el Sindicato pasa de agache, la situación va a empeorar.

La señora Ministra vino, prendió las alarmas y se devolvió y punto. ¿Y dónde están las soluciones? ¿Cuáles son las contingencias, Señora Ministra, para sacar de la mediocridad a la educación de la Costa Caribe y del Departamento del Magdalena en particular? Si va a esperar que sean los mismos funcionarios de la Secretaría quienes le presenten las posibles soluciones se va a quedar esperando y puede quedarse así toda la vida. Ellos lo que le pueden sugerir con su cara de palo es que contrate a las ong’s que no saben un carajo de las necesidades educativas de la región pero son un fuerte fortín para pagar favores políticos y exprimen al pobre maestro que caiga en sus garras y sale peor el remedio que la enfermedad. Solo acá se ve semejante disparate como lo es que el Estado delega a las Ong’s responsabilidades tan delicadas que debe asumir directamente él. ¡Que porquería!. Y me imagino que todo seguirá igual y si cambia en algo será para empeorar. Mientras tanto, sigamos siendo la cenicienta de la educación en el país y que todos los funcionarios responsables en la Secretaría de Educación sigan evadiendo su responsabilidad y dejando como siempre todo para el día domingo, porque a nadie le importa, ¿Cierto, señor Gobernador del Magdalena?

FABIO FERNANDO MEZA

sábado, 10 de septiembre de 2011

UN SENCILLO HOMENAJE CON TODA EL ALMA

Yo no sé cuándo fue. No lo quiero saber. Pero un día leí algo en Soy Sanfernadero algo que me dejó petrificado, sembrado en la silla y que no he podido asimilar, ahí había escrito alguien una noticia que nunca hubiera querido leer: mi profe de quinto de primaria se había ido a dormir el sueño de los que esperan despertar en lo eterno.
Nadie ha podido develar ese extraño misterio del por qué las personas que uno más quiere se nos van y muchas veces no alcanzan siquiera a despedirse y uno queda con una sensación de vacío que nadie ni nada llena.

Yo no sé por qué su familia siempre le dijo Tía Tere. Aunque eso en San Fernando es normal que a todos en nuestro seno familiar nos llamen con un apodo u otro nombre diferente del real o que nos lo regalan y lo traemos enredados en nuestro cordón umbilical. Para mí siempre fue, es y será la Seño Lidia, la profesora que en esas épocas de sueños sin realizar de los estudiantes de quinto se vestía de una manera vanguardista. Siempre estaba a la moda. Y lo más impresionante es que todo lo que ponía le quedaba bien. Yo dentro de las tantas cosas que admiro de ella está su estilo y acierto para vestirse y sacaba a relucir su casta y su estirpe cuando se desplazaba todos los días desde su residencia - ubicada diagonal a la casa de mi abuela Rebeca hasta el colegio de varones que en esa época quedaba en el extremo norte del pueblo que la vio nacer-, por la calle del medio llena de arena y recuerdos paseando su eterna elegancia y su belleza, y más hacía notar los atributos que Dios le dio y lo hacía a propósito cuando comenzaba a caminar todos los días a las 7 de la mañana pero especialmente desde la casa de don Pedro Mejía hasta la de don Jaime Aragón sin importar las consecuencias de su acto rebelde ni qué carajos. Sólo ella sabía el por qué.

La conocí siendo Rectora de la Escuela de Varones y admiraba su capacidad para escribir con la mano izquierda, yo siempre le preguntaba si no se sentía incómoda ‘escribiendo al revés’, y ella me respondía con una carcajada sonora que a veces la hacían llorar y luego me decía que le saludara a mi abuela Rita. En alguno de aquellos sabrosos recreos cuando todos teníamos algo para comer o comprar me dijo algo que hoy recuerdo con tristeza: “algunas mujeres zurdas de mi estirpe árabe somos muy inteligentes pero se van pronto de la vida…”

Había que ver cómo brillaban sus ojos todos los jueves por la tarde cuando se escuchaba por todo el pueblo una sirena encantada desde la última vuelta del río, que para nosotros sólo era un sonido más, pero para ella era un mensaje cifrado que le decía cosas hermosas y se reflejaba en su rostro que se tornaba más bello de lo que ya era.

Yo tengo un defecto: a las personas importantes de mi vida que ya se han ido siempre las recuerdo en sus momentos felices y con la mejor sonrisa y no como estaban al momento de su partida.

Algunas veces al salir de clases al medio día, la Seño Lidia me esperaba y nos veníamos caminando por la calle tercera de norte a sur y me daba ‘un ladito’ en su infaltable paraguas inmenso y lleno de colores, y volvía a pasear su belleza y su personalidad arrolladora bajo ese sol inmisericorde del San Fernando pujante de aquellos días sabrosos. Era entonces cuando ella me repetía lo que me repetía y volvía a repetir cuando caminábamos juntos: que para ella el nombre más lindo de las aves que surcaban el cielo y los montes de aquel pueblo con cosas sin amansar y silvestres todavía, era el de la Oropéndola y me la mostraba con el dedo. Yo le respondía que ese nombre era extraño y difícil de pronunciar y ella volvía a soltar su carcajada.

Pero también debo confesar que cuando nos dejaba tareas a los alumnos de quinto ella misma me las hacía sobre todo los mapas de Colombia y de Iberoamérica porque tenía un talento impresionante para dibujar.

Años de años pasaron por su vida y por la mía y todo en el pueblo cambió. Un día renunció a la dirección del colegio y se fue en busca de un mejor porvenir para ella y para el fruto de una pasión y un amor imposible que pocos fuimos los que comprendimos respetamos y apoyamos. Yo tenía la esperanza que así como había vencido tantos obstáculos hasta en su discreta vida sentimental vencería esa extraña patología que la molestaba en su existir. Pero esta vez fue ella la que sucumbió y cerró para siempre sus ojos de color miel y condescendientes con los que también sonreía.

Se fue la Seño Lidia y con ella muchos de mis recuerdos de estudiante de primaria incluyendo mi extrañeza de que no tuviera nunca una vara de matarratón en sus manos, ni siquiera para amenazarnos como era natural en aquellos tiempos entre las profesoras. Fue un faro para su millón de sobrinos y una mujer digna de emular en todos los sentidos. Seño Lidia, para mí siempre será lunes y siempre que cierre los ojos deseo que el recuerdo suyo que me invada sea el de verla caminando engreída, segura, sonriente y desafiante en su paso para el colegio entre la casa de don Pedro y don Jaime, principalmente.

FABIO FERNANDO MEZA