domingo, 31 de enero de 2010

EL HONORABLE SENADOR

COLUMNA CARCAJ

Honorable Senador, amo y señor de lo habido y por haber por decisión soberana del pueblo, no le preste atención a esos comentarios malintencionados que afirman que usted ha llegado al congreso porque lo favorece la compra de votos, Honorable Senador.
Honorable Senador, no escuche, se lo suplico, a aquellos necios cuando dicen que gracias a su infinita misericordia usted fue quien impulsó siendo senador, la famosa ley de transferencias, Honorable Senador; no haga caso Honorable Senador, cuando sus enemigos dicen que se ha rodeado de personas de tres en conducta, Honorable Senador; el Honorable Senador sabe que eso es pura envidia de aquellos quienes no pueden esconder debajo de la curul situaciones que no debiera, Honorable Senador, así como sí lo hace usted, Honorable Senador.
No, Honorable Senador, no escuche, se lo ruego, no sea le dé una indigestión, cuando de usted se dice que sigue en sus funciones desde la cárcel, que desde allí decide lo que pase o deje de pasar en su departamento, que la verdad que no dicen esos periódicos infames es que usted, Honorable Senador, está, digamos, de vacaciones en una casa de campo a la que mal llaman Picota.

No siga contaminando Honorable Senador, su alma pura y prístina con esos comentarios sucios y lejos de la realidad que se escuchan, Honorable Senador, y dicen, ¡María Santísima!, que usted ha decidido que su esposa, su hijo, su suegro, su abuelo, su tío, su hermana, su cuñado, su amigo del alma, lo reemplace en el congreso, mientras usted se da una descansadita porque esa Fiscalía y la Corte Suprema se la tienen montada a usted, Imagínense, una persona transparente que no sabe qué es eso de grupos paramilitares o cosas así. Usted, Honorable Senador, es un santo barón.

Honorable Senador, póngase cera en los oídos para que no lleguen a usted esa sarta de blasfemias, Honorable Senador, que dicen que usted es el congresista más politiquero de todos los tiempos, Honorable Senador; que de la Honorabilidad del Congreso solo queda “la letra H” Honorable Senador, porque el resto de letras tuvieron que irse apenadas, Honorable Senador, no preste atención a esos comentarios de desocupados, Honorable Senador.

Yo no sé por qué, Honorable Senador, los colombianos somos tan desagradecidos, Honorable Senador, cuando deberíamos estar orgullosos de un Honorable Senador que se saca el pan de la boca para dárselos a los más necesitados y se desvela por aquellos que duermen a sol y sereno y llora por ellos, Honorable Senador; eso sí es ser un legítimo Senador, Honorable Senador.

No hay mentira más grande, Honorable Senador, que aquella que dice que usted cuando ve su reelección en peligro, Honorable Senador, se agarra de cualquier estrategia, Honorable Senador, que a veces no son muy éticas ni legales que digamos, pero qué carajo!!, Honorable Senador, todo sea por el bien de la patria, Honorable Senador, que no es patria si usted no está en ese recinto sagrado de la democracia, Honorable Senador; cuando lo que hay es que estar agradecido de que usted en el arduo trabajo legislativo todo lo deje para los domingos, Honorable Senador , porque el que venga atrás que arree y viva Dios, Honorable Senador.

Yo no comprendo a aquellas personas cuando comentan, sin fundamento, por supuesto, Honorable Senador, que se pueden contar con los dedos de la mano los congresistas a los que se les puede llamar con mayúsculas con esta distinción, Honorable Senador, y que usted no hace parte de ese selecto grupo, Honorable Senador, porque se la pasa en los tribunales defendiéndose de no sé qué persecución política injusta de sus adversarios, entre otras denuncias, Honorable Senador. Si por ejemplo, hay grandes Padres de la Patria como el Honorable Senador…Ah no, ese está preso; pero está el otro doctor, el Honorable Senador…perdón a ese lo destituyeron; no, pero sí hay uno que trabaje en las sesiones, que no va a roncar, claro! es el Honorable Senador…qué pena, ese está rindiendo indagatoria… Caramba! Pero hay uno que fue reelegido por ser muy buen político, el Honorable Senador… No, lo siento, ese nunca va, se la pasa de turista parlamentario…

Que Dios perdone a aquellos que de una forma tan vil dicen, sin razón, claro está, Honorable Senador, que de las famosas promesas electorales al otro día de su elección ni usted se acuerda, que vende su voto en el congreso al mejor postor por puestos y dádivas olvidando todas las necesidades de su región, Honorable Senador. Esa gente como que vive en otra Colombia, Honorable Senador, porque no escuchan los gritos suyos en la plenaria Honorable Senador, en las que usted con la verdad de Jesucristo dice trabajar día y noche por el bienestar de su pueblo, Honorable Senador.

Qué calumnia más grande contra la dignidad del Honorable Senador, aquella que dice que el Honorable Senador está allá en el congreso gracias al apoyo de grupos armados ilegales, Honorable Senador, cuando el Honorable Senador no conocer a ningún jefe de grupos ilegales con el que lo quieren involucrar, cuando usted es un alma de Dios, Honorable Senador, y que si el sol sale todas las mañanitas en su provincia, Honorable Senador, es porque así lo dispuso usted en una ley de la República, Honorable Senador; no pare bolas, Honorable Senador, a aquellos habladores de paja que dicen, ¡¡válgame Dios!!, que no ha conseguido sus infinitas reelecciones al congreso por obra y gracia del Espíritu Santo, Honorable Senador, cuando usted ha hecho tanto por su pueblo, que hasta los muertos le regalan su voto como muestras de su infinito agradecimiento, Honorable Senador, eso sí es democracia, Honorable Senador.

Que mal informados estamos los que los que murmuramos que este congreso no ha podido acabar con la histórica mala imagen de su recinto, Honorable Senador, si desde que el Honorable Senador ostenta el poder, Honorable Senador, esa piedra desapareció del zapato del Honorable Senador; porque gracias al Honorable Senador, eso de la corrupción y tráfico de influencias en el congreso es historia, honorable Senador.

¿Por qué mas bien no decimos que desde que el Honorable Senador está mandando desde la capital, Honorable Senador, todos nos acostamos con el estómago bien apretadito, Honorable Senador, gracias a las bondades de las políticas sociales que tanto impulsa y defiende el Honorable Senador?.

No preste atención a ninguna de esas calumnias Honorable Senador, son puras persecuciones políticas, Honorable Senador. Ya quisiéramos nosotros los mortales, Honorable Senador, tener el poder de manipular, de corromper y de robar, como lo tiene usted Honorable Senador, pero somos tan brutos, que Dios no nos ha dado de esa clase de entendimiento ni de habilidades que sólo les obsequia a los escogidos como usted Honorable Senador. Usted perdone, Honorable Senador, que todavía haya en Colombia personas correctas, sensatas, honradas y por eso somos pobres, Honorable Senador, y a lo único que aspiramos es a repetir esas virtudes y ojalá no la condición. Usted perdone que todavía existamos, Honorable Senador.

FABIO FERNANDO MEZA
www.columnacarcaj.blogspot.com
fafermezdel@gmail.com

viernes, 29 de enero de 2010

SAN FERNANDO, MAGDALENA: EL REY DE LOS APODOS

COLUMNA CARCAJ
SAN FERNANDO, MAGDALENA: EL REY DE LOS APODOS

Tan es así que a muchos se les olvida cómo realmente se llaman. Incluso, a algunas madres se les olvida el nombre de pila de sus hijos. Como el caso de la señora Margot Turizo, quien olvidó que su hijo se llama Rafael Eduardo, cuando el diciembre pasado la llamó para darle el feliz año: Mami, ¿cómo estás?, Feliz año nuevo!!Le dijo el hijo emocionado. ¿Quién habla? Le pregunta la señora Margot. Soy yo tu hijo, Rafael Eduardo…Le dijo él. Vaya a joder a su madre!!, le respondió ella, porque yo no tengo ningún hijo que se llame así. Él le respondió: Mami, pero si soy yo, Chico… A lo que ella apenada le dijo: hijo de mi alma, yo no me acordaba que tú te llamabas Rafael Eduardo!!.

Yo, por ejemplo, supe el nombre real del buen señor Cayo García cuando murió y lo leí en el cemento fresco de su tumba: Alejandro. Y por accidente sé que el señor Chorro en realidad se llama Nicolás Escobar. Alguna vez me tocó preguntarle al señor José Ruiz que si ese no era su nombre porque sus iniciales no coincidían con las de su hierro candente con el que marca sus miles de vacas. Desde ese día sé que su nombre es Edulfo.

Confieso que prefiero no saber cuál es el nombre real de las personas a quienes conozco de siempre por su apodo y creo que ellas se sienten más cómodas cuando las llaman así, que si lo hacemos con su nombre de pila.

Yo no me imagino llamando a La Mella, la esposa de Candelario Meza, con su nombre real; tampoco a mi amigo Zabaleta a quien también le dicen El Mono.
Sixto García, el personaje de historias con unas exageraciones monumentales, tiene una hermana a quien todo San Fernando no le sabe el nombre pero sí el apodo: Tica.
A estas alturas de mi vida no tengo idea, por ejemplo, cómo se llama La Yaya, la hija de la señora Leonidas, ni cómo se llama La Midru, su otra hija.
Mi amigo Chiqui Vanegas tiene una compañera a quien llama La Chengue. Y hablando de Chiqui, en San Fernando hay 3 Chiquis mujeres: La hija de la señora Ruth Cuadrado, la hija de la señora Néstar y la esposa de Lucho Vergara. A ninguna les sé su nombre auténtico.
El señor Esteban Wilches tiene un hijo a quien le dicen Chopo; y el señor Alfredo Canuto, uno a quien desde la época en que jugábamos cacho escondido en la esquina de la casa del difunto Lázaro Vergara, le decíamos Conavi.

A la hija del difunto Domiciano Vergara siempre le he dicho como le dicen todos, La Mona, porque no sé su nombre

Si algún día me dicen cuál es el nombre verdadero de El Cachaco, el hijo de la señora María Vergara, no me imagino repitiéndolo. Ella tiene un nieto a quién todos llamamos Biliqui, hasta su esposa. Como tampoco me imagino llamando con sus nombres tan particulares que seguro tendrán como descendientes de buenos árabes a Arlequín o a Pipi.

Yo creo que casi todo San Fernando tiene su nombre especial con que llaman a las personas dentro de su entorno familiar. A mi tía Carlina Delgado, sus hermanos y personas allegadas le dicen Mary; igual pasa con mi tío Eurípides Delgado, a quien en la intimidad de su familia le llaman Niño. Como también ocurre con la seño Lidia Yacub a quien su millón de sobrinos le dicen de cariño Tía Tere. Al doctor Édgar Ruíz Aguilera en su seno familiar le dicen Babo.

Prefiero ignorar para siempre el nombre con que fue bautizado Santos Mejía, quien hoy es mi compadre de sacramento y me acostumbré a decirle Compadre Santos porque no sé cómo se llama y nunca se lo he preguntado. A Pancho, el cantante de vallenatos, siempre le diré así porque no creo aprenderme su nombre ya que sería un martirio para mí. Y ni qué decir de Ata, otro cantante famoso, que me imagino tendrá su buen nombre al que no me sé.
A mi amigo de siempre lo llamo por su apodo al ignorar su nombre: Leodoro.
Supongo que si yo al encontrármelos y saludarlos como se acostumbra en San Fernando, a Hondo y a Mandu, los hijos de la señora Josefina Echeverría, se pondrán bravos, pero prefiero correr el riesgo a conocer sus nombres reales.

Yolima tiene un ahijado al que le dicen Focus, un día le pregunté a ella como se llamaba él, y no supo decirme.

Mi amigo el señor Rafael Wilches, tiene como 7 hijos y una mañana comenzó a llamarlos para que madrugaran a trabajar: Guapo, Pello, Pevaina, Lile…Le pregunté a Rafa cómo se llamaba Guapo y comenzó a rascarse la cabeza por debajo del sombrero…Menos mal que no me dijo.

Me atrevo a decir que si algún día Loli me dice su nombre no me lo aprenderé, así como no me aprendí el de Lecho, su hermano, que lo supe cuando a mi poder llegó un afiche de su campaña al concejo. A estas alturas no sé cómo se llama otro hijo de la pareja respetada de esposos, el señor José Rafael y la señora Hernita, sólo sé que le dicen Mochi.

Es impresionante la cantidad de apodos que hay en el pueblo. El señor Neri Oliveros tiene unos hijos a quienes sus amigos le decimos Mingo, a otro Yayo, a otro Churo… Alguna vez fui a la casa de la señora Nimia y del señor Neri a preguntar por Churo para que fuéramos a coger naranjas y la señora Nimia ni siquiera me respondió los buenos días, sino que me dijo molesta: ¡Elkin David! …él se llama Elkin David!

Tengo un amigo a quién conocí en Batatal por la época en que él trabajaba con el señor José David Aguilar: Ñarry, le decimos. A propósito, un abrazo para él por donde quiera que esté.
El matrimonio del señor Núñez y la señora Pura es famoso por los apodos tan especiales de sus hijos de cuyos nombres hoy, a veces no se acuerdan porque los bautizaban cuando ya querían darse trompadas con el futuro padrino: Sagó, Pochi, Chiri, Macho, Chepén…

Octavio Vergara tiene un cuñado al que todos le dicen Pirry. Octavio dice que ni su hermana, Florita, sabe cómo se llama su esposo.
En la finca del señor Hamil Yacub, trabaja un muchacho al que todos llaman Capene, o el Nene, también le dicen. No sé su nombre.

Mi amigo Máximo Turizo, el hijo de la señora María Úrsula, tiene un par de sobrinos a quienes le llaman Pilín y Mocho. Pilar, la hija de la señora Victoria García, tiene una hija a quien todos le dicen La Cacha. No le sé el nombre a ninguno de ellos.

El señor que desde hace años siempre nos embalsa en el río le dicen Chule. Ignoro su nombre. Mi amigo Samuel Martínez, tiene un hermano a quien todos le dicen Tito. Nunca he preguntado su nombre verdadero. Cerca de la casa de Samuel, al otro lado de la plaza del cementerio, vive una muchacha a quien todo el pueblo con cariño le dice Maíto. ¿Cómo se llama realmente? No tengo la respuesta.

Hasta eso se ha perdido en San Fernando. Hoy a los niños y mayores les ponen apodos o sobre nombres ofensivos, por esa razón sólo rescato para esta crónica los apodos de antes que no tenían intención de ofender.

La verdad es que prefiero ignorar por siempre el nombre con que sus padres le pusieron la cruz en la frente. Quizás porque siempre los he conocido con sus apodos o porque si uno pregunta por ellos con sus dos nombres nadie nos da razón.
Hace poco mi hermano Manuel Joaquín me contaba anécdotas que él sabe me gusta escuchar, y me hablaba de el Nene, al yo preguntarle quién era, me lo señaló con el dedo y me dijo “ese es El Nene…el Nene de Macame”

Yo me imagino que la futura Bióloga de la Universidad del Magdalena tuvo que sufrir el primer semestre cuando en las aulas la llamaban por sus dos nombres que ella no recordaba, pero descansa cuando va de vacaciones a su casa y deja el celular tirado en la mesa y el bendito aparato no para de sonar, y es entonces cuando su padrastro lleno de pánico se abre de la mesa asustado por el ruido y le grita al teléfono sin atreverse a tocarlo: La Chili no está aquí…La Chili salió. Ya le dije que La Chili salió…Pero el miedo al aparato no deja que su padrastro se le acerque y lo conteste hasta que el celular se cansa de timbrar.
El señor Fidel Pérez tiene un cuñado al que le llaman Tico. Una vez le pregunté a Don Fidel cómo se llamaba Tico y me respondió: “Yo no sé cómo se llama el individuo ese…”

A la señora Casta Caro no le gusta llamar a sus hijos para que le hagan un mandado cuando yo estoy por ahí: Moturra, Cuchichi, Mushi, Cosito, Yépez…grita ella llamándolos.

La última vez que me encontré a Castica y le pedí el favor que repitiera el llamado a sus hijos me dio un trago de mi propia medicina: “A usted yo era quien lo bañaba y lo vestía cuando estaba chiquito. Además a usted cuando niño le pusimos Toty…Así que no me joda la vida, carajo…”

FABIO FERNANDO MEZA
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fafermezdel@gmail.com

lunes, 25 de enero de 2010

AH, PERO EL PARTIDO CONSERVADOR...¿EXISTE?

COLUMNA CARCAJ

Si todavía existe no ha de ser por mucho tiempo. Parece que su último aliento de vida se lo llevó el ex presidente Pastrana, hijo. Porque el Partido Conservador de Ospina Pérez actualmente se ha convertido en un lagarto del presidente actual. Tan es así, que uno de sus precandidatos a la presidencia declara sin vergüenza que si el actual presidente se lanza, él no se le atravesará. Entonces ¿para qué carajos está buscando la candidatura oficial? ¿Para qué tanto alboroto? Para qué tanta gastadera de plata, de tiempo? ¿Será que el moribundo Partido Conservador tiene en sus propias filas a alguien que lo está apuñalando por la espalda y el Partido no se ha querido dar cuenta? ¿Está así de mal el Partido Conservador que acepta tal cosa? ¿Hasta cuando van a dejar los directivos, miembros y electores conservadores que le pisoteen al alicaído partido?

No es necesario ser político, ni politiquero, ni analista, para darse cuenta de la paradoja del tristemente famoso candidato de querer seguir poniendo al servicio del Presidente al Partido que en teoría lo postulará como su candidato si le gana a su oponente. ¿Será que a este ex ministro lo que le preocupa es que no lo lleve el Presidente como su Vice en su futura campaña, que lo saque de la lista de sus consentidos? ¿Por qué no es sincero con el Partido y deja de herir al ya de por sí mal herido partido que en los últimos años no ha hecho más que ser lacayo del presidente de turno?. Se ha vuelto un partido donde mandan y deciden pocos, un partido al servicio de los intereses de un Presidente que no comulga con ninguno de sus pilares.

Parece que el Partido Conservador no tuviera orgullo, no tuviera vergüenza porque está atado a lo que el Presidente diga o deje de decir. Mientras tanto, sus pocas figuras nacionales se dejan llevar por puestos y prebendas dejando agonizar al Partido sin misericordia

Nadie comprende a qué juega el precandidato a la presidencia por el Partido Conservador. Su actitud es una burla más al partido del que se han burlado sus mismos militantes asegurando sus intereses personales. Aunque se esperaría, sin saber porqué hubiera de esperarse, un cambio de actitud, como el de ir a la pelea de las elecciones presidenciales así se pierdan, pero se muere luchando. No, señor.

Este precandidato quiere que el pueblo conservador de Colombia, si existe, lo elija para él endosarle los pocos votos que alcance a recoger al Presidente, como si el Partido Conservador se lo hubieran escriturado a él en una notaría de Medellín para que haga con él lo que le dé la gana. Y los directivos actuales del partido no dicen siquiera esta boca es mía. ¿Será que dejarán que este precandidato mate al partido entregándolo a su señor y mentor?.

Pero es que el Partido Conservador no tiene tan claro el horizonte: por un lado un precandidato que quiere ser candidato sólo para seguir venerando a su jefe, y por otro lado una candidata que jamás será Presidente y que siempre ha bailado al son que le toquen. Más que Presidente a ella le gusta es el servicio diplomático y si gana la consulta, cosa difícil, también pondrá sus voticos a disposición del próximo presidente como siempre lo ha hecho a cambio de un servicio a la patria en el exterior.

¿Dónde están los postulados conservadores? ¿Qué pasó con la visión del partido?. Bueno, pero es que su visión quizás sea la misma del Partido Liberal, el Polo Democrático y todos los partidos y movimientos políticos en el país en general y en el departamento del Magdalena en particular, y es la de comprar votos por una botella de ron y una libra de carne y un billete de la m´s alta denominación.

El Partido Conservador está con su azul cada día más desteñido por culpa de sus propios representantes. Últimamente no ha hecho más que decir “sí, señor Presidente”, “lo que usted ordene, señor Presidente”. Seguro que si el presidente le ordena acabar con todo vestigio de su partido, a sus miembros, lo hacen encantados, todo sea por la santa burocracia.

Así como van dándose las cosas en su interior, el Partido Conservador si no despierta de esa pesadilla que padece desde el 2002, morirá sin remedio. Me imagino que su precandidato ya compró la pala para ser él el primero en echarle la tierra al muerto y llevar la partida de defunción en bandeja de plata al señor que tanto admira, y remeda sin éxito, por fortuna.
FABIO FERNANDO MEZA
fafermezdel@gmail.com

sábado, 23 de enero de 2010

RELATO CORTO GANADOR DEL CONCURSO NACIONAL DE CUENTO ASCUN: EL BRUJO DE BATATAL

COLUMNA CARCAJ


Alberto está vivo. Lo supe hoy por accidente cuando un médico amigo me pidió el favor de interceder para que le permitieran exhumar los cadáveres de dos primos lejanos, muertos a tiros en su corral de ganado quince días atrás cuando se disponían a ordeñar.

La señora Victoria no había dejado de llorar la noche que fui a transmitirle la solicitud del médico Edgar Ruiz Aguilera para exhumar a sus hijos.

La señora Victoria accedió al final a mi petición y agregó: yo hablo con Alberto para que saque los cadáveres de las bóvedas.
Cómo es la vida -suspiró-hace tres semanas le pedí a Alberto que sacara de la bóveda los restos de mi tío Luís, quien murió del corazón hace tres años y sus hijos no tenían donde enterrarlo y yo le facilité la bóveda.

En esos momentos el ángel de los recuerdos se posó en mi hombro izquierdo hiriéndome con sus filosas garras. Alberto está vivo, pensé. Y haciendo una de las tantas cosas extrañas que le gustaba hacer: Sacar cadáveres, exhumarlos y colocar los restos en un osario, para desocupar una bóveda de emergencia.

Conocí a Alberto en "Batatal", una pequeña finca dominada por un bosque de mangos centenarios, atrapada para siempre en las fauces de una ciénaga que les roba los colores al cielo todos los amaneceres; allí donde todos los medio días el sol que se pasa su vida ahogándose de calor, se baña desnudo.

Mi padre le cedió un pedazo de tierra para que lo sembrara. Alberto andaba vestido con un pantalón roto en las nalgas y remangado hasta la rodilla, amarrado a la cintura con una majagüa de plátano, sin camisa y sin calzarse; de estatura media y con los cabellos alborotados y sólo lo bañaba el agua de lluvia, cuando lo encontraba en los caminos oscuros de las noches de tormenta. Tenía cuatro burras y ocho perros hambrientos, flacos y valientes.
Nunca le conocí mujer y mucho menos hijos. No le negaba favores a nadie, respetuoso y un poco introvertido, lo que hacía más densa la soledad de su mundo, y arrastrando siempre su fama de brujo. La única vez que lo vi rugir de rabia fue en una fiesta patronal donde alguien desde la plaza principal del pueblo le gritó "Alberto Panam", se fue a su casa y llegó armado de un sable afilado dispuesto a desaparecer al que lo había ofendido y como no lo encontró, se desquitó con la casa de palma de su agresor.

No olvido la tardecita gris siendo yo un niño, cuando mi padre me envió por primera vez solo a la finca a recoger las vacas; al llegar me acerqué al sembrado de Alberto a pedirle que me ayudara, pero lo que vi y escuché aun me estremece: Alberto gritaba, gesticulaba rabioso, peleando con alguien a quien yo no veía, luego se acercó a un árbol de mango de conserva y le daba furiosas trompadas arrancándole pedazos. Al notar mi presencia me gritó que me fuera para el corral porque esta arreglando unas vainas con su "compa Lucho".

A Alberto lo recuerdo en la casa de bahareque con techo de palma de vino y puertas de pencas raspadas de palma viviendo con la señora Eulalia, su madre. Una señora gorda, sucia con los cabellos alborotados y una eterna colilla de tabaco apagada en la boca. Alberto adoraba a su madre, siempre estaba pendiente de ella, y dos veces a la semana le traía de "Batatal" las hojas de tabaco que cultivaba con esmero para que ella hiciera sus colillas enormes; ella lo premiaba todas las noches a su llegada de la finca, con su totuma llena de vino dulce de palma y un pedazo de yuca asada.

Un lunes de marzo antes de medio día, la señora Eulalia decidió quemar un paraco de avispas "congolito" que desde hacía tiempo se encontraba en el caballete de su casa, tomó una rama larga y en un extremo le amarró cascarones secos de maíz, los empapó de petróleo y los prendió en el fogón; al tratar de llevar la candela donde estaba el paraco, la llama tropezó con un palomero del techo y la palma seca por lo vieja y por el verano comenzó a arder, quemándose toda la casa, y el fuego se fue esparciendo por las casas vecinas hasta incendiar a más de medio pueblo.

A esa hora de la mañana no había un solo hombre en el pueblo, pues todos madrugaban a sus parcelas a trabajar y regresaban al anochecer, por lo que a las mujeres y niños les tocó tratar de apagar el incendio con agua traída en el hombro desde el río lejano. Cuando Alberto regresó a la casa y la encontró hecha cenizas, se encogió de hombros y tranquilizó a su madre: "Ya era hora de matar a tantos murciélagos que no me dejaban dormir, y a los alacranes que caían en la hamaca en la madrugada cuando yo estaba roncando, despertándome con sus ponzoñazos".

A Alberto siempre lo perseguían culebras y alacranes, salían de donde menos lo esperaba, más aún en Semana Santa, por lo que Alberto tanto la odiaba y deseaba se pasara rápido para descansar de esos " malditos animales que me tienen aburrido" decía.

A la vuelta del callejón de donde vivía Alberto, en la calle "La albarrada", vivía su única hermana, "Pacha", de padre diferente al de Alberto. La recuerdo como una mujer feliz, deslenguada, desparpajada, rodeada de sus muchos hijos de sus muchos amores clandestinos. Alguna vez le pregunté a "Pacha" por sus amores escondidos, y me respondió que para ella era un pecado "no hacer cosas malas" con hombres que se les veía la necesidad pintada en la bragueta del pantalón; y mejor, si lo hacían de madrugada y en la cama más grande del mundo. Al preguntarle en esa ocasión y tímidamente cual era la cama más grande le mundo, me respondió muerta de risa: el suelo, la tierra física porque ahí sí me revuelcan sabroso.

Cuando no estaba limpiando el sembrado de yuca y maíz, Alberto pescaba con un anzuelo y carnada de lombriz de tierra en la orilla de la ciénaga con el agua hasta la cintura. Sancochaba las mojarras con yuca y demás especias y obtenía un caldo espeso y así hirviendo lo ingería sin sentir malestar alguno; luego se pasaba las manos sucias de pescado por sus cabellos alborotados aplanándolos un poco. Así se limpiaba las manos cuando mi padre estaba presente, sólo para revolverle el estómago. Luego se miraban, y Alberto soltaba una carcajada después de un sonoro eructo.

Una tarde veraniega al sentirse con fiebre, Alberto se vino de la finca más temprano que de costumbre. Al llegar a su casa cansado y hambriento y con ganas de tirarse en la hamaca a descansar, y que su mamá le diera una toma de plantas hervidas para la fiebre, se encontró en la puerta con el pastor de la iglesia evangélica local que se estaba formando en esa época. Alberto a duras penas escuchaba las palabras del pastor, quien le hablaba de la salvación y que estaba a tiempo de arrepentirse de todos sus pecados. Ya al despedirse, el pastor le puso la mano en el hombro diciéndole." Hermano, el señor te ama". Alberto que jamás en su vida había escuchado palabras tan lindas y cargadas de tanta ternura, y menos de otro macho igual a él, comprendió el mensaje del predicador evangélico de manera equivocada, y en ese momento se le quitó todo el malestar que traía, lo miró con sus ojos inundados de furia y lo degolló en el acto con el puñal afilado de su respuesta: "Será marica".

No creo que nadie vio llorar a Alberto cuando la señora Eulalia murió. Creo que sufrió el dolor a su manera, aislándose en "Batatal". Pero el día que enterramos a mi padre, cuando regresábamos del cementerio a la casa, lo miré y noté un par de lágrimas en sus estrechos ojos de culebra. Me dijo en esa ocasión: El ser que hoy enterramos fue quien me bautizó "Alberto Panam", como yo no me pongo nada en los pies y ando con "la pata pelá" me enganchó así. Yo también sabía que sólo a mi padre era al único ser que le permitía llamarlo así sin consecuencias funestas. Cuando llegamos a la casa nos sentamos bajo un frondoso naranjuelo, y me preguntó, si yo no recordaba la vez que fuimos al playón a sacar a "la Barranquilla" del pantano, cuando la vaca entró a tomar agua y no pudo salir.

Yo recordaba esa historia ocurrida dos años antes, pero lo negué para que él me la repitiera: Fue aquella noche transparente de febrero, donde las aguas se alejaban conquistadas por el verano y a los animales se les dificultaba encontrarla para calmar su sed, por lo que tenían que aventurarse a sitios peligrosos. La Barranquilla entró a tomar agua al charco y no pudo salir. Alberto al darse cuenta vino al pueblo y le avisó a mi padre, tres personas se ofrecieron a acompañarnos junto con Alberto a sacar la vaca del barro, con la condición de que mi padre comprara ron para llevar. También se equiparon de sogas para amarrar a la vaca y jalarla a la orilla. Cuando regresábamos, ellos sucios de barro y borrachos (mi padre no bebió), no habíamos caminado doscientos metros, cuando Alberto quien iba delante de la fila india se detuvo. Había un cadáver de vaca maloliente a un lado del estrecho camino y mirándolo desafió a mi padre: Apostemos una botella de ron a que yo hago que esa vaca muerta berreé, se pare de ahí y corra. Y sin esperar respuesta se arrodilló y murmuró algo, luego golpeó con la palma de su mano izquierda la tierra por los cuatro lados de la vaca muerta. De pronto el cadáver comenzó a moverse. Alberto hizo una pausa para tomar un trago de café caliente y mirándome con nostalgia me preguntó: Tampoco recuerdas lo que me dijo en ese momento tu papa (así decía cuando se refería a mi padre). Al yo negarlo con la cabeza, él prosiguió: y mi padre lo tomó del brazo y lo levantó diciéndole: “Tu no ves que aquí está un niño, carajo”.

En los días de invierno, cuando la lluvia lo acorralaba, miraba a las nubes que se iban formando y le rezaba una oración para que donde él estaba no lloviera, para que no se le mojaran los tabacos ni los cabellos alborotados.

A decir verdad yo me había olvidado de Alberto quien abandonó la finca poco después de la muerte de mi padre. Pero hoy que me entero de que vive, quisiera verlo y preguntarle entre otras cosas, si el perro negro que se paró en sus dos patas en el pecho de mi abuelo una noche de viernes santo, y a quien él regaño y obligó a bajarse, era el mismo "Lucho" de aquella tardecita gris del bosque de mangos en "Batatal". Preguntarle, si es cierto que está condenado a vivir en la miseria a cambio de los poderes mágicos y oraciones diabólicas que posee. Preguntarle, si es verdad que ayudó a morir al señor Félix que se estaba muriendo hacía dos meses de viejo y no lo conseguía, y cuando Alberto llegó y le recitó la oración que sólo ellos dos sabían, el señor Félix descansó en paz. Preguntarle, si todavía en el transcurso de todo el mes de noviembre a las doce de la noche, llega a la puerta del cementerio e invita a todas las ánimas del purgatorio a recorrer el pueblo rezando interminables letanías para conmemorarles su mes sagrado, pero ellas le tenían prohibido mirar para atrás durante el recorrido para que no se asustara con tantos cadáveres andantes. Preguntarle, si es cierto que los restos del cadáver que exhumaba no lo dejaba dormir tranquilo y le estremecían la hamaca si le dejaba algún resto de huesos dentro de la bóveda que desocupaba.

Al acercarme a la casa donde Alberto vivía, y ver mucha gente allí, me extrañé. Al llegar pregunté por lo que pasaba y alguien respondió: Alberto que se murió. Estaba hablando con "Pacha" cuando se quedó así, tieso como un palo. Al preguntarle a "Pacha” por la vida de Alberto, dijo entre sollozos que precisamente le estaba pidiendo a ella que cuando él muriera, buscara al mediquito en "Batatal" y que ni siquiera le había alcanzado a decir quién era ese tipo; y le dijera que Alberto le pedía el favor que lo enterrara, pero tres metros bajo tierra, porque en ese pueblo de maricas, ninguno tenía chácaras en los pantalones para atreverse a exhumarlo si lo metían en una bóveda prestada.

En ese instante al escuchar el relato de "Pacha", volví a vivir mi infancia preciosa e inolvidable, y recordé la mañana lejana y lluviosa de abril en el corral de ordeño en "Batatal", cuando mi padre en presencia de Alberto me preguntó qué me gustaría ser cuando fuera grande, y yo le respondí: Mediquito.

RELATO CORTO: UN VIERNES DE SAN FERNANDO

COLUMNA CARCAJ

La niña llegó de la escuela ese viernes más temprano que otros días. Pensó que se había equivocado de casa porque desde que se acordaba no había escuchado nunca a su madre cantar, siempre la encontraba triste y pensativa, con la mirada perdida, pero hoy, era tanta su alegría que la letra de la canción que no recordaba, la silbaba.
Le preguntó a su madre si no había café con leche y ella interrumpió su canto para decirle que sobre las brasas del fogón se lo estaba guardando para que no se le enfriara.

Al sacar el café con leche de la olla, la niña miró con sorpresa que había otra olla grande con agua hirviendo en el otro puesto del fogón de leña. Su madre le dijo que mataría una gallina para el almuerzo, aunque desde que la niña tenía uso de razón, nunca habían matado una gallina los viernes, sólo la mataban el día de la fiesta patronal para el sancocho.

La madre se había casado diez años atrás, desde entonces no tuvo un instante de felicidad. El esposo con su eterno tufo a ron, llegaba de la calle a maltratarla, y ella soportaba con estoicismo los latigazos y las cachetadas que él le propinaba, ya que jamás lloraba delante de su agresor; ella se refugiaba abrazando a su único retoño para poder darle rienda suelta a su dolor.

Ese viernes por la mañana, el esposo le dio el café a ella bien temprano: tres latigazos porque no amaneció azúcar para endulzar el café, cuando él no había dado dinero para comprarlo. Pero esos fuetazos la esposa los sintió como nunca en lo más profundo de su alma y juró por lo más sagrado que esos eran los últimos que él le diera.

Por eso, cuando el esposo salió para la calle, ella montó la olla en el fogón, la llenó de agua y esperó a que hirviera. Cuando llegó la hija de la escuela ya había estudiado su estrategia hasta el mínimo detalle.

A la niña el rostro feliz de la madre la alarmó. Era otra. Ya no se le dibujaba tantos años que no tenía, parecía rejuvenecida al verla barrer el amplio patio con un ímpetu que no le había conocido.

La madre estaba tan concentrada en sus canciones que no supo cuándo se le fue el tiempo y la hora del almuerzo había llegado. No había cocinado nada. Su hija levantándose de la mesa donde hacía las tareas, le dijo que no tenía hambre y que se comería el sancocho de gallina en la cena.

El esposo sí llegó puntual a almorzar. Se sentó a la mesa y la niña salió corriendo para el cuarto presa de terror. Le tenía pavor. A sus nueve años había llorado muchas veces en silencio cada discusión y cada agresión de la que era víctima su madre.

La esposa se tomó su tiempo y no corrió a atender a su esposo como lo hacía siempre. Desde el patio lo vio sentado a la mesa que estaba en el centro de la cocina, vestido con su camisa de dril y el pantalón caqui; el sombrero sabanero lo había puesto sobre la mesa.

Al llegar al fogón la esposa tomó el trapo y cogió en peso el recipiente caliente. Se dirigió a la mesa donde el esposo esperaba el almuerzo; lo vio pensativo, lejos de allí; tanto, que no se percató de que ella estaba detrás de él con el recipiente humeante. La madre de la niña cerró los ojos, tomó aire y en ese segundo recordó uno a uno los golpes y las humillaciones que hasta ese momento había soportado. Apretó los dientes y le vació toda el agua hirviendo de la olla a su esposo sobre la ropa, quien se quedó petrificado del dolor y del horror. Todavía se escucha en el pueblo grito de dolor y de agonía:

Aayy mi madre…

UN CANTANTE COMÚN Y SILVESTRE

COLUMNA CARCAJ

El cantante de vallenatos, Silvestre Dangond, se escucha hasta en las malas pesadillas de sueños imposibles de conciliar. Hasta ahí está.

Quizás nunca imaginó Silvestre que tantos ratos amargos pasados y las tantas veces que le tiraron en la cara la puerta de las diferentes casas disqueras que tocó donde le decían que se dedicara a otra cosa, o siguiera su ingeniería, que dejara de joder, hoy fuera melodías para sus oídos. Hoy todos lo quieren tener en el portafolio de sus casas de grabación, hoy todos quieren tenerlo animando parrandas y eventos y en programas de radio, televisión o prensa.

Hoy hasta se quedó sin enemigos porque se reconcilió con locutores y con todos con los que se dio trompadas y donde ninguno ganó. Hoy todo es vergel para su jardín. Su agenda está llena y tiene que hacer un campito para estar con los suyos porque así como va de aquí para allá y de allá para acá, cuando vuelva a su casa ya su hijo menor no lo saludará para pedirle la bendición e irse a acostar sino a pedirle permiso para irse a parrandear

Ojalá que siempre tenga en un lugar muy especial a sus más allegados y no se deje absorber por la fama y demás banalidades que trae el éxito como la chequera llena y la popularidad.

Silvestre dice que encontró su madurez musical con el actual álbum del que se escuchan y le corean sus seguidores hasta los saludos. Debe desmarcarse de su inclinación de en los escenarios imitar constantemente a Diomedes Díaz, (ya hasta forma escándalos como Diomedes y eso no está bien) Lo que falta es que se vuelva adicto a algún vicio, incumplido y repudiado por algunos, se quede sin amigos o tenga amigos parásitos que todo se lo aplaudan y se haga meter a la cárcel para que la emulación sea completa. Y lo conseguirá si sigue así.

Lo que Silvestre y otros cantantes hicieron fue aprovechar el vacío que dejó Diomedes Díaz cuando estuvo encarcelado. Poncho Zuleta no lo pudo decir mejor: “Aprovechen muchachos ahora que el tigre está enjaulado”. Algunos escucharon las palabras del cantante del clan Zuleta, entre ellos Dangond.
Sus amigos dicen que ya Silvestre no necesita copiar a Diomedes porque lo diferencian del resto por su carisma, su propio estilo, su energía y sus triunfos a toda prueba. Ojalá...

Alguna vez al ver la magnitud de su triunfo y en un momento de lucidez le dijo a su compañero: “Yo no sé hasta donde vamos a llegar con esto, Juancho. Estoy asusta’o”. Lógico que tiene que estar a punto de orinarse los pantalones del susto porque no es fácil asimilar que se acueste siendo un don nadie y se levante siendo ídolo indiscutible de multitudes.

Este momento de efervescencia y derroche de talento debe saberlo canalizar para que no sea flor de un día, para que su canto prevalezca y demuestre a sus férreos críticos que él está hecho para rato y no es el producto del desespero de la Sony BMG, la casa disquera que andaba a la caza de algún cantante que se perfilara con algo bueno para ella resarcir sus pérdidas y tapar el hueco que están dejando sus figuras de siempre, que algunas han optado por irse de su casa de siempre.

Hasta sus hoy colegas, los mismos que antes de su boom lo miraban “como gallina mirando sal”, le suplican que graben a dúo algún tema para que pueda ser éxito. Él gustoso a todos les dice que sí. Ha grabado hasta porros y fandangos.
Pero es bueno que Silvestre sienta algún contrapeso musical (de hecho lo tiene) y no piense que es “el único toro del corral” ni “la única yuca del sancocho” porque después hace lo que le dé la gana. De eso hay algunos ejemplos en el vallenato.

Este difícil mundo vallenato a donde todos quieren llegar y sueñan con triunfar es a veces desagradecido, porque el mismo público que los lleva al cielo los baja a los mismísimos infiernos por alguna falta o porque no le gusta lo que su artista ha grabado.

Todos los cantantes aficionados de esquina, de colegios, de universidades, desean seguir los pasos de los hoy grandes y dejar de pasar hambre, llevar en su muñeca un rolex original, tener un montón de seguidoras, montarse por fin en un avión y salir en la televisión, sólo para echarle vaina a sus amigos y vecinos. Todos quieren ser un poquito de Silvestre con un poquito de Diomedes, y otro poquito de Poncho y Villazón, no importa que sea una ensalada difícil de digerir hasta que consigan su estilo propio como han hecho todos los cantantes. Es que en la costa los cantantes se dan silvestres todos los días, pero no todos los días triunfa un cantante silvestre.

Yo no sé si será suerte o trabajo y constancia, o todas a la vez, lo que ha hecho que Silvestre sea hoy la figura vallenata más popular y más querido o más odiado. Hoy Silvestre es de todo el mundo. Es el fenómeno que revolucionó el vallenato. Hoy por hoy es el rey Midas de empresarios, de su casa disquera, de su familia. Es el personaje de quienes todos están pendientes para ver qué dijo o dejó de decir. Hoy está en un pedestal. Hoy es inalcanzable y se da el lujo de hacer y decir lo que le dé la gana. No sé mañana.
FABIO FERNANDO MEZA

DEBEMOS HACER QUE SAN JUAN BAUTISTA AGACHE EL DEDO

COLUMNA CARCAJ
… Así sea a la fuerza. Ya comenzó la campaña electoral para el Congreso y sólo se escucha que “no sé quien apoya a Fulano de Tal” como si ese “no sé quien” todavía pretenda llevar a los electores a la fuerza o mediante engaños a votar por ese “Fulano de Tal”.

¡Pero si estamos en pleno siglo XXI, por Dios! Los habitantes de Santa Ana y San Zenón y todo el sur del departamento del Magdalena no somos animales a quienes se les puede poner un bozal y llevarlos de cabestro a las urnas. ¡Tenemos derecho a decidir y votar por quien nos dé la gana!

Sinceramente no hay candidato por quién votar. Menos en el Sur del Departamento del Magdalena. Y uno no más que lee que ciertas personas apoyan a otras y descartan a otras por obra y gracia del Espíritu Santo. Esas personas pueden apoyar a todo el que quieran, pero por el hecho de que la mayoría de ellos hayan sido funcionarios públicos con recuerdos de su gestión bastante amargos, no significa que como ellos apoyan a X candidato todo el mundo deba correr a arrodillárseles al candidato como lo hacen ellos.

Nosotros somos libres. Vivimos en un país democrático todavía y no nos van a imponer candidatos al Congreso, cuando algunos de ellos tienen su nombre manchado de corrupción, apoyo a grupos paramilitares y constreñimiento al elector. Son los mismos con las mismas. Algunos dicen soy esposa, soy hermano, soy hijo, soy nieto, soy abuelo, soy abuela, soy cuñado de él o de ella. Pero ella o él es ella o él, y yo soy yo y se lavan las manos… Mientras tanto el Departamento que se siga hundiendo en la desesperanza, en el caos y la corrupción, pero ellos deben salvar a toda costa su puesto político.

Nombres respaldados en su mayoría por personajes siniestros que lo único que han hecho es empobrecer más al Departamento pretenden que se les vuelva a elegir por interpuesta persona simplemente porque sí. A lo mejor saben que algunos habitantes del sur del departamento tenemos memoria de gallina que no recordamos que nuestras vías, salud, educación, cultura, medio ambiente y economía, van de mal en peor por culpa de esos que ahora vienen a decir que todo eso lo van a sacar del hueco donde ellos mismos la han metido.

Señores habitantes del sur del Departamento del Magdalena: busquen a alguien que no esté contaminado de politiquería, de corrupción, que sea sincero al menos con él mismo, sin importar cómo carajos se llame, y vote por esa persona. ¿O es que ustedes no se cansan de estar eligiendo generación tras generación a los mismos apellidos sin nada a cambio? ¿Será que todavía vamos a dejar que nos compren con una camiseta china, una botella de ron barato, una libra de carne y un billete? ¿Será que esas personas que antes nos “arriaban” como animales para que votáramos por su candidato se saldrán con las suyas por enésima vez? Porque delante de los candidatos fungen como líderes o se lo hacen creer. ¿Líderes de qué, o de quién? Al final de la campaña si el candidato gana, los beneficios si llegan, llegan a penas para el supuesto líder… ¿y la comunidad? ¿Vamos a dejar que eso siga pasando? ¿Es que no tenemos dignidad ni orgullo? ¿Vamos a dejar que nos sigan pisoteando por otro siglo como lo hicieron todo el siglo pasado?

Los electores somos quienes tenemos, debemos y podemos parar esa sinvergüencería y desfachatez, ya que los jefes de los partidos políticos no desean hacerlo. Nosotros sí podemos decirle NO a esos candidatos respaldados en un gran porcentaje por personajes oscuros de nuestro departamento. Porque a los jefes de los diferentes partidos políticos no les interesa quién haga campaña en el nombre de su partido. Le interesan los votos que compre o que consiga el candidato. A esos jefes no les interesa si el pueblo se muere de hambre. Nosotros los electores somos los llamados a decirles ¡Ya basta! ¡Ya está bueno!

En cuestiones electorales el Sur del departamento del Magdalena siempre elige a los mismos desde el Congreso, pasando por la Gobernación, Asambleas, Alcaldías y Concejos. Pero esta vez debemos hacer que San Juan agache el dedo y las cosas cambien. Al menos que cambie nuestra actitud y eso ya sería ganancia.
FABIO FERNANDO MEZA
fafermezdel@gmail.com

viernes, 22 de enero de 2010

´DÉCIMO GRADO




COLUMNA CARCAJ

En un país como el nuestro donde la educación es desde la cuna hasta la tumba y que no deja de ser un privilegio llegar al Grado Décimo de la educación media es una gran proeza.

Y es una gran proeza porque se llega a la cima de una meta por cumplir, porque se llega fatigado y a veces, lleno de cosas innecesarias en la cabeza, con muchas cucarachas dándole vueltas y sabiendo tanto que no se sabe nada; y buscándole el sentido de madrugar sin desayuno muchas veces a escuchar en algunas instituciones el mismo libreto leído y vuelto a leer de profesores que no quieren caminar a la par de las exigencias contemporáneas y se han quedado rezagados en el siglo pasado y no se han dado cuenta que amaneció hace 10 años y que ahora debe ser distinto la manera de llegarle al educando. Quizás ahí radique lo pésimo que les va al año siguiente en las pruebas Icfes a los estudiantes del departamento del Magdalena.

Al menos los estudiantes de ahora tienen toda una serie de atajos por donde salirse cuando el Grado Décimo los arrincona. Uno de tantos es la Internet, porque cualquier cosa se consigue allí y no más es copiar, pegar y listo. Tanto se ha abusado de esta tecnología que hasta en las universidades los profesores nos exigen hoy que se les presenten los trabajos del puño y letra del estudiante para que recordemos tiempos viejos.

Los bachilleres que no gozaron de tantas facilidades y por ende no eran tan perezosos y más creativos, porque les tocaba sudar como caballos tratando de conseguir un dato imposible para una tarea en libros prestados y desactualizados, se formaron mejor.

Hace 25 años eran pocos los colegios en la costa que se daban el lujo de ofrecer los grados 10 y 11. Si había colegios de bachillerato a duras penas ofrecían hasta el grado 9. Eso sumado a la falta de recursos de los padres del bachiller soñador hacía su futuro un poco oscuro.

Pero hoy casi todos los pueblos de la costa cuentan con su colegio de bachillerato y gradúan anualmente a sus estudiantes.
El grado más importante sin duda es el Décimo porque es llegar a la cresta de una ola en la que se ha montado unos 12 años atrás. En este grado se comienzan a ver materias diferentes, a profesores diferentes, se comienza a cuestionar, a exigir y a pensar qué se va a hacer con la vida.

Muchos estudiantes cuando llegan al Grado Décimo comienzan a pensar seriamente qué les gustaría seguir estudiando en un supuesto caso que se le facilite ingresar a un centro de educación superior.

En el Grado Décimo es cuando se comienza a ver a la compañera de al lado de una manera diferente, como si nunca hubiera estado ahí, y no como la simple amiga que nos ayuda a hacer las tareas. En el Grado Décimo se vuelve el estudiante rebelde y pierde el miedo a preguntar o a reclamar pensando que ya está más allá que de acá. Es cuando quizás mira a la cara al profesor y le dice sus verdades sin un asomo de temor.

Pero también hay estudiantes, como las mujeres, que en el Grado Décimo desean que ya sea el grado 11 para escapar del acoso implacable de algunos profesores enfermos e ineptos para no sucumbir ante sus bajas pretensiones. Muchas veces se lo tragan y lo sufren en solitario más que todo en algunos colegios de la provincia, donde desafortunadamente los padres no les creen o los desarma el apellido extraño del profesor al que creen incapaz de algo así “si somos compadre de sacramento”.

Pero sin temor a equivocarme habrá profesores de Décimo Grado que los estudiantes llevarán siempre en el corazón, porque con su manera de ser y actuar le dicen al alumno cuál es el camino a seguir y siempre están ahí para aconsejar o para animar y eso se agradece toda la vida.

En el Grado Décimo pasa de todo. Pero no todo es malo. Es cuando los jóvenes se miran al espejo y con alarma ven que se les está formando una mancha negra en la parte superior de los labios, que su voz está cada día más grave y los zapatos le quedan pequeños, y no pueden reprimir las ganas de decirle un piropo a cuanta niña linda le pase por el frente, o de cantar las canciones de moda a voz en cuello cuando los fines de semana tiene que madrugar a ordeñar.

Los estudiantes de colegios de la provincia en el grado 10 se interesan más por los programas periodísticos, por los programas de investigación, por entrar a Internet y darse cuenta cómo está dando vueltas el mundo.

Profesores de informática que a duras penas saben prender y apagar un computador se encuentran a veces en las salas de algunos colegios perdidos en los confines del Departamento del Magdalena. Qué pesar.

Existen profesores en el departamento a quienes nadie vigila, a quienes nadie exige y no están para nada comprometidos con la calidad educativa de su institución. Eso sí, con las paredes de sus casas llenas de certificaciones y diplomas de cursos y especializaciones que pocos ponen en práctica con sus estudiantes y uno se pregunta ¿Acaso todo lo que ellos aprenden no es para enseñarlo a sus pupilos? ¿Si ellos se preparan no es para que se refleje en la calidad educativa del departamento que tanto lo necesita? Pero como que no. Porque algunos respetados educadores esas especializaciones sólo la hacen para sumarle ceros a su sueldo y nada más. ¿y los estudiantes que sigan con sus plan de estudios desactualizados?

Por estos días los nuevos estudiantes de Décimo Grado entrarán a sus clases y ya no orinándose del susto los pantalones a sus respectivas aulas sino a reencontrase con ellos mismos. Qué bueno que lo hacen con la frente en alto, sacando pecho y mirando el futuro con optimismo y entereza como todo estudiante de 10 que se respete, y cuestionando la educación mediocre y exigiendo más. Eso es digno de aplaudir. Hoy los estudiantes de décimo grado tienen un motivo más para sentirse feliz: sólo falta dar un pasito y ya…

Para todos y cada uno de los estudiantes del Departamento del Magdalena que enfrentarán el Décimo Grado con ganas, firmeza y convicción de hacer cosas grandes, memorables, con deseos de dejar su huella imborrable de investigación y propuestas positivas en esas aulas llenas de preguntas sin respuestas, un abrazo de congratulación, ánimo y respaldo.

Pero especialmente a los estudiantes de Décimo Grado de la Institución Educativa San José, de San Fernando, Magdalena, a quienes les envío un saludo fraternal con el cariño, admiración y respeto de siempre. Y a quienes con toda humildad les dedico esta nota. ¡¡Adelante, muchachos!!

FABIO FERNANDO MEZA
fafermezdel@gmail.com