jueves, 23 de septiembre de 2010

SOBRE CULTIVOS TRANSGÉNICOS

Los llamados alimentos transgénicos son, según la definición de la FAO, (Organización de Alimentación y Agricultura de la Organización de Naciones Unidas) “aquellos alimentos que han sido manipulados genéticamente, eliminando o añadiendo genes, bien de la misma especie o de otras distintas”. Sin embargo, aunque todos los conozcamos como “transgénicos”. Los expertos prefieren referirse a ellos como Organismos Modificados Genéticamente (OMG). El término OMG se ciñe con más exactitud al mundo de los alimentos transgénicos porque incluye tanto la posibilidad de introducir un gen de una especie (vegetal o animal) en otra, como la eliminación o modificación de los genes de un organismo sin recurrir a especies extrañas.

El ejemplo más claro de la modificación genética sería el del primer tomate transgénico que se cultivó, en el que se suprimió un gen responsable de su apariencia (color y sabor) y del tiempo de conservación. En cambio, una planta transgénica llevaría el gen de otra especie, que incluso podría ser animal (un gen específico de un pez, por ejemplo, se introduce en el ADN de un cereal).

¿Por qué no dejamos que el café colombiano que tantas cosas lindas nos ha dado, siga siendo ese famoso café colombiano que el mundo entero pide a gritos, y no un café que sabe a aceite de ricino por culpa de la manipulación genética?; ¿por qué no seguimos permitiendo que las plantas se sigan amando y teniendo su milenario cruzamiento sexual en el invierno entre distintas variedades de la misma especie, para que en primavera ya veamos sus lindas flores y al poco tiempo el fruto de ese amor; porqué no nos dejan seguir regando a las plantas de mañana y de tarde con agua y con ternura para que no se marchiten, en cambio de introducirle un gen que las haga inmune al frío o al calor?; ¿por qué no nos dejan seguir saboreando la mazamorra de maíz natural que es tan deliciosa y nutritiva, en vez de intoxicarnos con un maíz mejicano cuyas células de la planta ha sufrido modificaciones para que sus granos sean cien veces más grandes?; ¿por qué debe quitarle el sueño a los expertos el que no consigan que la forma física de los granos del trigo sea como la de la papa en tamaño y apariencia?; ¿por qué no se desiste de tratar que el algodón salga de la planta no del color blanco que refleja su pureza, sino de todos los colores con que lo tiñen en las fábricas para ahorrar tiempo y dinero?; ¿por qué debemos modificarle a la vaca por medio de un gen los componentes de la leche en sus glándulas mamarias, sólo para que no produzcan tantas proteínas, porque así lo está exigiendo el engreído pueblo norteamericano?; ¿por qué no dejamos que la madre naturaleza que siempre ha sabido hacer sus cosas bien y mejor, siga bendiciéndonos con el pan de cada día sin ninguna clase de manipulación que ponga en riesgo nuestra salud?.
Debemos de dejar de pensar en mal herir a la naturaleza solo para engordar las cuentas bancarias de los traficantes de futuras enfermedades con tanta manipulación genética. Es triste ver a lindas flores que de tanta manipulación han perdido su fragancia original, ya no escuchan la confesión de una pena de amor de una quinceañera desilusionada y sus infusiones ya no alivian ni relajan el espíritu como lo hacían antaño; yo no sé si será por eso que escasean los poetas.
El primer alimento transgénico apareció en China. Era una planta de tabaco resistente a ciertos virus y se empezó a cultivar en 1992. Dos años más tarde, se comercializa en Estados Unidos el primer producto transgénico, el tomate ‘FlavSavr’ caracterizado por su mayor capacidad de conservación. Al famoso tomate creado por la compañía Calgene (posteriormente absorbida por la multinacional Monsanto) le sigue en 1996, la aparición de 23 marcas de cereales modificados genéticamente en Estados Unidos, Canadá y Japón, que inmediatamente se comercializaron.

Al paso que vamos, no es de extrañar que una vaca por obra y gracia de la manipulación genética, no dé leche sino directamente el queso, y que ella misma lo lleve a vender a los supermercados, porque así lo quiso la serendipia de un investigador que en vez de corazón tiene una chequera.

Menos mal que en San Fernando Magdalena, mi pueblo, siguen sembrando las semillas de siempre de todas las plantas, y no han engrosado las frías cifras en hectáreas de los famosos cultivos que lleva el ministerio, y quien pone el grito en el cielo porque no progresa la extensión.
La semilla ancestral de esa patilla grande, carnosa, jugosa y dulcísima la han seguido cultivando y le han cerrado el portón de sus sembrados a todo lo que tenga "sabor a laboratorio" como dijo mi mamá, cuando le dijeron que el café ya no era el café de siempre y se negó a seguir haciéndolo como siempre a las cuatro de la mañana para tomarlo. Ahora hierve agua de panela, que "es menos mala", dice.

La gran mayoría de los productos transgénicos que obtienen los países que quieren reducir gastos y obtener ganancias, son productos para exportación, muy poco para consumo interno.

Si ese es el progreso prefiero seguir viviendo en mi edad media, donde la naturaleza día a día nos despierta con su hermoso verde esperanza, donde la tierra huele a dulce primavera, donde la gente se muere de vieja y los sueños y las ilusiones junto a las plantas y frutos silvestres, es lo único que nos mantiene vivos.

FABIO FERNANDO MEZA
fafermezdel@gmail.com

lunes, 20 de septiembre de 2010

¡TARYN ESCALONA SÍ SABE EN LO QUE SE VA A METER..!

Cuando El maestro de la composición vallenata, Gustavo Gutiérrez, escribió aquel poema hecho canción “Por ti, Valledupar”, seguro estaba pensando en Taryn cuando plasmó el verso: “Yo no soy dueño de nada/ al fin lo puedo decir/muchos proyectos murieron/porque no quise partir/yo soy uno de tus hijos/que te quiere de verdad/quiero verte engrandecida/llena de felicidad…

Porque si hay alguien que defienda a su tierra ‘como vaca recién parida’ es Taryn Escalona. Pelea con uñas y dientes por defender su cultura, su mundo, su entorno, sus creencias, sus amigos. Y no lo hace porque eso está de moda. No. Lo hace porque lo lleva con ella como una medalla en su pecho. Porque no es hipócrita, porque no tiene dos caras. Sólo dos corazones.

Taryn da la vida por su Valle, por su Cesar, por ese pedazo de tierra bendecida por Dios en donde suceden cosas que sólo pasan allá. Ella no lo pudo definir mejor: ese es su Macondo.

Pues bien: Taryn se nos casa. Me imagino que la única condición que le puso al novio es que quiera a su tierra así como ella sabe hacerlo.

Tuve el honor de recibir su invitación al acto que se celebra el 26 de Septiembre en donde espiritualmente su papá “no estará ‘entristecí’o’ porque Wulfran se llevó a Taryn”. Seguro el maestro dirá orgulloso y feliz, si la emoción lo deja: “Véanla vestida de blanco con su velo y su corona…”

Cuando el doctor Alfonso López Michelsen era candidato a la presidencia, sus amigos le ofrecieron diferentes apoyos. Su amigo Escalona le dijo en esa ocasión: “doctor López, yo con lo único que puedo contribuir es con una canción” y se la regaló. Hoy todavía se escucha “López es el pollo/López es el gallo/ el Presidente que Colombia necesita. López, Presidente, se llama.

Guardando un millón de veces las justas proporciones, deseo agradecer nueva y públicamente la invitación de Taryn a sus nupcias. Desafortunadamente no puedo ir pero le envío esta crónica pincelada con aquellos secretos que alguna vez me enseñó y que al leerlas ella los sabrá descubrir, y lo hago con todo el corazón para desearle lo mejor de lo mejor en su nuevo proyecto de vida. Esta nota es mi mejor regalo mi admirada y respetada amiga.

Taryn, tu pueblo creció al igual que tus horizontes. Creo que eres consciente de la grandeza de tu nombre y lo asumes a cada rato demostrando de lo que es capaz la Colibrí libre y la a veces enjaulada por recuerdos, vivencias y amores.

Sé que de mi no te quejarás mañana diciéndome “bonita vaina ahora la que tienen mis amigos/ que yo estoy ‘dominá’ desde que me casé/ les voy a demostrar que soy la misma haciendo lo que una mujer debe hacer”

Mujer, la señora Rosa Gil, tu madre, debe estar orgullosa de esa hija que además es su cómplice y amiga como lo fue de su padre. Y sabe que todavía tienes mucho amor para regalarles y a todos los que te encuentres por ahí cuando sales a reencontrarte con tu pasado, cuando se activa tu antenita de periodista y comprendes lo que nadie es capaz de comprender. Y a veces, cuando abre la puerta falsa de la nostalgia una lágrima resbala y cae, pero no dos, porque desesperada grita: un vallenato, por favor. Así esté en España o en el fin del mundo y eso es su bálsamo, es su única medicina.

Escondido acá en la cocina de la casa, donde tu papá no me escuche, voy a decirle ‘con cuidaíto’: maestro, se equivocó por primera y única vez. Porque su Colibrí del alma sí sabe en lo que se va a meter!

Felicidades, mujer, mil felicidades.

FABIO FERNANDO MEZA
Fafermezdel@gmail.com

jueves, 16 de septiembre de 2010

LA SABANA NO VOLVERÁ A SONREIR

Ya la sabana no volverá a sentir en su verde aliento los versos que la enamoraban, versos que llegaban de la lejanía, de una voz que la amaba, así tal cual era: indómita, cerrera, e irreverente, pero tierna y bella como una mujer; ya la sabana no volverá a sentir los decididos y firmes pasos de las melodías que le cantaban al amigo, a la Sierra, a la mujer que ponía nervioso al compositor y para recuperarse de la impresión improvisaba un verso cargado de melancolía, cargado de esperanzas, cargado de aliento, que se difundía por toda ella.

Pero como nunca falta un mosquito dentro de un toldo, todo acabó. El compositor, el amigo, el padre, el compadre, el compañero de lucha, ya no estará sentado por las tardes en su silla momposina, meciéndose al compás de la brisa que baja alegre y danzarina de la Sierra, silbando una melodía que más tarde le cantaría a su compadre Lorenzo Morales; su mirada escudriñando el futuro, adivinaba que quien todo lo puede y todo lo hace, llamaba al patriarca a rendir cuentas.

Cuánto hubiéramos deseado que el maestro Emiliano hubiera hecho lo mismo que alguna vez hiciera su amigo Camilo Namén Rapalino: "y después del sustazo que me llevé/por todo lo que estuve pasando/en el San Juan de Dios desperté/con ganas de beber y seguir gozando/”. Pero no se hizo el milagro que todos esperábamos. Que vaina!

Cuando murió Sara María Baquero, madre de Emiliano, el maestro se metió en sí mismo y deseó mil veces que la muerte vestida de mujer lo visitara, para él conquistarla como sólo él sabía hacerlo e irse con ella. Pero esa vez la muerte no llegó, en esa ocasión le tuvo miedo a las represalias del pueblo vallenato y optó por no escuchar los ruegos del hijo lastimado; en esa ocasión al verlo así, entristecido, su hijo Héctor le dijo en una canción muy sentida: "no llores padre/ porque me haces llorar/si toditas tus penas/las compartes conmigo/.

Soportó con estoicismo la ausencia de la madre y el hijo muertos, los amigos que se iban, las costumbres que se perdían, los hijos que crecían y se volvían hombres, a quienes les recordaba que podían tener mucha barba y mucho bigote, pero todavía él les podía dar una “cueriza” con los rejos de ordeñar.

Cuando el maestro Emiliano se encontraba rodeado de sus hijos que además eran sus amigos, el verso espontáneo brotaba, todo era alegría y el mundo se tendía a sus pies, lo conquistaba a golpe de versos hasta muchas veces detenerse extasiado por un momento, hechizado por la digitación atrevida y la improvisación perfecta del juglar.

Hoy no está el amigo que saludaba efusivamente diciendo que "le doy la mano izquierda porque esa no se la doy a todo el mundo, sólo a las personas especiales como usted"; hoy no está el animador de parrandas y piquerias, el mismo que se comparó alguna vez con la naranja que cuelga del ramo, porque "aunque se remezca el palo nunca arrastra por el suelo"; hoy no está el campesino que pensaba en la paradoja de la vida del campo: "cuando las cosechas son buenas, se presentan los malos años, hace mala la primavera, después sigue un largo verano"; hoy no está aquel ser maravilloso lleno de sabiduría y humildad, que una vez cantó su biografía en un paseo hermoso, de esos que ya no vienen, llamado "el Piñal", allí, magistralmente narra su vida y evoca sus bellos momentos; hoy no está “el viejo" pícaro, bonachón y dicharachero, el mamador de gallo, el mismo que le reclamó a una mula terca en una ocasión cuando bajaba de la sierra y ella se negaba cruzar una quebrada, que si era que ella "había planchado anoche" que no se quería mojar las patas, que “qué vaina era esa, carajo”; hoy no está el compañero que decía que lo único que moría eran los pesares y los malos recuerdos junto con la tarde triste, porque él está seguro que siempre estará con nosotros; hoy no está el amigo de sus amigos, quien tenía en la amistad a la más grande de las regalías; hoy no está el hombre que le preguntaba a Dios cómo estaban las cuentas entre ellos, si era que él le debía, o Dios le debía a él; hoy no está el campesino parrandero que salió del pueblo a la ciudad y no regresará porque a partir de hoy todos los días para él serán domingo de madrugada.

El desaparecido compositor vallenato Armando Zabaleta, le dice a un nieto de Emiliano: "los cantos que uno hace hoy en día, pasan de moda en un momentico, el que nunca pasa es la Gota Fría, compuesta por su abuelo Emilianito". Eso es verdad.

Emiliano Zuleta Baquero, nos dejó además de sus canciones, su tesoro más preciado: su alma en un acordeón.

“Isyo”, hoy comprendí porqué el turpial del poeta Rosendo Romero se enmudece en los cardonales, el camino que conduce a la Sierra se llena de matorrales y los manantiales cristalinos buscan olvido por todo el ancho valle: es porque el viejo Emiliano ya no está cuidando sus animalitos. La sabana no volverá a sonreír.
FABIO FERNANDO MEZA
fafermezdel@gmail.com

jueves, 9 de septiembre de 2010

GRACIAS, SEÑOR GOBERNADOR…

…Por estar pendiente de la situación actual del corregimiento de San Fernando, que se ahoga cada día más por culpa del desmadre de la ciénaga, del río y de la ineptitud de la Alcaldía de Santa Ana. Gracias, porque usted está tan pendiente de nuestra situación que no sabe siquiera dónde queda esta población que como siga su actitud de olvido y de cerrar los ojos, pronto desaparecerá físicamente y no sólo por culpa de las aguas.

Gracias, gracias por tenernos en el más absoluto abandono departamental copiando al pie de la letra lo que hace la Alcaldía a la que tenemos la dicha de pertenecer. Nadie se explica que siendo el corregimiento más importante en todos los renglones del municipio de Santa Ana seamos los más olvidados y condenados por la desidia municipal.

No le voy a decir dónde queda esta población. Y no se tome el trabajo de preguntarle a quien gobierna el municipio porque él tampoco sabe. De saberlo ya hubiera hecho algo.

Sí, algo por erradicar el dengue que ya se llevó a un adolescente a la muerte, algo como emprender una campaña para paliar nuestra situación crítica como es el estar rodeado y aislado por las aguas que entre otras cosas nos traen plagas y enfermedades.

Siempre que al río le cae un sereno se desborda él y las ciénagas que alimenta y las vías (si se les puede llamar así) se vuelven unas autopistas de agua señor Gobernador, por si le interesa.

Actualmente no hay manera de entrar o salir de San Fernando ni siquiera para ir a implorarle por enésima vez al alcalde de Santa Ana para que haga algo así sea por una vez en su administración por este pueblo que tanto odia porque no votó por él, según el decir de la mayoría de sanfernanderos. Quizás el pueblo tampoco votó por usted, señor Gobernador, pero esperamos que usted sí haya comprendido qué es el arte de gobernar y se manifieste porque al fin y al cabo es el mandatario de todos los magdalenenses y tenemos derecho a pedir y a exigir. Tenemos derecho a vivir.
Que nos estemos muriendo de viejos esperando la ayuda del municipio y del departamento eso no es extraño, sería extraño si el Gobernador hace algo por esta población que cada día se hunde más y no sólo por culpa de la creciente.
Habrá que poner una acción de Tutela contra la Gobernación o el ente competente para que nos atienda el clamor centenario de que nos estamos muriendo en vida por culpa de la ineficiencia y la ineficacia estatal.

Gracias señor Gobernador porque usted si por accidente lee esta nota, seguro saldrá corriendo de a pie (le hace falta) y parará la carrera acá en San Fernando y se dará cuenta con sus propios ojos que todo es agua, desesperanza y aislamiento y hasta rabia y desesperación.

Gracias, porque usted seguro no estará esperando practicar la política del actual mandatario municipal de esperar sus últimos 6 meses de gobierno para hacer algo y así tener autoridad moral para imponer su alcalde que lo suceda y mientras tanto el corregimiento de San Fernando agonizando espera.

Gracias, señor Gobernador, porque para usted el sur no existe y menos ese pueblo de donde siempre le llegan malas noticias y está una persona que le vive recordando que tenemos derechos y muchos padecimientos que desde hace tiempo se hubieran solucionado si hubiera existido voluntad, como el carreteable Santa Ana-San Fernando, que no ha comenzado a llover muy bien y ya está intransitable, debe ser por los tantos millones que le han invertido para tenerla como una vía digna de imitación, tan es así que parece una trocha del siglo XVIII.

Gracias, porque sabemos que usted, Señor Gobernador, hará las tres cosas que ha hecho el alcalde municipal por San Fernando: nada, nada y nada.
Mañana, habrá otro escándalo, otra noticia, y nadie se acordará de este pueblo que tanto jode a los gobernantes municipal y departamental para que hagan lo que tienen y deben hacer.

Agosto de 2010

FABIO FERNANDO MEZA
fafermezdel@gmail.com

martes, 7 de septiembre de 2010

UN ÁRABE NACIDO EN SAN FERNANDO QUE CONVERSABA SABROSO

Yo me consideraba su amigo. No sé si él se consideraba amigo mío. Pero siempre hubo una relación basada en el respeto y estimación.

Mis recuerdos viajan a través del tiempo y me ubican en su corral de chivos y su corral de ganado que estaba detrás de su casa, en lo que le dicen El Barranco. Allá iba yo cuando niño, de mañanitas a tomar leche caliente. Era la época en la que mis padres me llevaron a vivir en una esquina de la plaza de la iglesia en la casa de la señora Isabel Lamar, frente de la casa de la señora Nelly Caballero. Él vivía al otro extremo de esa plaza en la calle La Albarrada, de mi pueblo, San Fernando, Magdalena.

Tiempo después nos volvimos a tropezar en la calle y me dijo: “He leído artículos suyos en el periódico, vaya por la casa para contarle historias del pueblo y de algunos personajes para que las nuevas generaciones no olviden su origen”.
Así que de noche, cuando estaba de vacaciones, me iba para su casa y ya él estaba esperándome sentado en una mecedora, en la puerta de la casa, bajo el palo de naranjuelo y a su lado una silla vacía. Le aprendí mucho en esas extensas horas de charlas. De hecho en casi todos mis relatos siempre va un pedacito de las historias de él.

Este sanfernandero como buen árabe era excelente comerciante y lo descubrió desde los tiempos que después de casarse se fue para la finca paterna “El Iris” a colar almidón para venderlo. Ya antes había sido vendedor de yuca en Santa Ana, a donde su padre lo mandaba a sus escasos 12 años montado en un burro cargado todas las madrugadas.

Dicen que nunca tuvo hijos. Pero yo creo que todos los que por alguna razón nos tropezamos con él nos sentíamos sus hijos por su carisma y su manera paternal de tratar.

Antes de vivir definitivamente en su casa ubicada a un costado de la plaza de la Iglesia que le compró al señor Carlos Indaburo, también lo hizo en las casas prestadas del señor Eduardo Jiménez, donde la señora Benedicta Galindo (donde vive actualmente Tomás Polanco) y en la finca “El Iris”.

Lo que siempre admiré de él fu su memoria prodigiosa y la manera cómo relataba los hechos porque parecía que los volvía a vivir cuando los contaba. Era el historiador de San Fernando. Hasta fue alcalde de Santa Ana y eso es mucho decir para un pueblo que nunca ha gustado del nuestro.

Este honorable personaje se le midió a todo e hizo de todo. Siempre estuvo en primera fila en cuanto a la búsqueda de soluciones para los diferentes padecimientos del pueblo.

Precisamente, en una de nuestras tantas conversaciones, me decía que estaba en una ocasión en Santa Marta con el fin de pedir ayuda al Gobernador para que arreglara el problema del agua. Entre la comitiva estaba el señor P.M y cuando se subieron al ascensor de la Gobernación, este señor P.M, antes de bajarse en el último piso le dijo al ascensorista: “Este aparato corre rápido, ¿por cuánto nos lleva a San Fernando?

Creo que ha dejado un vacío que nadie llena. Era una persona íntegra, amante de la buena política, de conversar, de discutir, de leer incansablemente.

Como todo personaje importante este caballero que nació en la casa donde vive actualmente Roberto De Armas, de madre Sanfernandera y padre Sirio, fue muchas veces mal tratado, calumniado y odiado. Pero la mayoría respetábamos, admirábamos y queríamos al señor que cuando niño junto con su hermano José Ramón, le cogían las tortas de casabe a la señora Herlinda Jiménez, cuando se descuidaba de vigilar su tienda inmensa, luego para quedar en paz con sus almas, le iban a comprar dos botellas de chicha para pasar el torozón del casabe.

Aún retumba en mi mente su risa contagiosa de la última anécdota que me contó: “Para una fiesta patronal, el señor J.L, salió a parrandear y le gustó una muchacha muy bonita. El señor J.L le dijo que deseaba acostarse con ella. Ella le pidió mucha plata. A lo que el señor J.L le respondió indignado: Tú tienes el tambor roto la de mi casa también lo tiene ‘rompío’, mejor voy a mi casa y toco el mío”

Padecía durante los últimos años una enfermedad terminal. La última vez que lo vi fue en diciembre para el matrimonio de una de las tantas personas que ayudó a sobrevivir en su casa, ‘a criar’, como se dice por allá. Al saludarlo me dijo que este año me iba a sorprender la noticia de su muerte. Yo le dije que no se podía morir todavía porque nos quedaban cosas por conversar. Al despedirme me haló por el pantalón diciéndome: “Fallito, si algún día escribe sobre mí, lo único que quiero que diga es que Yolis Ospano Yacub Fuentes amó a este pueblo”. Paz en su tumba.

FABIO FERNANDO MEZA
Medellín, Septiembre de 2009

viernes, 3 de septiembre de 2010

SI LOS HIJOS SUPIERAN CUÁNTO LOS QUIERE UNO…

Canta y no sabe que la estoy escuchando. No tiene idea que su sola presencia hace desaparecer los amargos momentos de un mal día. No la dominan las alternativas modernas del entretenimiento. A veces, no sé cómo soporta los malos ratos sin fundamento que el destino le lanza.

Dicen que es bonita. Decirlo yo sería injusto, pero la gente la admira. Para ella no ha sido fácil nada ni siquiera el hecho de nacer. Ha pasado por momentos difíciles a pesar de su corta edad y todavía sueña con ser de todo un poco.

Menos mal que existen los hijos, porque su sola sonrisa es capaz de recomponer el mundo y desarmar al más valiente y más cuando con toda la sinceridad de que están investidos por mandato celestial preguntan: ¿papá, tú me quieres? Y después de tragar grueso uno le responde sin pizca de duda: ¡con toda el alma!

Sueñan, tienen ganas de conquistar al mundo y con el borrador de nata de la escuela quisieran con toda sus fuerzas borrar tanta injusticia y tanta violencia que ven en la televisión cuando se sientan por accidente frente a ella buscando dibujos animados.

Creo que maduró biche. Entre el cariño sincero de sus tíos, el amor callado de su padre y cantos vallenatos viejos y ensordecedores desde las 4 de la mañana ha crecido, al parecer, sin resentimientos.

Tiene la difícil facultad de plasmar en la pared con un trozo de carbón de leña todo lo que la rodea y el resultado es tan real que da miedo tanta coincidencia.

Cuando se ríe parece que todo se detuviera al compás de su risa llena de juegos pirotécnicos, luego brinca y salta, porque sabe que es capaz de mirar el sol en las noches e imponer su criterio sin contaminar que guarda en su corazón de niña soñadora.

Ha cultivado la costumbre familiar de gustarle el campo, de amar a los animales y descargar en ellos toda la ternura que guarda en los bolsillos de su pantalón con flecos y remiendos de fábrica.

Yo no la he visto llorar pero lo ha hecho muchas veces por lo injusto que a veces son los sábados y los domingos con ella, pero todo cambia cuando se le aparece la virgen vestida como su tía. A su edad yo no lo hubiera soportado. Por eso la admiro.

Todo lo que se proponga lo logrará porque tiene garra, porque tiene alma y porque en su cuerpo de gacela ya todo le resbala y no para bolas a lo que la pueda lastimar sin razón.

Sin duda hay muchas hijas en el mundo. Así, imponentes, que todo se lo ha disputado al destino sin quedarle a ella ninguna cicatriz, que todo cuanto ha logrado lo guarda en su alma para comentárselo alguna noche de lluvias torrenciales con un brillo en los ojos a su millón de amigos, que quienes se han convertido en sus cómplices de picardías, de juegos y sueños imposibles para otros menos para ella.

Los padres casi nunca les decimos a los hijos en la cara cuánto los amamos y ellos casi nunca lo escuchan de nuestros labios sino de nuestras acciones.

Pero si ellos supieran cuánto los quiere uno correrían a regalarnos otro abrazo aparte del que nos han dado en esta mañana y maniatarnos con su rostro salpicado de felicidad, una sonrisa que florece con facilidad y que digan en costeño limpio que ¡qué carajo! Que todo es nada, que nada les queda grande, ni siquiera vencer su timidez ni el palo en su rueda del progreso que le pone el destino.

Así son los hijos. Como hay millones de hijos en el mundo: con sus ojos y cabellos azabaches, sus manos llenas de sueños por realizar, su cuerpo alto y delgado y sus dos corazones: uno a cada lado del pecho repleto de cariño y dulzura que heredó de sus antepasados y que esparce cada vez que camina por las calles sembradas de árboles que la veneran allá en el pueblo donde nació una madrugada de octubre.

Niña linda, cuando comiences a transitar por el mundo, no te dejes conquistar por él. Que sea todo lo contrario. Y no olvides que te amo cantidades enormes.

FABIO FERNANDO MEZA
fafermezdel@gmail.com

AQUELLOS CORISTAS DE LA MÚSICA VALLENATA

Cómo cambian los tiempos arrastrando todo con ellos. De aquellos días lejanos donde al acordeonero del conjunto vallenato que oficiaba de cantante, le hacían los coros quienes tocaban la caja y la guacharaca, ya no queda sino la añoranza.
A medida que el vallenato se fue vistiendo de saco y corbata, cuando su mensaje salió de las murallas de las sabanas del Cesar y la Guajira, comenzó a evolucionar el grupo vallenato como tal, y se dio cabida a nuevos integrantes. Fue así, como por ejemplo, el acordeonero dejó de cantar (En una ocasión Emilianito le dijo en un verso a Poncho y a Diomedes: "Voy a tratar de cantar/y lo juro por mi Dios/yo les dejo el canto a ustedes/que cantan mejor que yo/"), dándole paso al cantante propiamente dicho.

En sus ansias de innovación continua, al gran Alfredo Gutiérrez se le ocurrió adornar sus estribillos con voces diferentes y notó que los coros le daban otra presentación a la canción vallenata. Esto enseguida fue seguido por todos los grupos vallenatos que se iniciaban a finales de la década de los 60’s, y se ha ido perfeccionando hasta la actualidad.

A los amantes del buen vallenato, como a Juancho Ruíz Meza, cuando escuchamos las grabaciones de esos tiempos, nos alegra el alma volver a oír los coros, por ejemplo, de Gabriel Chamorro (“Chamorrito" como cariñosamente le llamaban sus amigos), Ángel Fontanilla, Julio Morillo, Álvaro Molina, Juan Piña, Marcos Díaz y Jairo Serrano.

Hay que anotar y valorar la entrega de estos grandes coristas y los apuntes que quedaron para la historia en sus grabaciones. Qué alegría produce en el corazón el escuchar esos diálogos espontáneos que brotaban del alma, entre cantantes y coristas enriqueciendo de paso a la canción.

Me propongo rescatar para esta crónica algunas de esas anotaciones espontáneas que se hacían en esa época gloriosa:
“Oye Poncho, ¿y qué te inspiró a hacer este merengue tan lindo?”, pregunta el corista en la canción Muero con mi Arte, incluida en el álbum "Una voz y un Acordeón". -Motivos Chamorro, motivos-, le responde Poncho Zuleta emocionado, al inolvidable "Chamorrito”. Los motivos que Poncho no dice, los canta, son motivos musicales, de llevar el vallenato corriéndole en las venas. ¡Que buen motivo!

Al corista Ángel Fontanilla no se le puede olvidar, es uno de los precursores del coro en las canciones vallenatas, en la grabación de la canción Invitación Parrandera, incluida en el álbum "Una Voz y un Acordeón", a Poncho Zuleta el autor de la canción le pide:" tráete a Jike Cabas lo mismo que a Fontanilla/esa gente buena que le gusta el acordeón/ pa' que coman chivo y beban bastante ron...". Se nota en esta estrofa la importancia de los coristas dentro del grupo, y los amigos de los cantantes son conscientes de ello y los solicitan para que se sumen a la parranda como piezas fundamentales dentro del engranaje musical. En este álbum, en la canción “Fortuna y desdicha”, el corista pregunta: ¿y por qué cantas así, Poncho?, y el intérprete responde: “Sentimiento, `Fonta`, sentimiento…Y es verdad, porque hasta lo siente uno que lo está escuchando. En la hermosa canción Uno es así, del álbum “Volumen 15”, Ángel Fontanilla pregunta: ¿y para quién es esto Poncho?, y el cantante le responde emocionado: “para mi compadre Herbacio Valdeblánquez y la niña Clara”. Aquí se encuentra el valor y el sentido profundo de la amistad que el corista recuerda nostálgico.


Julio Morillo y Álvaro Molina. Estos tradicionales coristas tienen un sitial bien ganado en los anales de la música vallenata. ¿Quién no recuerda a Diomedes en la canción Sol y Luna incluida en el álbum "La Locura", cuando el cantante dice: oye...Julio..., y el corista le responde: Sentimiento, Diomedes ay...!.? Era necesario que el corista expresara lo que el cantante sentía al momento de interpretar la canción. Había mucha compenetración y derroche de juventud.
En la composición que me mate el dolor del álbum "Tu Serenata", Julio Morillo dice:” y nos vamos pa' la Junta, pa'l festival del fique”; y Diomedes le responde con el alma en la mano: ¡“claro "Jullo" vámonos pa`lla`!”. En esos tiempos se aprovechaba para darle publicidad a los festivales que se realizaban en la zona, y qué mejor que lo recordara un corista y lo reafirmara el cantante que empezaba a perfilarse como uno de los grandes. En el paseo la egoísta del álbum “La Locura” Julio Morillo dice: “¿Y a qué te sabe esto Diomedes? “ Y el cantante le responde herido: a la gillette, a la cuchilla, Julio. Lógicamente que se refiere en sentido figurado a la mujer que le está haciendo daño. En la canción No se justifica del álbum Tres Canciones”, Diomedes anima al gran corista: “Compadre Julio Morillo, pa’lante hermano mío”.
En el hermoso merengue la carta, del álbum "La Locura", Álvaro Molina dice:”compadre Diomedes, ¿y para quién es esa carta?”, “para la mujer que yo más quiero en el mundo, Álvaro”, responde el cantor. Son mensajes de amor que quedan como el compromiso del cantante con la mujer de la cual está enamorado; es una forma de hacer público el romance, a lo que el corista aporta su grano de arena.

Por supuesto que no olvidamos a Jorge Oñate cuando en la canción Oye Tu del álbum “Noche de Estrellas”, Julio Morillo dice: “y en Bogotá…”, Jorge contesta: “Perdomo Ché”, ¿y en Barranquilla, Jorge?, le dice Julio, y el Ruiseñor responde: “Edgar Perea”. Observamos en este diálogo que la razón es saludar a dos personajes de trascendencia nacional para mostrar que el vallenato ya se extiende por todas las regiones del país. Y en la canción Amor Comprado de la grabación titulada “El cambio de mi vida”, Julio Morillo interviene: “Oye Jorge, y es que amor comprado no vale”. “¡Claro “Jullo!”, le responde el Jilguero de América. Se hace gala aquí de las paradojas de la vida costeña.

A la Licenciada Isyoli le agrada mucho escuchar cuando en la canción Nació mi poesía, del álbum "Ruiseñor de mi Valle", Jorge Oñate le dice a Julio Morillo: “oye Julio, y así como esta melodía... “y el corista le responde con toda la sinceridad y una verdad de a puño: “¡es Valledupar, Jorge!”. No creo que haya otra manera de confesarle a esa región lo hermosa que es, y cuánto la añoramos. También se entusiasma ella cuando Julio Morillo dice: “Oye Beto vámonos pa’ Ciénaga…”, y el Cantor Triunfante le responde: “Claro “Jullo”, a parrandear con los Hermanos Dangond…”. Esta anotación nos muestra que el vallenato es eso: una parranda de amigos, unos versos al amanecer, un sancocho de gallina y un abrazo sincero. Esta anotación se encuentra en la canción La Tiendecita del álbum “Lo Máximo”.

Además de destacarse como corista, Marcos Díaz se destaca como excelente compositor y cantante. Hicieron historia sus coros acompañando a los grandes del vallenato como a Diomedes Díaz, Beto Zabaleta, Alejo Durán, Emiliano Zuleta Baquero, Luís E. Martínez, Abel A. Villa, aparte del Binomio que fue la agrupación que lo vio crecer en el ámbito artístico. En la canción el que espabila pierde del álbum "Clase Aparte", Rafa canta:” Chiche Ovalle espabiló/ y Marcos se la quitó/…”, refiriéndose a sus coristas.

Hablar de Juan Piña es rememorar aquellos tiempos que ojalá volvieran. Hoy gracias a la magia de los discos compactos, podemos escuchar a Diomedes en la canción Cristina Isabel del álbum "Tres Canciones" donde Juancho le colaboró en los coros cuando dice: “como quiere mi compadre Juancho Piña”; o en la canción Surgió una Voz Cuando Juancho Piña le dice a Diomedes: “Bueno, Diomedes Díaz, ¿nos vamos Pa´l Difícil?, y el Cantante le responde: “Allá nos vemos Juancho”. Qué tiempos aquellos donde todos los cantantes vallenatos se aventuraban a cualquier pueblo llevando sus mensajes en cada canción, y muchas veces un amor escondido queda de recuerdo, aquí Juancho se lo recuerda alegremente al Cacique.
Juan Piña Valderrama también acompañó a su compadre Rafael Orozco en los coros. Se puede escuchar en la canción Despedida de Verano en el álbum "Los Elegidos": “Juan Piña, la pelo mocho...” o en la canción Muere una Flor del álbum "De Caché": “muchas gracias Juan Piña, ay Janeth!”, le dice Rafa. En la canción Mosaico en Vivo del álbum “Internacional” donde puede escucharse: “y como siempre mi compadre Juan Piña y Janeth…Juuupa…!” dice Rafa.
En la grabación que hiciera Daniel Celedón al lado de Israel Romero, se puede apreciar también el coro inconfundible de “Juancho”. En todos los apuntes que hacen Rafa y Juancho se observa la hermandad, la mamadera de gallo, entre el cantante y el corista, pero sobre todo el respeto y la admiración mutua.

A pesar de no haber nacido en tierras vallenatas, al opita Jairo Serrano se le metió el vallenato en la sangre, y su espectacular voz sirvió de coro a los grandes intérpretes del vallenato como el Binomio de Oro, Diomedes Díaz, Otto Serge e Iván Villazón.
En el merengue De la Junta a la Peña incluida en álbum "Fiesta Vallenata, Vol 8" Diomedes Dice: “mis compañeros, Jairo Serrano y Julio Morillo, acaben, acaben...” Aquí el cantor de los pueblos les hace un pequeño homenaje a sus coristas de esos momentos.

Se me haría interminable plasmar aquí, tantas anotaciones hechas por esos inolvidables coristas en las grabaciones que hicieran con tanta entrega y amor al canto vallenato.

Nos embarga la nostalgia saber que ya esa etapa fue quemada, que ya no se dará más en la historia de la música vallenata esa picardía, esos apuntes jocosos, estos diálogos espontáneos, que desde luego, también hacen parte de la identidad del vallenato.

En la actualidad los coristas han cambiado. Ahora todo es bajo libretos, bien calculado, demasiado milimetrado como pasa con los famosos saludos vallenatos que al igual perdieron espontaneidad.
Desafortunadamente, algunos de estos coristas no están hoy con nosotros, otros siguieron brindándole su talento al folclor como solistas y compositores, otros decidieron dedicarse a sus negocios particulares

Que sea esta la ocasión para decirles a esos grandes coristas que siempre lo llevamos en el corazón y en nuestro canto. Que no los olvidaremos nunca.

FABIO FERNANDO MEZA
fafermezdel@gmail.com